La fe llevó a España a la final del Europeo sub 21, con el premio añadido de la clasificación para los Juegos de Londres, culminando en la prórroga una remontada en un partido complicadísimo frente a Bielorrusia. España no tuvo el brillo de otras tardes, pero aun así superó claramente a un rival disciplinado, cicatero y afortunado. Un remate entre los tres palos, un gol.

A un minuto del final, cuando todo parecía acabado, empató Adrián. La prórroga fue un paseo. El segundo gol de Adrián mató a Bielorrusia, que acabó encajando otro por medio de Jeffrén.

Milla repitió el once que había asombrado en la fase de grupos. Mejor no tocar lo que funciona, dijo. Pero España no fue la misma. Faltó velocidad en la circulación del balón, sobraron las imprecisiones. Hubo pinceladas pero el equipo jugó en general algo agarrotado. A ello contribuyó en gran medida Bielorrusia, que optó por acumular muchos hombres por detrás del balón para entorpecer al máximo el juego de España. Y lo logró.

España tuvo la pelota el 75 por ciento del tiempo. Una barbaridad. Pero no sacó demasiado provecho de ello al principio. Un saque de banda en largo de Perepechko, que Sivakov peinó, y con Domínguez encima de él, Voronkov remató de espaldas y se cayó junto al poste. Un premio exagerado para Bielorrusia.

Por primera vez en todo el torneo, España tenía que remontar y demostrar su carácter. Y lo hizo. Milla optó por abrir el campo buscando más profundidad. De un centro de Capel, a pase de Mata, llegó el 2-1 de Adrián, un cabezazo en el área pequeña. Ahí murió Bielorrusia. Jeffrén redondeó el marcador en un contraataque.