JJOO de invierno

Matthias Mayer gana para Austria la prueba reina del esquí

  • El austriaco gobernó con maestría la muy técnica parte alta del trazado y solventó de forma impecable los dos largos saltos .

Matthias Mayer protagonizó la primera gran sorpresa de los Juegos Olímpicos de Sochi al capturar el primer oro para Austria, en el descenso, la prueba reina del esquí alpino, disputada en la exigente pista de Krásnaya Poliana. 

Mayer, nacido hace 23 años en Carintia, que hasta la fecha tenía como mejores resultados dos segundos puestos en la Copa del Mundo -en los supergigantes de Lake Louise (Canadá) y Kitzbühel (Austria)- logró el triunfo de su vida

El austriaco gobernó con maestría la muy técnica parte alta del trazado y solventó de forma impecable los dos largos saltos -el 'Russian Trampoline' (trampolín ruso) y el 'Lake Jump' (salto del lago)- de la pista caucásica, de 3.495 metros, con salida a 2.045 y un desnivel de 1.075. 

Que cubrió en un tiempo vencedor de dos minutos, seis segundos y 23 centésimas, seis menos que el italiano Christoph Innerhofer -campeón del mundo de 'súper' en Garmisch-Partenkirchen (Alemania), hace tres años-, que, nacido en el Alto Adigio hace 29 años, también se mostró exultante al ganar la plata. 

En una prueba en la que el bronce fue para el noruego Kjetil Jansrud, otro valor seguro del potente equipo nórdico, que, sin destacar en exceso en el circo blanco, nunca puede ser descartado y hoy capturó su segunda medalla en unos Juegos, después de la plata que se colgó al pecho en el gigante de Vancouver. 

Tres medallistas merecidos que no por ello dejaron de erigirse en sorprendentes protagonistas de una jornada llamada a ser, sobre el papel, un duelo entre el genial Bode Miller -que con 36 años aspiraba al oro, después de haber brillado en los entrenamientos- y el no menos espectacular Aksel Lund Svindal. 

El estadounidense, cuádruple campeón mundial, doble ganador de la Copa del Mundo y quíntuple medallista olímpico -en Whistler Mountain, hace cuatro años, capturó una de cada metal-, que bajó con el dorsal 15, marcó en ese momento el sexto mejor parcial -que no desbancaba a ninguno de los tres primeros, ya en meta- y acabó en un insípido octavo puesto. 

El noruego, que bajó tres puestos detrás, tampoco bajó a ninguno de los medallistas del podio. Svindal -con un palmarés muy similar al de Miller- se tuvo que conformar con el siempre desagradecido cuarto puesto, a 32 centésimas de Mayer. Que, si bien no había ganado nada grande hasta hoy, portaba genes olímpicos en la sangre: su padre, Helmut, fue medallista de plata en los Juegos de Calgary'88 (en Canadá). En el supergigante. 

Para el que Matthias aún se reserva otra bala en Sochi. Fue en esta disciplina en la que el austriaco comenzó a destacar, al lograr plata en el mundial júnior de disputado hace seis años en la estación española de Formigal (Huesca). Y es el 'súper' la modalidad en la que ha logrado sus dos únicos podios en Copa del Mundo. 

Hoy ganó en la disciplina reina, el descenso, en la que la señal de alarma lucía de forma intermitente, en color naranja, en el cuartel austriaco. La potencia histórica del deporte rey invernal sólo había festejado un triunfo en año y medio en un descenso: el de Hannes Reichelt -ausente en Sochi, por lesión- hace un mes, en Kitzbühel. Ante su público. 

Hoy Mayer se inscribió por derecho propio en la historia del deporte austriaco y volvió a ganar para su país un oro en la prueba reina. Lo había conseguido por última vez, en 2002, Fritz Strobl, en Snowbasin (Utah), en los Juegos de Salt Lake City (EEUU). 

Matthias prolongó, no obstante, la lista de campeones olímpicos que protagonizan sorpresas en un descenso. El último favorito claro -exceptuando al gran Pirmin Zurbriggen, que ganó para Suiza el de Calgary, en 1988- en llevarse a casa el oro fue Franz Klammer, que se convirtió en héroe nacional en 1976, cuando se impuso en el Bergisel de Innsbruck, en los segundos Juegos que organizó Austria. 

Desde entonces, en 1980 ganó, en Lake Placid (EEUU) su compatriota Leonhard Stock, cuatro años antes de que Bill Johnson sorprendiera al mundo entero convirtiéndose en el primer campeón estadounidense de esta disciplina. Otro austriaco, Patrick Ortlieb, supo seleccionar perfectamente sus escasas victorias. Ganador en Kitzbühel -el descenso más prestigioso del circuito- y campeón del mundo en la estación española de Sierra Nevada (Granada), en 1996, cuatro años antes había sido oro en los Juegos de Albertville (Francia). 

En Lillehammer'94 (Noruega), la victoria de Tommy Moe en Kvitfjell fue casi tan sorprendente como la de su compatriota Johnson diez años antes en Sarajevo. Y en Nagano'98 (Japón), cuando todos esperaban el oro del austriaco Hermann Maier, en Hakuba "Herminator" voló por los aires. Ganó el francés Jean-Luc Cretier. 

Su compatriota Antoine Deneriaz también sorprendió en Sestriere, en los Juegos de Turín (Italia), hace ocho años; y muy pocos hubieran apostado fuerte por el suizo Didier Defago en Vancouver, hace cuatro. Hoy Mayer entró en la lista de triunfos inesperados. Pero alcanzó la gloria: Austria vitorea a su nuevo campeón.

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