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Gana la guardia de la noche

  • El Valencia monta un entramado defensivo que cercena la idea ofensiva del Granada · Fue clave que Jara, al jugar por dentro, no se encontrara con los 'Ricos'

Pues no sé sabe cuántos partidos van en los que una equipo 'grande' pasa por Los Cármenes y se lleva más premio del que merece. A bote pronto cabe recordar aquel 0-0 frente al Atlético de Madrid, y el más reciente, el de ayer, el 0-1 del Valencia que a poco que enseñó se llevó tres puntos en una jugada aislada. Pero la nota en común de todos los duelos es que sólo dos rivales, tanto en juego como el calidad, se han llevado el gato al agua con justicia en el templo rojiblanco: Barça y Rayo Vallecano. Los demás, o han caído o se han llevado algo. Y los valencianistas ayer se fueron 'a gustito' de la ciudad de la Alhambra con tres puntos trabajados, sí, pero en los que no se mostraron nada superiores a los de Abel

Tácticamente

Escribiendo con la pizarra en la mano, las fuerzas anduvieron más equilibradas. Emery demostró que tira de DVD para preparar los partidos, y a los rojiblancos los tenía estudiadísimo. La única duda del técnico che era saber con qué iba a partir Abel, si iba a ser conservador con su homónino Gómez haciendo las veces de Martins, o si por el contrario iba a optar por la alternativa más natural, que no era otra que situar a Franco Jara entre líneas. Resino tiró por lo normal, poner al de Villa María para conducir la pelota entre la media y la delantera, además de poner a Cortés como lateral derecho dejando fuera a Nyom, con lo que renunciaba a la profundidad (se supone que debía aportar el albaceteño) por control de las subidas de Jordi Alba y Feghouli. Pero el Valencia no se fiaba del Granada y tiró de su once tipo, su once estrella y más en forma. Tino Costa y Mehmet Topal funcionaron como perfectos stoppers del contragolpe rojiblanco, ayudados por Jonas y con Jordi Alba y Feghouli tapando la conexión de los 'Ricos' con sus laterales.

Consecuencias

Coartado el poder circulatorio del Granada, el equipo de Abel se pareció durante muchos minutos al de Fabri, más convencido de aprovechar los contragolpes y las pérdidas de Topal y Costa que de generar. Los ches tampoco exponían y jugaban a lo mismo que los locales. Es decir, juego parejo, enfocado a no fallar y dejar opciones al oponente. La diferencia pues, debía ponerla la calidad. Y ahí el conjunto de Emery halló la luz. En un contragolpe Jonas puso la directa y esta vez Mikel Rico no pudo pararle. Falló el vasco y el conglomerado defensivo local se descompuso. La zaga adelantada era un riesgo y pese a que secó a Soldado, que tuvo que moverse más de lo habitual en él, se vino abajo. Siquiera no pudo controlar la velocidad del argelino y todo acabó ahí.

La guardia de la noche

Emery mandó a los suyos al norte a defender la muralla de hielo como hermanos de la guardia de la noche guardianes de la noche en Juego de Tronos, que además van de negro. La primera vía de acceso a Guaita que taparon los valencianos fue hacer inútil la presencia de Franco Jara. El argentino miró más arriba y en ningún momento logró comunicarse ni con Fran ni con Mikel. Así, el balón no le llegaba en la mejores condiciones al platense que demostró no ser ni Martins, ni lo que muchos esperaban de él, un jugador como lo fue Orellana el año pasado. Lo demás fue nadar para nada. Hacía falta algo más porque lo inicial ya no valía.

Más apoyos

Con un Valencia agazapado y organizado atrás, en clara renuncia a sentenciar a no ser que errara el Granada. Abel apostó por ofrecer más salidas a Mikel y Fran Rico. De esta forma adelantó a Siqueira y David Cortés. No sólo hubo más salida del balón, si no que los interiores aparecieron más que en todo el primer tiempo. Durante los primeros minutos de la reanudación incluso forzaron a los valencianos a desaparecer en la zona media. El Granada llevaba peligro. Era el camino y el balón al poste de Jaime no fue más que un aviso de lo que podía ser y al final no llegó.

Pierna cambiada

Sólo al final del partido los extremos del Granada jugaron en su posición natural de golpeo, con Franco Jara a la derecha y Uche a la izquierda. Pero durante todo el partido Abel tenía cambiado de sitio a Jaime y, sobre todo, en los segundos cuarenta y cinco minutos, ambos jugaron a pierna cambiada. En el caso del albaceteño sí que generó peligro, no así Jara, muy previsible en sus movimientos. El único que sí estuvo en su lugar lo que jugó fue Benítez, pero no tuvo incidencia alguna en el juego del equipo. La lesión final de Jaime también trastocó los planes, que Uche debió caer al flanco zurdo (que no es el suyo) y dejar por dentro a Abel para no perder efectivos arriba, una vez que Geijo debía fijar, bajar y aguantar de espalda cualquier balón que le llegaba. Por segunda vez con Abel, los rojiblancos acababan con todo su arsenal sobre el campo. Pero para nada. La guardia de la noche es un ejército de once soldados, y no sólo uno.

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