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Los Pirineos, a ritmo de cha-cha-chá

El Tour salió de los Pirineos después de tres etapas de montaña que sirvieron para colocar a Alberto Contador segundo en la general, aunque el espectáculo del ciclismo en los grandes puertos, escasos en esta edición, se resintió por la falta de combatividad de los favoritos, que dieron la impresión de haber firmado un pacto de no agresión.

Contador salió reforzado, eso sí, con la ley del mínimo esfuerzo. Un ataque en Arcalís que le dio 21 segundos sobre sus rivales y que apagó, momentáneamente la polémica sobre la jefatura en el Astana.

La maniobra del madrileño salvó una decepcionante etapa con final en alto, en la que no se movió uno solo de los favoritos para alterar la hegemonía que firmó el Astana desde la contrarreloj por equipos de la cuarta jornada. La cima andorrana no marcó diferencias.

Quedaban dos etapas más. En la segunda entre Andorra y Saint Girons se produjo un amago de ataque lejano del australiano Cadel Evans en Envalira. Intento sin credibilidad con toda la etapa por delante que fue sofocado de inmediato por el Astana.

En la siguiente subida, el Col d'Agnés, el luxemburgués Andy Schleck se atrevió a acelerar en un par de ocasiones. El joven corredor del Saxo Bank enseguida se dio cuenta de que no iba a sorprender a nadie. Así que todos los candidatos al podio subieron al ritmo que marcaba el Astana. Y en el tercer capítulo pirenaico, ayer, ni un ataque, ni siquiera el más mínimo intento.

¿Fallan las fuerzas en el pelotón después de 9 días de competición? ¿Hay un pacto de no agresión? ¿Hay resignación en los equipos por la superioridad del Astana?.

En definitiva, exiguo balance en un Tour que transcurre a ritmo bastante conveniente para el heptacampeón texano. El ritmo del cha-cha-chá pirenaico.

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