Covirán Granada-Palma | Crónica y resultado

El Covirán Granada sufre una inesperada derrota ante el colista (63-70)

  • Las ausencias por lesión y la mala puesta en escena le cuesta a los de Pablo Pin ceder ante un Palma que creyó en sus posibilidades y que siempre estuvo por delante en el marcador

Lluís Costa, al mando de los esfuerzos del Covirán.

Lluís Costa, al mando de los esfuerzos del Covirán. / Antonio L. Juárez / Photographerssports (Granada)

De ganar al líder a perder ante el colista no hay nada más que un paso, el que dio el Covirán Granada, que pasó de la euforia tras sorprender en Alicante a sufrir una dolorosa derrota ante Palma por 63-70.

Se puede poner la excusa de que hubo excesivas bajas en las filas nazaríes –Christian Díaz, Manu Rodríguez y Alejandro Bortolussi, a lo que hay que añadir que Bropleh jugó ‘tocado’–, pero también se puede argüir que en ningún momento los de Pablo Pin fueron por delante ante un conjunto que fue todo entrega desde el salto inicial.

Bamba Fall, uno de los más activos en las filas nazaríes. Bamba Fall, uno de los más activos en las filas nazaríes.

Bamba Fall, uno de los más activos en las filas nazaríes. / Antonio L. Juárez / Photographerssports (Granada)

Además de las ausencias, el Covirán estuvo lastrado durante todo el encuentro por su mala puesta en escena. El cuadro nazarí se vio sorprendido por un Palma que, consciente de los problemas de sus anfitriones, presionó desde el inicio y mantuvo la disciplina durante casi toda la contienda. Aún así, los locales tuvieron alguna opción, pero a la hora de la verdad estaban desfondados.

Pésima puesta en escena

Los locales comenzaron fríos. Muy fríos. Sorprendidos por la presión insular, en los primeros minutos perdieron balones, fallaron tiros libres y no cerraron bien los rebotes sobre su aro.

La falta de concentración inicial se tradujo en un 2-8 en algo más de dos minutos y medio. Pin optó por dar más mordiente a la espesura ofensiva de los suyos y no tardó en poner en escena a Bropleh, que había comenzado el choque desde el banquillo. Mediado el primer acto era notorio que había que ponerse las pilas y el que se encargó de encender la mecha fue Lluís Costa, que casi por sí solo se bastó para evitar que el Palma se empezara a creérselo (8-10, 5’10’’).

No obstante, la falta de fluidez ofensiva ante la persistente trabajo de la retaguardia visitante –ningún triple en los primeros diez minutos– hizo que sólo en el tramo final del cuarto inicial el Covirán, de la muñeca de Pardina, lograra empatar la contienda: 16-16.

Superados

El siguiente acto comenzó como el precedente, con el cuadro balear más metido en el encuentro y con mucha más mordiente, lo que se tradujo en un parcial de 0-8 y el consiguiente tiempo muerto solicitado por Pablo Pin. A la vuelta a pista, más de lo mismo.

Un Palma venido arriba dio continuidad a su juego ante un Covirán que, descentrado en ataque y defensa, empezó a dar síntomas de desesperación. Figueras elevó la desventaja hasta los doce puntos (18-30, a 6’21’’ para el descanso).

Alex Murphy no tuvo su día. Alex Murphy no tuvo su día.

Alex Murphy no tuvo su día. / Antonio L. Juárez / Photographerssports (Granada)

A Pin no le quedaba otra que mover el banquillo, pero sin dar con la tecla ante un rival instalado cómodamente en una docena de puntos arriba (25-33).

Según avanzaba el cuarto más se acentuaba la impotencia y la falta de concentración local y más crecía el ánimo visitante. La intensidad de Fall y la falta de acierto balear en varias acciones ofensivas evitaron la hecatombe.

Un parcial de 0-6 en un par de minutos de cierta lucidez culminado por una canasta de Bropleh sobre la bocina dio esperanzas porque tras un primer tiempo casi catastrófico la desventaja se quedó en sólo seis puntos: 29-35.

A contracorriente

Hasta tres posesiones en el mismo ataque tuvo el Palma para inaugurar el marcador tras la reanudación. La falta de concentración en el rebote defensivo también costó otros dos puntos. Nuevamente se volvió a repetir la historia y en dos minutos y medio el Palma ya estaba otra vez doce arriba (29-41).

Thomas Bropleh jugó a pesar de las molestias que sufría. Thomas Bropleh jugó a pesar de las molestias que sufría.

Thomas Bropleh jugó a pesar de las molestias que sufría. / Antonio L. Juárez / Photographerssports (Granada)

La calidad y la veteranía son grados y tirando de ellas en acciones puntuales los jugadores del Covirán volvieron a remar a contracorriente. E hizo acto de presencia Bropleh, que sumó seis puntos de forma consecutiva para acercar a los nazaríes (39-43, 24’). Pero el juego de los de Pin seguía deslavazado y la escasa rotación comenzó a pesar por momentos. Los insulares lo sabían y apretaron al máximo en defensa a sabiendas de que las ideas no fluían en sus anfitriones.

En los últimos compases del tercer cuarto apenas salió algo en condiciones. Iriarte, para complicar más la situación de falta de efectivos, vio la cuarta personal. El Palma, atascado en por momentos ante la defensa zonal de los locales, casi que se dejó llevar para adquirir una ventaja de ocho puntos para afrontar el último cuarto.

Esperanza

Con un adverso y preocupante 43-51 comenzó el cuarto acto. A diferencia de los anteriores, los de Pin empezaron intensos y concentrados. En un minuto, cinco puntos de Murphy hicieron pensar a los visitantes (48-51). Poco después, Fall, con una canasta y un alley opp puso todo el picante del mundo a falta de siete minutos (52-52). No se pudo mantener el ritmo ofensivo y Jacobo Díaz, Kullamae y Harrell dieron oxígeno a los suyos con un parcial de 0-8 (54-62, a 3’52’’ para la conclusión).

la vuelta del lógico tiempo muerto de Pin se demostró que cuando hay prisa hay que vestirse despacio. En un día en el que no hubo el casi tradicional festival de triples se intentó resolver desde más allá de la línea de 6,75. Aún así, hubo alguna opción, pero a falta de dos minutos, cuando se atacaba para ponerse a un punto o empatar, Lluis Costa perdió un balón y se le señaló antideportiva a Bropleh. Para colmo, en el siguiente ataque, el propio Bropleh regaló una posesión y fue Murphy el que vio la antideportiva.

Se luchó hasta el final, pero no hubo ni piernas ni cabeza para obrar un triunfo que se hizo imposible desde casi antes del salto inicial.

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