El Granada Club de Fútbol bajó el sábado a Segunda. El domingo, el Covirán Granada dio otro paso hacia la segunda categoría nacional. Tras varios años, los de los pies y los de la manos pueden coincidir en el mismo escalafón de sus deportes, justo por debajo de la élite. Hay quien es sólo de pelota pequeña y otros de pelota grande, pero ya esta misma temporada se rompieron esos compartimentos estancos que separaban a una afición de la otra. Peñas rojiblancas han animado a los rojinegros en días señalados. Ayer, en la grada del Palacio, un valiente desafió a los comentarios con su elástica granadinista, dejando claro que no hay Segunda que pueda con su sentir. Menos un cuchillo jamonero.

Y es que al final, seguir a un equipo o a otro parte del corazón, pero si su nombre lleva en tus raíces, todo es más fácil, te guste o no ese deporte. Por eso, ayer poco importaron los colores en el Palacio de Deportes. De esas decisiones extrañas entre clubes, o por imposiciones arbitrales, el Covirán jugó con la indumentaria suplente (gris) y el Navarra con la oficial (roja). Tan roja, y con los mismos detalles en negro que la primera de los granadinos, que hubo quien en los primeros minutos no supo si aplaudir las canastas de los de casa o las de los de fuera.

Una confusión que se acrecentó cuando el rubio del Navarra, Kevin Bleeker, estaba en pista, y que de lejos parecía Curtis Borchardt. De lejos. De cerca, un culetazo de Uta le desplazó varios metros fuera de la cancha. Los navarros que, por cierto, se quejaron al árbitro, tanto que al entrenador Joaquín Prado le pitaron una antideportiva solo por eso. En tres jugadas seguidas les pitaron pasos (y claros) y el técnico pidió lo mismo en el aro contrario. Y desde ese momento, todo fueron pasos. No les dieron ni uno, y eso que Pablo García bailó antes de anotar su tercer triple o Tyran hizo algún que otro reverso sospechoso.

PD: al cierre de esta edición al fin se supo por qué se cambiaron los colores. La versión oficial es que lo pidió Navarra porque no les había dado tiempo a lavar su segunda equipación tras el partido del viernes. Se disculpa. Mejor eso que saltar a la pista oliendo a zorruno. Mejor ni pensar en que se mezcle con el réflex. ¡Puag!