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Messi y Argentina ya sueñan en serio

La maldición argentina de los cuartos de final se acabó ayer en la utópica Brasilia con un Lionel Messi cada vez más sabio, una pizca de fortuna en el momento justo y un Higuaín que recuperó su extraviado instinto goleador.

"¿Qué te pasa, qué te pasa?". A Messi, que en la cancha se transforma, no le gustó que Marc Wilmots, el entrenador rival, lo acusara de hacer teatro tras haber sido derribado por uno de sus fornidos muchachos.

Aunque en el fondo el astro entendía la reacción de impotencia de Wilmots: estaba mareando a sus jugadores, enloqueciendo desde una posición diferente a la esperada a media Bélgica, a la que a los ocho minutos Argentina ya derrotaba por 1-0.

El marcador final no se movió, pero el dato importante fue otro: por primera vez en 24 años, Argentina está en las semifinales de un Mundial. Lo celebró con euforia desbordada, revoleando camisetas frente a su hinchada y con prolongados abrazos de buena parte del equipo a Messi. El gol del triunfo se gestó en las botas del azulgrana y acabó con el derechazo de Higuaín, poniendo fin a las frustraciones albicelestes acumuladas desde el título de México 86 y la final de Italia 90.

Dueños de la iniciativa al inicio, Argentina funcionó a partir de un mediocampo que contó con la inestimable colaboración de Messi. Era la versión de centrocampista-asistidor, con Di María como socio ideal. Y a Fellaini, 25 centímetros más alto que él, lo complicó especialmente.

Los belgas, equipo joven y con futuro, no inquietaron a la Argentina como se esperaba. En el segundo tiempo se valieron de los centros de zurda de Vertonghen, pero con el paso de los minutos comprobaron ser victimas de su particular estigma, la maldición del 10 argentino: en las semifinales de 1986 los frenó un equipo liderado por Diego Maradona. Ayer, uno manejado por Messi.

Sólo una maldición permanece: la de Messi ante el portero Courtois, al que lleva ocho partidos sin batir. La frustración fue anecdótica, porque la gran misión de ayer era otra. La logró, y el miércoles en Sao Paulo tendrá otra mayor: buscar la final del Mundial.

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