Deportes

Competitividad y oficio

  • Los rojiblancos aprovechan la inferioridad racinguista, manejan bien los tiempos y logran una victoria justa · Pese al 'baile' de hombres en el once, el bloque no se resiente

Fue más fácil, mucho más fácil de lo que estaba previsto, aunque dio la sensación de que, de haber respondido el desarrollo del partido a la previsión inicial, el Granada también habría dado la cara. Más que nada, por la apreciable diferencia de calidad y se diría que de convencimiento entre uno y otro equipo. Ante una situación de estrés lo mejor es la normalidad y eso fue lo que hizo el equipo rojiblanco, que ni se alocó por la importancia de los puntos ni tampoco se relajó, dosificó bien sus tiempos y no cayó en la precipitación, pese a que no decantó el resultado hasta el tramo final. En eso partía con ventaja, pues la verdadera presión era para los futbolistas locales, que la notaron muchísimo y le facilitaron así la labor a los de Abel Resino. Fue uno de los choque más cómodos de todo el curso y tuvo el final deseado. Justo final, por otra parte, tras el desempeño de unos y otros.

Banquillazos efectivos

Había futbolistas que venían de firmar un mal partido ante el Sevilla y el técnico rojiblanco lo tuvo claro a la hora de repartir camisetas de titular. Franco Jara merecía calentar banqueta, para dedicarle tiempo a pensar en lo que puede dar y pocas veces ofrece. Le vino de cine al argentino, que le sirvió como solución a Resino en la segunda mitad y que respondió como se espera de él. Fue una de las claves del partido, aunque no la más trascendental. Lo más importante es que el equipo fue muy competitivo, supo leer bien el partido y dio todos los pases que le condujeran a la victoria. Tampoco compareció Henrique, sustituto de Martins ante el Sevilla. En su lugar jugó Abel Gómez, mucho más adecuado para el puesto de enganche, como demostró el monachilero de adopción, uno de los futbolistas a los que más se vio en ataque.

Por qué cambiar

Una de las señas de identidad del equipo, en función de la configuración y las características de la plantilla, es la importancia ofensiva de los laterales, tanto de Nyom como de Siqueira, unos atacantes más cuando se dan las circunstancias oportunas. Ayer volvieron a darse, pese a que no estaba Nyom, y tanto David Cortés como Siqueira encontraron metros y se entendieron bien con sus compañeros de flanco para galopar, llegar y centrar. Pese a que la mayoría de los centros dirigidos al área de Mario Fernández resultaron intrascendentes y poco efectivos, esa fue una de las principales vías ofensivas del equipo granadinista, aunque ni mucho menos la más importante.

Equilibrio, como Abel quería

Apenas pasó apuros la defensa y el portero rojiblancos, ni siquiera cuando descendió, en el segundo acto, la presencia ofensiva del Granada. A ello contribuyó decididamente el trabajo de Mikel Rico y de Moisés por delante de la zaga. Abel Resino rescató al catalán para colocarlo junto a Mikel y lo explicó él mismo en la previa del partido: necesitaba más equilibrio, presencia y contención en un partido clave. Era cuestión de cerrarle los pocos caminos ofensivos de que dispone el Racing apostando por una configuración más de corte que de creación. Si hubiera estado Fran Rico, igual tampoco habría jugado. Salió bien, el Racing no progresó por la parte central de la zona ancha ni generó nunca peligro por ahí. Lo mejor de todo es que el juego de ataque no lo notó y el equipo consiguió, como suele ser habitual, generar varias opciones muy claras de gol. Otra cosa es la puntería...

Unos amigos

La defensa racinguista fue amiga en el primer tiempo y de eso se aprovechó especialmente Ighalo, que ganó la espalda en varias ocasiones y no marcó sólo porque se interpuso en su camino el palo, y en otra ocasión el guardameta, que fue el mejor del Racing. En realidad no sólo la zaga cántabra se portó como un aliado. En general todo el equipo de Cervera rozó la mediocridad durante los 90 minutos. Simplemente con ejercer un poco de presión, el Granada forzó que los locales erraran en numerosas entregas y que nunca encontraran sensaciones idóneas como para aspirar a perforar el arco de Roberto.

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