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Pirineos que suben y bajan

  • La montaña vuelve al Tour y será el escenario protagonista durante los próximos dos días

Tras tres días sin montaña, el pelotón del Tour se vuelve a apuntar a las carreteras empinadas. Dos días en los Pirineos que proponen terreno tanto de subida como de bajada.

Con escasas diferencias en la general, apenas 55 segundos entre el maillot amarillo, Chris Froome, y el cuarto, Rigoberto Urán, los Pirineos pueden ser un buen terreno para cambiar el orden de la cabeza de carrera.

Los Pirineos no son el único macizo de esta edición, habrá hasta cinco racimos montañosos. Superados ya los Vosgos y el Jura, los Pirineos están en el ecuador, antes del Macizo Central y de los Alpes, fase final del Tour.

El pelotón tendrá que atravesar un terreno estratégico, en el que lo favoritos de la general podrán mostrar sus cartas, con dos etapas diferentes y complementarias que dan opciones a diferentes formas de correr.

El momento clave del primer día son los últimos 41 kilómetros, un constante sube y baja sin descanso para el pelotón. Sus 6,9 kilómetros al 8,1% de desnivel aparecen como un puerto de desgaste, puesto que su cima está todavía demasiado lejos de la meta. Sin embargo, el Port de Balès y sus 11,7 kilómetros al 7,7% de desnivel pueden ser una buena plataforma para lanzar un ataque lejano, con su cima situada a tan sólo 30 kilómetros para la meta.

Tras coronar Balès, el pelotón tiene 16 kilómetros de bajada que acaban al pie del Col de Peyresourde. Sus 9,7 kilómetros con una pendiente media del 7,8% culminan a cinco kilómetros de la llegada, dos de bajada y otros tres de ascenso.

Al día siguiente se vivirá un escenario totalmente diferente. Tres puertos de primera, el Col de Latrape (5,6 kilómetros al 7,6% de desnivel), el Col d'Agnes (diez al 8,2%) y el Mur de Péguère (9,3 al 7,9%), cuya cima está situada a 26 kilómetros de la meta.

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