Granada-málaga

Pura vida rojiblanca (1-0)

  • El Granada se reivindica con un triunfo de oficio y vuelve a tener la permanencia a tiro de tres puntos

Muchos granadinos tendrán que invitar a sus amigos malagueños cuando este verano bajen a Pedregalejo. Qué buen vecindad hay entre los dos equipos. El Granada cumplió ante un Málaga ramplón y mira a los ojos de la permanencia de nuevo. La huida hacia adelante del equipo rojiblanco la encarnó Abel con un once netamente ofensivo pero currante y con mucho oficio que ninguneó al equipo de Javi Gracia y se hizo acreedor a los tres puntos con justicia. El marcador fue hasta corto por las ocasiones locales. Y es que durante los noventa minutos se evidenció la grave falta de gol del equipo. No sólo porque Córdoba y Foulquier fallaron goles cantados, sino porque cuesta mucho generarlos. Y que no se pase un hecho: se ganó con un gol en propia puerta. Es decir, de las últimas tres dianas del Granada, dos han sido de penalti y otra con un autogol. A tres de la salvación ya. Si se mejora con el gol, se estará más cerca del milagro. Se puede creer, pero cuesta mucho sin un killer de verdad.

 

El Granada tuvo una primera mitad primorosa, en la que gozó de la posesión de la pelota prácticamente todo el tiempo. Y, aún así, no marcó. Un mal que tiene al equipo en el agujero de la zona de descenso. Hasta de seis buenos acercamientos gozó el equipo rojiblanco, la mitad de ellos durante el primer cuarto de hora. Primero se le escapó a Robert Ibáñez un control dentro del área después de que El Arabi peinara un centro de Javi Márquez. Si lo hubiera hecho bien, el valenciano sólo tenía que empalar con la zurda (5'). Cuatro minutos más tarde, el turno fue para Fran Rico. Su intento de sorprender a Kameni con una falta cerrada fue atrevido pero bueno. El portero camerunés metió los puños para sacar el gol. Sesenta segundos más tarde, también a pelota parada, el Granada cerró su gran arranque de partido. Javi Márquez le pegó directo y balón rozó el poste. La grada lo cantó por el efecto óptico.

 

El Málaga no carburó hasta el 15', pero sucumbía ante la presión local. Y es que Abel sorprendió con un cambio de dibujo. Un trivote en la medulas con Rubén Pérez como referencia y Fran Rico y Javi Márquez a los lados. Con los jugones en el campo y mucho atrevimiento, el Granada recuperó muchos balones incluso en terreno malaguista, pero el toque acostumbrado por el técnico pasó por la intensidad y las salidas rápidas.

 

Antes del descanso, el Granada generó otras tres oportunidades. Márquez probó con un tiro seco al que Kameni respondió a la perfección. Un cabezazo alto de El Arabi precedió otra gran chance. Robert finalizó un contragolpe pero su tiro rozó en Torres. Kameni, felino en la estirada, evitó el gol. Tanto trabajo para no tener recompensa.

 

El partido se reanudó con un susto de Oier, que en un mal despeje le regaló la pelota a Juanmi. El vasco reaccionó y cuando el ariete malaguista quiso regatearle le atrapó el balón. Los fantasmas y los pitos hacia el portero vasco que luego dio seguridad. Fue un espejismo porque el Málaga siguió sin jugar a nada y el Granada insistió con el guión de la primera mitad. Antes del gol ya se había acercado el conjunto rojiblanco. Un centro raso de Nyom no encontró la bota amiga de ninguno de los tres rojiblancos en boca de arco. 

 

La justicia se hizo gol en el 57'. En segunda jugada, Javi Márquez recogió el balón en la frontal, Insúa le dobló y centró atrás para que Robert rematara. Iba tan adentro que el intento de sacarla de Camacho acabó con el balón en el fondo de la red. 1-0 y delirio en las gradas.

 

El Granada siguió presionando pero unos pasos más atrás. Esta vez también tuvo la suerte de su lado cuando Oier atrapó un remate de Samu Castillejo, que estaba solo, y cuando el trallazo de Camacho, que iba para gol de la temporada, dio en el poste (64'). Los minutos amenazaban con eternizarse.

Pero el Granada también supo aplicarle formol al partido. De ahí al final, el desarrollo del juego basculó entre faltas y pérdidas de tiempo e intentos visitantes de irse arriba bien frenados por la intensidad defensiva local. Que el Málaga pudiera empatar era una opción real pero no ejecutada por los de Javi Gracia, sin embargo la zozobra se veía venir en Los Cármenes cuando Foulquier y Jhon Córdoba perdonaron el 2-0 y la tranquilidad absoluta. Ambos se quedaron solos ante Kameni y mandaron sus remates al bombín de Joaquín Sabina, previo rebote en la carpa del Iglú. Menos mal que luego no se echaron en falta.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios