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Bélgica contempla un futuro mejorEl toque, a debate

  • La posesión ya no es sinónimo de éxito en un Mundial en el que han predominado las jugadas a balón parado

A base de goles a balón a parado, el Mundial de Rusia puso sobre la mesa el debate: ¿está agotado el fútbol de posesión como arma para alcanzar el éxito?

España y Alemania se proclamaron campeonas del mundo en 2010 y 2014, respectivamente, agarradas a la pelota. Cierto es que los análisis serían radicalmente diferentes si España hubiera perdido aquellos cuartos ante Paraguay en los que estuvo en el alambre o si Alemania no hubiera batido a Argelia en la prórroga de los octavos.

El adiós de España y Alemania, máximos exponentes del control, simbolizan el cambio

Pero el fútbol de los centrocampistas como actores principales no era sólo cosa de selecciones. El Barcelona marcó la pauta durante los años de Josep Guardiola y en las temporadas posteriores se nutrió de lo que salía de las botas de Sergio Busquets, Xavi, Iniesta y, sobre todo, un Messi con tanto gol como el mejor de los delanteros y tanta visión como el mejor de los medios.

En Rusia ese modelo pareció agotado. Alemania cayó en la fase de grupos y España dijo adiós en octavos en un partido que dejó una estadística para el recuerdo: conectó 1.029 pases, récord histórico para un partido mundialista, y el único gol que metió fue obra del ruso Ignashevich en propia meta.

"El juego de posesión que caracterizó durante años a España y a Alemania ya no conducen automáticamente al éxito. Ahora hay que hacer cambios de ritmo más a menudo", consideró el ex futbolista alemán Lothar Matthäus en un artículo.

Cambios de ritmo o conseguir más córners y faltas a favor en zonas de peligro. El Mundial ha registrado 70 goles a balón parado (de un total de 169), todo un récord, superando ya los 62 que hubo en 1998. Entre cuartos y semifinales se marcaron diez tantos y siete de ellos llegaron en ese tipo de acciones.

Los reyes del balón parado fueron los ingleses, que marcaron así nueve de sus 12 goles. Hasta ahora, el récord lo tenía la Portugal de Eusebio en 1966 con ocho tantos. "Empleamos mucho tiempo en estudiar las jugadas a balón parado. Las analizamos hasta el más mínimo detalle: quién se mueve hacia dónde y quién bloquea a quién", explicó el centrocampista Loftus Cheek.

Pero, ¿por qué hay tantos goles a balón parado? Según el panel de expertos de la FIFA, hay varias razones: que es más fácil defender que atacar, que las selecciones pequeñas basan cualquier opción éxito en la organización y la cautela, y que el videoarbitraje ha hecho que los defensas no sean tan agresivos en los balones aéreos por temor a posibles penaltis.

"Hemos observado que las líneas del centro campo y la defensa estaban muy juntas. Incluso jugadores como Messi o Neymar tenían problemas para atravesar defensas tan organizadas", advirtió el ex futbolista Marco van Basten, miembro del grupo de estudio táctico de la fIFA.

"Normalmente uno tiene buenos jugadores que se mueven entre líneas y tienen la creatividad o la técnica para marcar la diferencia", advirtió el holandés. "Pero hoy es casi imposible meterse entre líneas porque hay diez jugadores muy juntos, que se mueven además de lado a lado o de arriba a abajo. Es difícil encontrar espacios", añadió.

"Una nueva era", proclamó el diario El Mundo, que se preguntó si este Mundial suponía una "evolución" o una "involución".

Fernando Hierro, seleccionador español durante el Mundial, cree que el fútbol ha retrocedido: "Cada Mundial marca una tendencia. De 2008 a 2012 fue el momento del juego de España. Nadie lo había hecho. Pero a partir de ahí, los equipos han cambiado".

Su selección y el partido ante Rusia fueron posiblemente las dos mejores ejemplos para este cambio de paradigma que ya se atisbó en la Eurocopa 2016 con el triunfo de Portugal.

"El estilo y la cultura que fueron bellos por momentos, irresistibles en otros, parecen que han llegado a su final", escribió The Guardian tras la eliminación de España.

Los miles de seguidores que acudan a las calles de Bruselas a saludar a los miembros de los diablos rojos lo harán con varios motivos para celebrar y con una mejor historia en un Campeonato del Mundo.

La selección belga regresa de Rusia 2018 como la tercera mejor del torneo, fiel a una propuesta de juego y con alguno de sus integrantes consolidados en la elite del fútbol internacional.

La derrota encajada contra Francia en San Petersburgo en semifinales, no puede ocultar el buen rendimiento del conjunto entrenado por Roberto Martínez, otro de los que sale reforzados del torneo.

Bélgica, admirada por su talante sobre el césped y el gusto por la pelota como premisa, ha ganado seis de sus siete partidos en Rusia. Alguno tan memorable como el triunfo que logró contra Brasil, en los cuartos de final. Un éxito histórico que dio la medida de la ambición de los diablos rojos, después estancada por el choque contra el conjunto galo, que fue el que alcanzó la final.

La generación de oro del fútbol belga no volvió la cara a la Copa del Mundo. Lejos de ser aquél conjunto inestable en la alta competición, como quedó evidente en Brasil 2014 y la Eurocopa de Francia 2016, en plena madurez de sus principales integrantes, Bélgica respondió en Rusia.

Pero sobre todo, reafirmó como estrella a Eden Hazard. El jugador del Chelsea no desapareció en ningún momento, ni un minuto. Fue el líder de los diablos rojos y sobre el césped se acomodó entre los grandes. Será uno de los más codiciados durante el presente mercado estival, y en el club londinense se frotan las manos: su cotización se disparó.

Rusia puede suponer un punto de inflexión en el fútbol belga. Muchos de los componentes del plantel que quedó tercero en el Mundial dirán adiós a la camiseta roja. Será el final de una parte de la generación dorada. Pero aún hay tiempo para que hombres como Hazard, De Bruyne, Courtois o Lukaku expriman su talento en Qatar. Puede ser el final de una era y el inicio de la mejor Bélgica de la historia.

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