Fernando Climent Huerta, plata en Los Ángeles 84

Fernando Climent: "Volví a los 20 años de la plata y ya no quedaba ni el lago"

  • El presidente de la Federación Española de Remo detalla la extraordinaria vivencia de aquella medalla en Los Ángeles 84.

Acude con su inseparable Luismari Lasúrtegui, el otro componente del dos sin timonel de remo que se colgó la plata en Los Ángeles 84, la primera de sus cuatro presencias olímpicas; esto es, el sevillano con más Juegos junto a la palista Bea Manchón y al jinete Luis Astolfi. Fernando Climent, presidente de la Española desde el 93 y que siempre ha ido de la mano con Lasúrtegui, su mano derecha en la Federación, hace un repaso desde los 80. Treinta años no son nada tras un subcampeonato olímpico, cuatro Juegos y 17 Mundiales con dos oros, dos platas y cinco bronces.

-Cuatro Juegos y pudieron ser cinco si hubiera ido a Moscú, tenía ya 22 años...

-Estuve a punto. Hice pruebas, pero empecé a entrenar muy tarde por el servicio militar. Casi entré en una embarcación que fue finalista, un cuatro scull que acabó quinto.

-'Tetraolímpico', un orgullo.

-Estoy orgulloso no sólo de la extensa trayectoria deportiva, sino también de los resultados. Hubo altibajos pero siempre con espíritu de superación, yendo a Mundiales, conseguiendo finales, medallas, e incluso siendo presidente y estar remando a la vez. Pensaba que tenía todos los reconocimientos y apareció la medalla de oro de Sevilla el pasado 30 de mayo, algo impensable. Y encima con los acompañantes que tenía: Felipe González, Emilio Cassinello... que fue el penúltimo relevo, quien me dio la antorcha, para encender el pebetero de la Expo 92.

-Habrá historias de los Juegos a cientos...

-A un deportista le quedan todas. Puedo contar Mundial por Mundial y Juegos por Juegos, pero no acabaría. Los Ángeles marcó por muchos motivos, no sólo por la medalla. En mi caso, no estaba aún mi categoría, el peso ligero, y era complicado remar con Luismari porque sólo hay que vernos, con una diferencia de peso de 20 kilos y una altura de casi 20 centímetros. Yo quería estar en unos Juegos, era mi obsesión, y no sólo logramos la plaza, sino que vimos que podíamos pelear por medalla.

-Al menos Lasúrtegui vivió una experiencia olímpica anterior...

-Sí, y yo muchos Mundiales. Pero cuando tienes que competir en unos Juegos, que es lo que te marca en la historia del deporte, entras en una final y peleas por una medalla, hay que disfrutar de esos momentos. Y más con lo que vino luego, no se estaba tan habituado a ganar medallas como ahora, antes eran cuatro o cinco por Juegos. Después de Barcelona esa barrera se rompió.

-Recuerde aquella curiosidad en la entrega de medallas.

-En Los Ángeles se ganaron cinco y nosotros fuimos los primeros. Estuvimos cuatro días siendo noticia hasta que entraron también los de vela y remataron los del baloncesto. Juan Antonio Samaranch, que llegó a la presidencia del COI tras Moscú, quería estar en la entrega y ponernos la medalla al ser la primera desde su nombramiento. Llegó tarde en helicóptero. Nos hicieron la entrega y cuando nos íbamos, apareció para saludar. En su libro de memorias nos menciona. Nos hicimos una foto con él poco antes de fallecer, casi 25 años después.

-Y los recibieron como héroes.

-Fue una locura. Llegar a Sevilla, ir al Ayuntamiento, a la Junta, a la Diputación, una semana de un sitio para otro. Una persona empezó a llevarnos la agenda porque no sabíamos qué hacer, tele, radio, entrevistas... En Los Palacios nos hicieron un homenaje, toda la gente cantando, se te ponían los pelos de punta. Son cosas que te llegan dentro. Luego fuimos a Pasajes de San Juan, el pueblo de Lasúrtegui, engalanado con banderitas, la banda de música. Había muchos amigos de los clubes de Euskadi, Orio, Urki...

-Seúl, Barcelona y Atlanta.

-En Seúl no nos fue bien y Luismari lo dejó. Sí fueron muy bonitos los de Barcelona; éramos los cuatro de Sevilla, De Marco, Fernando Molina, Aguirre y yo, en Bañolas, hice de remero y entrenador. Fue entrañable. Sin un gran potencial fuimos novenos, resultado muy digno. En Atlanta se cerró todo. Competí con tres chavales de 18 años, los sevillanos Alfredo Girón y Juanma Florido, y David Morales, de Amposta, y yo con 38. Traté de ayudar y también disfruté. Era un cuatro ligero, no fue bien y nos quedamos fuera en semifinales.

-Ahí ya era presidente de la Federación Española. ¿Cómo lo compaginaba?

-Fui elegido en el 93. Querían un giro y pensaron en Luismari. Él, por su trabajo, no podía y me presenté. Salí y como estaba físicamente bien, seguí. Y con Fernando Molina ese año fuimos campeones del mundo siendo ya presidente. Había muchos retos bonitos en Sevilla de sacar adelante: el CAR, después la residencia, traer eventos deportivos como el Campeonato Master del 98, el Mundial de 2002 y en 2013 será aquí el Europeo.

-¿Cuál fue su modalidad favorita?

-Los sin. Nosotros éramos más técnicos que fuertes. Los hermanos rusos Pimenov (Yuri y Nikolai), rivales y amigos, medían 1,96 y 1,98 y pesaban 100-104 kilos, contra ésos tenías que pelear.

-¿Recuerda quiénes ganaron en Los Ángeles?

-Los rumanos (Petru) Iosub y (Valer) Toma. Uno de ellos es militar y el otro, entrenador, lo vemos en las regatas. Terceros fueron los noruegos (Grepperud y Lokken). Es como un circuito y nos vemos desde hace 30 años. Con los del Este y los italianos tenemos más relación.

-¿Con qué rivales se quita el sombrero, los que más admiró?

-Hay un adversario de la época: el inglés Steve Redgrave. Cinco oros en cinco Juegos dan para ser un referente, no sólo en remo. Encima es de mi generación. Compitió en Los Ángeles en cuatro y en Seúl en dos, pero en los Mundiales participaba en dos. A partir de Seúl empezó con Matthew Pinsent. Era un caníbal, no dejaba respirar a nadie. Y luego se juntó con Pinsent, igual o peor. Se unieron los dos mejores remeros de la historia. También admiro al finlandés Karppinen, con tres oros olímpicos en skiff, pero los otros dos no dejaban nada, ganaban los Juegos, los Mundiales y hasta el recreo.

-¿Lloró en las ceremonias de inauguración?

-Nunca me interesó mucho. En Los Ángeles no fui... El remo empieza siempre al día siguiente y eso te echa para atrás, aparte de que son un montón de horas. En Seúl estuve pensando que era la última, pero fue la suya. En Barcelona fui porque era en casa y no te lo podías perder. Y en Atlanta lo hice por los chavales, pero no me llamaba mucho la atención. En el 92, salimos de Bañolas a las tres de la tarde y regresamos a las tres de la mañana.

-¿Y visitaba las ciudades?

-En Seúl estaba cerca el campo de regatas y estuvimos en la villa olímpica con todos. En Barcelona vivíamos en Bañolas y en Los Ángeles estabámos en Santa Bárbara, a 100 kilómetros. Volví a los 20 años de la plata con mi familia y ya no quedaba ni el lago, no había ni agua. Lo montaron para los Juegos y lo desmontaron. Y yo les decía a mi mujer y a mis hijos: "El lago estaba aquí".

-Pasó la fiebre, pero ¿Sevilla tenía capacidad para organizar los Juegos Olímpicos?

-Yo lo peleé. Capacidad tiene porque es una ciudad que con esos retos se supera. Parece que está dormida, pero cuando viene un desafío todo el mundo se pone las pilas. Podía haber acogido unos Juegos tranquilamente porque tenía las infraestructuras, las comunicaciones bien con el AVE y el aeropuerto, la capacidad de alojamiento buena, Málaga y Cádiz cerca para la vela... Una de las instalaciones más complejas, la nuestra, estaba hecha. Madrid tiene casi todo, menos el remo y el piragüismo. También hay apoyo popular y eso se valora. Con el legado no hubiera habido problemas tampoco. Es una ciudad que hace 30 años estaba de espaldas al deporte pero entonces y hoy la gente practica deporte también por salud. Ahora vas a correr y está el paseo lleno. La mentalidad ha cambiado. Cuando yo tenía 14 años y me veían corriendo me gritaban "un pico y una pala, un pico y una pala, tanto correr ni correr...".

-Su palmarés en la Sevilla-Betis es de casi pleno...

-Sí, remaba con el Sevilla, salvo un año que por una cláusula tuve que hacerlo con el Betis y gané. Las 17 ediciones posteriores remé con el Sevilla, siendo capitán, y perdí sólo una. Y la perdí yo porque me puse muy duro y dije que el que se fuera de vacaciones y no entrenara, no entraba. Había un par de remeros muy buenos que los dejé fuera, con ellos hubiéramos ganado. ¿Qué conseguí? Que los 10 años siguientes nadie se moviera.

-Nuria Domínguez se quedó a las puertas de sus cuartos Juegos.

-A punto, a punto, a punto de tener una plaza por la lesión de una australiana, pero al final otro va a doblar en el skiff y en el doble scull. Si no lo hubiera hecho, la plaza habría sido para Nuria. Al final ha dicho que hace las dos pruebas y nos ha dejado con un palmo de narices. Pero son las normas y hay que aceptarlas, aunque ha sido una pena por ella.

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