Nba · arranca el 'play off'

Gasol, estrella invitada en la 'ruta del 16'

  • Por primera vez un español es protagonista en un equipo que lucha abiertamente por el anillo

El día 16 de abril –apunten el número– la temporada regular de la NBA echó el cierre. El mismo día en que Kareem Abdul-Jabbar cumplía 61 años, la gran Liga dio paso a la postemporada, al play off que da sentido a la competición de baloncesto más prestigiosa del planeta. Jabbar, cinco veces campeón de la NBA con los Lakers, debió sonreir al término del curso: el equipo en el que militó durante 14 campañas es la más seria amenaza para los Celtics (66 triunfos y... 16 derrotas), favorito sobre el papel al título, gracias a la genialidad de Kobe Bryant y al papel destacado de un pívot, Pau Gasol, que juega con el dorsal que invierte los guarismos de su edad y que ha convertido a la franquicia en el rival a batir de la Liga. Con permiso de los Orgullosos Verdes. Como sucedía en tiempos de Abdul-Jabbar.

Sea como sea, es seguro que Gasol, al fin estrenará su casillero de victorias en postemporada. De momento, sus tres comparecencias en play off, siempre con la zamarra de los Grizzlies, se tradujeron en 12 derrotas y ningún triunfo. En California, la apertura del casillero de victorias es segura. La cuestión, claro, es sumar exactamente 16: cuatro en cada una de las rondas de las eliminatorias. Precisamente el dorsal que luce Gasol. Precisamente, el número de triunfos que garantiza el título.

Para ello, en primera instancia, los Lakers deberán deshacerse de los Nuggets de Iverson, Anthony y Marcus Camby, tríada de estrellas rodeadas de mediocridad. No será tarea fácil, pero tampoco extremadamente compleja. De vencer, el ganador del duelo entre Rockets y Jazz será el paso previo a la final del Oeste. Quizá la mejor noticia para Bryant, Gasol y compañía es observar la parte contraria del cuadro: Mavericks y Hornets y Spurs y Suns pelearán entre sí para ganarse una plaza en la final de Conferencia. Es decir, que de los Paul y West, Ginobili y Duncan, Nash y O’Neal y Kidd y Nowitzki, sólo dos llegarán al penúltimo escalón hasta el título. Y lo harán además heridos en batallas cruentas, como ese Spurs-Suns de primera ronda con el recuerdo de la semifinal de Conferencia de hace un año, con la determinante agresión de Horry a Nash que cercenó las posibilidades de los de Arizona.

Pero el Este también cuenta. Aunque sólo sea como la narración del camino presumiblemente cómodo hacia la Final que deben transitar los Boston Celtics, que reverdecen laureles de la mano de su trío mágico (Garnett-Pierce-Allen), apuntalado además con veteranos de postín, como Sam Cassell. Su primer rival, Atlanta, no es la preocupación en Masachussets. Sí lo es el presumible siguiente escalón: los Cavaliers de LeBron James. Si hay un jugador que puede determinar una eliminatoria, ese es el Genio de Akron, que deberá deshacerse en primera instancia de unos Wizards que aprendieron a vivir sin Gilbert Arenas y que ya pieden contar con él.

En el otro lado del cuadro, Orlando y Detroit luchan por no ser convidados de piedra en la presumible fiesta de los Celtics que, a su vez, pretenden aguar los Lakers. Los de Michigan tienen un compromiso relativamente sencillo ante los sorprendentes 76ers, sorprendente equipo de play off pero condenado a una rápida eliminación ante un equipo más experto, más ambicioso, más compensado. Mejor, en suma. Orlando, por su parte, espera a los Raptors del otro español invitado a la ruta del 16, José Manuel Calderón. El extremeño, suplente por deseo de Sam Mitchell, forma parte de una de las plantillas más compensadas de la Liga, concebida al estilo europeo, pero que tendrá que chocar con la potencia de Dwight Howard, el mejor pívot de la Liga. Toronto dará guerra, pero todo lo que sea mandar al campeón del concurso de mates a su casa en la primera ronda suena a entelequia: aunque sobre el papel los Raptors tienen mimbres para garantizar una eliminatoria larga, ningún miembro de la franquicia canadiense puede detener a Howard quien, por contra, tiene todo lo necesario para anular a Chris Bosh. Y sin Bosh, Toronto se vulgariza. Más si quien lleva la batuta es T.J. Ford, por decisión personal e indiscutible del ex Entrenador del Año del pasado curso, Sam Mitchell.

Son 16 equipos que aspiran, con más o menos argumentos, a lograr 16 victorias. Esa es la ruta que marca el anillo y que justifica 82 partidos de competición concentrados en cinco meses. A más de tres por semana. Al final sólo queda uno. Y, por primera vez, ese uno, el campeón, puede tener un español entre los suyos. Ya no es un sueño.

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