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Di María, el héroe infatigable

Hace tiempo que Ángel di María es una pieza indispensable en la selección argentina, pero en el Mundial de Brasil se ha convertido en héroe indiscutido, un alma infatigable que le da velocidad, profundidad y que, asociado con Lionel Messi, consiguió el gol que la clasificó a cuartos de final.

El Fideo, que con pocos años se fue del club de barrio El Torito a Rosario Central a cambio de 26 pelotas, vive su mejor momento.

Ganó en mayo la Liga de Campeones con el Real Madrid, en una intensa final en la que fue nombrado el mejor jugador del partido, y casi sin descanso se sumó a la concentración de Alejandro Sabella para comenzar a construir el difícil camino del tricampeonato.

"Nos dejamos el alma en el campo, dimos la vida por cada balón", afirmó emocionado tras correr los 120 minutos que Argentina necesitó para vencer por 1-0 a Suiza en Sao Paulo, sufriendo hasta el final.

Fue el gol "más importante" de su carrera y lo dedicó formando un corazón con sus manos a su mujer, Jorgelina Cardoso, y su hija Mía, de 14 meses. "Les había prometido un gol y, por suerte, se me dio, gracias, a la perfecta asistencia de Leo (Messi)", explicó.

La pequeña nació en abril de 2013 tras sólo seis meses de gestación y con un 30 % de probabilidades de supervivencia. Debió permanecer más de dos meses internada en cuidados intensivos.

"Mi hija me enseñó que todo se puede, a saber que lo más difícil a veces se puede convertir en algo fácil, en que el esfuerzo de uno puede tener recompensa, me enseñó a saber sufrir y a saber aguantar el dolor, a ser más fuerte. Todo esto que me transmitió me ayudó a hacer un año espectacular", dijo al diario Marca.

Di María nació en el seno de una familia humilde del barrio Alberdi de la ciudad de Rosario. Desde chico repartió su tiempo a jugar al fútbol y ayudar a su padre Miguel a cargar las bolsas de carbón que vendía en su pequeña tienda.

Al igual que varios de sus compañeros en la selección, Di María jugó sólo un par de años en el fútbol argentino, en Rosario Central, antes de partir con apenas 19 años a Europa. Una distancia que a veces enfría la pasión futbolera argentina por los jugadores que se desempeñan en el Viejo Continente. Pero a base de esfuerzo, el Fideo se comenzó a ganar a sus compatriotas ya desde la selección sub 20 que ganó el Mundial en 2007 y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.

Desde entonces, fue parte indispensable de la selección argentina, mientras crecía futbolísticamente primero en el Benfica portugués y desde el año 2010 en el Real Madrid.

La última temporada tuvo sin embargo un comienzo difícil para Di María en el conjunto blanco. La llegada de Gareth Bale lo descolocó y a eso se sumó un gesto grosero en enero, cuando se tocó los genitales frente a la afición, lo que lo dejó cerca de salir del equipo.

Su entrenador, Carlo Ancelotti, apostó sin embargo por él y consiguió un resultado magnífico. Y tras coronarse campeón en Lisboa, sin descanso se dedicó de lleno a la selección argentina.

"Después de esa final dije que mi cabeza iba a estar en el Mundial, después de no haber hecho un buen Mundial en Sudáfrica quería la revancha", aseguró.

Su esfuerzo está teniendo recompensa. Se destaca como volante por izquierda y ante Suiza demostró que por la derecha también puede ser letal. Recorre sin descanso toda la banda para aportar desde la recuperación hasta el ataque y se convirtió en uno de los cuatro fantásticos, la potente ofensiva albiceleste ahora tocada por la lesión de Sergio Kun Agüero. Gestó una amistad y una complicidad en el juego con Messi que en Sao Paulo mostró su efectividad.

Di María no se rinde nunca y corre hasta el último minuto, aunque reconoce que tanto despliegue físico lo agota. "Me canso cuando llego al vestuario. Se siente el desgaste, pero uno quiere ganar y que la selección siga en el Mundial", subrayó el volante.

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