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Por ellas

  • La plata de Mireia Belmonte sitúa en órbita al deporte español, que fija sus esperanzas en otras mujeres. El japonés Uchimura se corona rey de la gimnasia.

Tuvo que ser en la anochecida del quinto día de competición. Pero fue en un escenario fastuoso. En uno de los deportes que han forjado el mito olímpico. Y con una actuación portentosa. Mireia Belmonte estaba predestinada a colgarse algún día una medalla olímpica. Y ayer fue el día. La plusmarquista mundial de los 400 metros estilos en piscina corta se tiró como una leona, con toda la rabia de sus sinsabores en los días anteriores. Quizá la propulsó también la rabia reconcentrada por toda la España deportiva en estos Juegos de tantos reveses, muchos humanos y alguno que otro sobrehumano.

Se zambulló Mireia y con ella se fueron al agua las esperanzas de que el nombre de España apareciera de una vez en el medallero. La catalana, por la calle 6, tocó la segunda tras el primer largo. Ya era la primera a los 100 metros, haciendo 59 segundos al paso por primera vez en su vida. También a los 150. Y sólo la china Liuyang Jiao le privó del oro en los últimos 30 metros. La sirena de ojos claros se subió al segundo cajón del podio olímpico, se convirtió en la segunda española en hacerlo después de Nina Zhivanevskaya y en el quinto nadador contando también los hombres. Pocas platas supieron tan dulce para un país que, después de tantos éxitos en el fútbol, el básket, el tenis o el motor, ve cómo su orgullo palidece a medida que se cruzan días en los Juegos. Y ya pasó el primer tercio.

¿Cambiará el sino español esta medalla de calidad? Ya se verá. Pero los puntos de luz que se avistan en el horizonte anuncian que nuestra suerte está en ellas.

En Marina Alabáu, por ejemplo. La regatista sevillana va definitivamente a por todas. Después de sufrir con los vientos atemperados de China hace cuatro años, el vigoroso clima de las costas británicas -ayer entre 14 y 19 nudos en Harbour- la está lanzando hacia el lugar que siempre soñó. Su jornada de ayer fue perfecta. Dos regatas y dos primeros puestos. Hasta ahora, su concurso es casi perfecto, con un segundo puesto y tres primeros: 5 puntos. La israelí Lee-El Korsiz, otra de las favoritas, es segunda con 13 puntos y la alemana Morna Delle tercera con 16. Pero aún le quedan dos regatas mañana, otras dos el sábado, dos más el domingo y la definitiva regata por las medallas el martes 7. Ella lo resume en pocas palabras: "Ganará quien menos días malos tenga". La vela es así. Y por ahora, la más regular es ella.

Otras españolas llamadas a la épica actúan en equipo y con un despliegue e ilusión arrebatadores. Como las chicas de waterpolo, que en su primeros Juegos dan batalla a quienes le pongan por delante. Derrotaron a las chinas en su debut y ayer fueron capaces de firmar un parcial final de 3-0 para forzar un meritorio empate ante Estados Unidos (9-9). Ambas lideran su grupo y el calendario es algo favorable a las españolas, que tienen por delante a Hungría, Grecia y Kazajistán. Las americanas aún deben jugar con China. La campeona de grupo tiene el premio añadido de vérselas en cuartos de final con la cenicienta del torneo, el débil equipo británico, así que las expectativas se le multiplican a las españolas.

Más féminas. Las chicas de balonmano se repusieron del revés ante Francia, con el empate concedido en la última acción del partido, y ayer lograron un triunfo ante la potente selección danesa (24-21) que les abre la puerta a la siguiente fase. Cruzarán el umbral hacia los cuartos de final si derrotan también a Suecia, hoy colista de grupo, o a la pujante Noruega.

Peores sensaciones siguen manando de la representación masculina. En tenis se desvaneció otra baza sólida, la de David Ferrer, que cayó entres sets ante el japonés Nishikori. También sucumbió Feliciano ante Tsonga, algo más previsible, y queda el murciano Nicolás Almagro como único tenista en liza. Pero se cruza con Andy Murray.

"Yo no mandé a mis barcos a luchar contra los elementos", dijo Felipe II cuando en julio de 1588 la Armada Invencible fracasó en su intento de invadir las costas británicas y plantarse en el mismísimo Londres. Y los elementos en contra se multiplican día a día para los españoles... en Londres. ¿Es normal que a un ciclista se le rompa la cadena en su primer golpe de pedal, pinche luego y recorra 30 de los 44 kilómetros con el sillín de la cabra suelto? Fue lo que le pasó a la mejor baza hispana en la contrarreloj, Luis León Sánchez. Ver para creer. Poco después el héroe de París, Bradley Wiggins, se colgaba su primer oro en pruebas de carretera (ya atesoraba tres en pista) y se convertía en el británico con más metales olímpicos, nada menos que siete.

En la delegación española, a falta de más metales, papel. El piragüista de aguas bravas Samuel Hernanz accedió a la final con el cuarto mejor registro. El chico de origen francés salió con brío y cruzó las puertas intermedias mejorando su tiempo, pero en el último tramo bajó su ritmo. A sus 26 años, tendrá más ocasiones de saborear la gloria olímpica.

Para gloriosas, las jornadas que está deparando la natación. Abundan las plusmarcas y emergen nuesvos valores que superan récords batidos con los trajes prohibidos por la FINA: ayer fue el caso del húngaro Daniel Gyurta, una bala que tomó el testigo del gran dominador de la braza en los últimos años, el japonés Kitayima. En una de las pruebas más emblemáticas, los 100 metros libres, el australiano James Magnussen, gran favorito, se vio sorprendido por el estadounidense Nathan Adrian, que le arrebató el oro por una sola centésima (47.52). Otro de los momentos que cada cuatro años reeditan la mística especial de los Juegos.

Como la final individual de gimnasia artística. El japonés Kohei Uchimura rindió por debajo de las expectativas en la final por equipos (plata), pero después de ser subcampeón en Pekín 2008 y de encadenar tres títulos mundiales, quería lograr lo que nadie hizo, añadir a esos logros el oro más preciado, el que distingue a las grandes leyendas como el chino Li Ning o el ruso Vitali Sherbo.

A Uchimura lo secundaron el alemán Marcel Nguyen y el estadounidense Danell Leyva. El español Fabián González acabó en un noveno puesto que colma sus aspiraciones, aunque rozara el diploma. Javier Gómez Fuertes, que al término de la tercera rotación se mantenía sexto, sufrió una caída durante el ejercicio de barra que le relegó hasta la vigesimotercera posición.

Hoy, compite en la final de K-1 en aguas bravas la vasca Maialen Chourraut, que llega con el mejor registro de las aspirantes. Ella protagoniza hoy la más sólida opción de medalla para España.

Por algo Esperanza es nombre de mujer.

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