Covirán Granada-Palencia | LEB Oro

El Covirán Granada hace sonreír al Palacio con un gran triunfo ante el Palencia (73-68)

  • El conjunto nazarí consigue una victoria muy trabajada ante un gran equipo

  • Tras un primer tiempo a remolque, los de Pablo Pin ofrecen su mejor versión tras la reanudación

Los jugadores festejaron el triunfo

Los jugadores festejaron el triunfo / Álex Cámara (Granada)

El Covirán Granada necesitaba su mejor versión para derrotar al Palencia. Dicho y hecho. Tras un primer tiempo en el que los de Pablo Pin fueron al ritmo de los visitantes, tras la reanudación, y sobre todo en el último cuarto, desataron la tormenta perfecta para imponerse por 73-68 a un gran equipo como es el de Carles Marco.

El paso por los vestuarios marcó un antes y un después. En los primeros diez minutos se vio sobre la pista a un Palencia dominador en ambas pistas. En ataque tiene jugadores capaces de hacer un siete al más pintado mientras que defensa convirtieron su zona casi en un coto privado.

Los puntos de Kapelan llegaron en los momentos más decisivos Los puntos de Kapelan llegaron en los momentos más decisivos

Los puntos de Kapelan llegaron en los momentos más decisivos / Álex Cámara (Granada)

Aún así, el Covirán aguantó el tipo y llegó entero al descanso. En el tercer y cuarto cuartos cambió el decorado. Los rojinegros apretaron en defensa –los palentinos anotaron 30 puntos en los últimos 20 minutos– y en la pista delantera mostraron un ataque equilibrado con un Kapelan determinante en el último acto. Los nazaríes mantuvieron la concentración en todo momento y firmaron un triunfo de calidad que les debe hacer ganar confianza.

Guille Rubio, en la zona del Palencia. Guille Rubio, en la zona del Palencia.

Guille Rubio, en la zona del Palencia. / Álex Cámara (Granada)

Inicio con intensidad

Con Josep Pérez al mando, al que Pin quiere involucrar del todo en la causa, y Sergio Olmos viéndose las caras con Larsen –ambos cometieron muy pronto dos personales–, comenzó el choque con mucha intensidad. Sobre todo atrás. En los primeros cuatro minutos, el marcador apenas tuvo trabajo (4-4), con los dos contendientes con pocas facilidades a la hora de mirar al aro.

La igualdad en los guarismos duró poco más de cinco minutos. Lo que tardó el Palencia en demostrar que es temible en el tiro. Un parcial de 0-7 obligó a Pin a parar el choque (7-13, 6'30''). A la vuelta a pista, Corts cogió el timón. Y los cambios surtieron efecto en el marcador, pues tras llegar a estar ocho abajo, el Covirán cerró el primer cuarto metido de lleno en el partido (14-16).

Los palentinos marcan el compás

Comenzaron los granadinos revolucionados en ambas pistas con la intención de meter más intensidad sobre el parqué. Pero un parcial de 0-5 de salida y la segunda personal de Guille Rubio enfriaron los ímpetus.

Sin perder la cara al rival, el Covirán se las veía y deseaba para intentar frenar el variado ataque palentino. Los de Carles Marco, además, también metieron más presión en su defensa, con lo que empezó a verse auténticas 'batallas' en cada acción ofensiva.

Mediado el cuarto, los locales se vieron obligados a remar a contracorriente ante un rival que fue incrementando su renta como quien no quiere la cosa. Un triple de Jasaitis, que hacía rato que había engrasado su muñeca, oscureció el panorama para los locales (19-30, a 4'05'' para el descanso).

El técnico local se vio obligado a impartir instrucciones, sobre todo preocupado porque los suyos apenas podían maniobrar para meter balones al poste bajo. Y en éstas, Earl Watson se convirtió el en tercer pívot rojinegro en ver la segunda falta personal.

En los minutos previos al descanso se entró en un toma y daca que al menos frenó la sangría. Al intermedio, la desventaja se quedó en siete puntos: 31-38.

Empieza a cambiar el decorado

Un 3+1 de Josep Pérez, que ya había experimentado idéntica jugada poco antes del descanso, y un triple de Manu Rodríguez fue la maravillosa puesta en escena del Covirán tras la reanudación, lo que le llevó al empate en un santiamén. Los palentinos, que no querían ser sobrepasados, respondieron con un 0-5.

Pablo Pin imparte instrucciones durante un tiempo muerto. Pablo Pin imparte instrucciones durante un tiempo muerto.

Pablo Pin imparte instrucciones durante un tiempo muerto. / Álex Cámara (Granada)

Se habían desatado las hostilidades y el partido ganó muchos puntos en interés. Los jugadores de ambos bandos dieron el valor de un Potosí a cada balón en ataque. Y a cada rebote. Un contraataque culminado por Guille Rubio puso por delante a los locales, algo que no sucedía desde los primeros compases (46-45, 26'15''). Esta vez le tocó a Carles Marco parar el chaparrón.

El Palacio aprieta

Se hizo evidente que había llegado el momento de apretar. Jugadores y aficionados acompasaron sus ritmos y el Palacio fue un todo uno para tirar del carro.

La defensa local dejó al conjunto palentino en sólo 30 puntos en los dos últimos cuartos

Los últimos minutos del tercer cuarto fue un derroche de entrega ante un rival que destilaba talento por todos sus poros. Un triple de Kacinas dejó a los visitantes tres arriba a falta de jugarse los últimos diez minutos (50-53).

Se voltea la tortilla

El último cuarto comenzó cargado de tensión. Se notó en cada acción. El Covirán se encomendó a lo suyo: ganar desde atrás y puso todos sus sentidos en una defensa que amargó a sus invitados. Durante los primeros tres minutos no se dejó hacer al Palencia, lo que puso los cimientos para un 8-0 esperanzador (58-53, a 7'13'' para el final).

Los minutos comenzaron a parecer que duraban más de 60 segundos. Los visitantes apenas maniobraban ante la presión de la retaguardia nazarí.

Joan Pardina realizó un gran trabajo ante el Palencia Joan Pardina realizó un gran trabajo ante el Palencia

Joan Pardina realizó un gran trabajo ante el Palencia / Álex Cámara (Granada)

En ataque nadie eludió la responsabilidad, entre ellos Kapelan. Dos triples suyos pusieron al Covirán siete arriba a falta de 3'30'' para el final (66-59). Y tres tiros libres del canadiense elevó a ocho la ventaja (72-64).

A partir de ahí, con todos enchufados, todo fue más llevadero, pero sin levantar en ningún momento el pie del acelerador porque algunos errores dieron emoción hasta el mismo bocinazo final.

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