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Federer ya tiene su sueño

  • Gana a Soderling con facilidad (6-1, 7-6 y 6-4) y alcanza su ansiado primer triunfo en París · El suizo calla las bocas de los que pronosticaron su declive y entra en la leyenda del tenis

Llovía sobre París, y Federer sacaba para ganar el partido más importante de su vida, y ya las lágrimas del suizo afloraban en sus ojos. Minutos después de ganar el torneo que más ha deseado, hubo de nuevo lágrimas, mientras sonaba el himno de Suiza. Lágrimas diferentes a las que derramó en enero durante la entrega de premios en la final del Abierto de Australia, donde fue derrotado por el español Rafael Nadal.

Fue una final rápida, demasiado rápida y fácil para Federer en un momento histórico, aunque no tan veloz y desesperante como la que perdió el año pasado contra Nadal por 6-1, 6-3 y 6-0.

Por eso quizás las primeras palabras de Federer tras recibir el trofeo de manos del estadounidense Andre Agassi, ganador hace diez años al batir al ucraniano Andrei Medvedev, fueron de alivio. "Sienta muy bien estar en el podio por fin como ganador", respiró tranquilo por fin, mientras sus hombros se mojaban con la lluvia.

Federer ha tardado mucho, doce años, para ganar en París. Diecinueve finales del Grand Slam ha necesitado para por fin acallar a los que le criticaban su falta de constancia en la tierra batida, y a los que apuntaban que no podría ganar aquí, siempre que Nadal estuviera cerca. Esta vez, faltando el español al ser eliminado por Soderling en octavos, hubiera sido imperdonable para él no alzar la Copa de los Mosqueteros.

"Me diste una lección de como jugar al tenis. Tu eres el más grande en la historia y te merecías ganar ese título", reconoció un entregado Soderling que descubrió que anoche había bromeado con su entrenador, el sueco Magnus Norman, último finalista de esta nacionalidad en 2002, con la posibilidad de ganar.

Y fue una gran lección, pero Federer contó con la especial ayuda de Soderling, que no tuvo su día, y que después de ganar por primera vez en su carrera nueve partidos seguidos sobre tierra, desaprovechó una gran ocasión para, al menos, hacer feliz a su compatriota Bjorn Borg, campeón en seis ocasiones, que presenció el partido en el palco.

Los comienzos del partido fueron desalentadores para el verdugo de los españoles David Ferrer y Rafael Nadal. Soderling fue capaz únicamente de ganar un punto al saque de Federer, y once en total en esa manga, en la que el sueco solo se anotó 10 con su servicio. En resumen, Federer se llevó el parcial, con un paseo de 23 minutos.

En el segundo, la monotonía se rompió sólo en el desempate, donde Federer mostró su poderío al ganarlo por 7-1, con cuatro de los 16 aces que logró en el encuentro (ha terminado como mejor sacador con 80). Ahí se acabaron las posibilidades del sueco.

Pero lo que sin duda destrozó al escandinavo fueron los 57 golpes ganadores del suizo y su incapacidad para lograr confirmar puntos de rotura. Robin solo tuvo dos posibilidades durante el encuentro, en el cuarto juego del tercer set ,cuando se llevaban disputados 89 minutos, y el otro cuando ya casi se había entregado.

Con lluvia cayendo sobre París, con 20 grados, y el público rugiendo a favor de Federer desde que éste pisó la central, el suizo se aprestó a sacar para ganar el partido quizás más importante de su carrera. Y entonces sus nervios, impropios del que aspira a convertirse en el más grande en la historia, afloraron.

Federer jugó entonces muy nervioso, deseando acabar cuanto antes se aceleró y Soderling pudo romperle. Mirka Vavrinec, esposa de Roger, contemplaba el partido con tensión y apretaba las manos. Soderling ayudó al restar a la red en el punto final y Federer se arrodilló, lloró, y se tapó la cara con las manos.

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