Mundial 2018

Rusia vs candidatura Ibérica, dos formas de perseguir el Mundial 2018

  • Los dos principales candidatos a albergar la cita mundialista después de Brasil han basado sus campañas en estilos muy diferentes.

La diplomacia callada frente a la exhibición de poder. El viejo orden frente al nuevo. España/Portugal frente a Rusia. Los dos favoritos en la recta final hacia el Mundial 2018 han jugado sus cartas con estilos diferentes.

Nada de boato y pocas declaraciones: la propuesta ibérica ha basado su promoción principalmente en el trabajo silencioso y algo taimado en los últimos meses del presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF) y vicepresidente de FIFA, Ángel María Villar.

Rusia afrontó el reto de otra manera. Contrató como asesor a un antiguo jefe de prensa de FIFA y publicitó su proyecto todo lo que pudo. Su estrategia siguió los pasos de la de Rio de Janeiro para los Juegos de 2016: el país emerge de nuevo como una gran potencia, es un mercado nuevo y merece una oportunidad que nunca se le dio.

El resultado de la labor de ambos candidatos se conocerá el jueves en Zúrich, cuando los 22 hombres que forman el comité ejecutivo de la FIFA decidan a quién otorgan el Mundial de 2018, por el que también compiten Inglaterra y Holanda/Bélgica.

"Nosotros somos el futuro", aseguró el joven jefe de la candidatura rusa, Alexey Sorokin, confrontando a su país con la vieja guardia europea. España tuvo un Mundial en 1982, Inglaterra otro en 1966, Portugal organizó la Eurocopa de 2004 y Holanda/Bélgica la de 2000.

Es el turno de Rusia, insisten sus responsables, que cuentan quizá con el apoyo estatal más decidido. Su hombre fuerte en el comité ejecutivo de la FIFA es Vitaly Mutko, ministro de Deportes y hombre cercano al jefe de gobierno ruso, el poderoso Vladimir Putin, que exhibirá en Zúrich sus dotes de persuasión antes de la votación.

Son los hombres que representan a la pujante nueva Rusia, la potencia reconstruida en los últimos 20 años sobre las ruinas de la Unión Soviética a base de petróleo y gas. El gigante ruso quiere recuperar su espacio en la escena internacional y sabe del poder transformador de los grandes eventos deportivos.

Fracasó en su intento de llevar los Juegos Olímpicos a Moscú en 2012. Pero aprendió la lección. En 2003, Putin conquistó a los miembros del COI en Guatemala y se llevó a Sochi, un balneario veraniego junto al Mar Negro, los Juegos de Invierno.

La candidatura rusa necesita invertir más que ninguna otra. Sus estadios son insuficientes y sus infraestructuras obsoletas, pero dinero no le falta.

No pueden decir lo mismo España y Portugal. Sus cuentas públicas están exangües y sobre su cabeza pende la amenaza del rescate europeo. Sus jefes de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero y José Sócrates, estarán en Zúrich, pero su poder de negociación palidece ante el de Putin.

La gran ventaja de su propuesta es que no necesita tanta inversión. La oferta hotelera es abundante, las comunicaciones de primer nivel y entre sus estadios están templos como el Santiago Bernabéu y el Nou Camp. El riesgo para la FIFA es bajo, pero la rentabilidad, quizá moderada.

La mejor carta de los ibéricos parece las relaciones tejidas por Villar tras 12 años en el comité ejecutivo. El presidente supo utilizar a la selección campeona del mundo para contentar con amistosos al otro lado del Océano Atlántico a sus aliados.

"Nosotros hemos preferido guardar silencio para no revelar estrategias", aseguró a dpa el director de la candidatura, Miguel Ángel López, cuando apenas empezaba a vislumbrarse la ya nada disimulada alianza entre los ibéricos y Qatar, que se presenta al Mundial de 2022.

Alérgico a los medios, Villar ha trabajado de puertas adentro. Discutido y atacado, pero nunca derribado, el ex futbolista español podría barrer cualquier oposición interna si logra en un mismo año el título mundial y su organización. Tendría camino libre para llegar en 2018 a los 30 años al frente de su federación y quién sabe si algo más.

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