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Sabella: "Esta vez Argentina es aún más candidata"

  • El seleccionador albiceleste asegura que jugando tan cerca de su país "seremos más visitantes que nunca".

Alejandro Sabella sabe que ocupa el cargo más deseado en una Argentina en la que cada hincha apasionado se cree no sólo director técnico, sino el mejor del país. Sabe, también, que llega al Mundial de Brasil 2014 con Lionel Messi en su punto exacto de madurez para poner a fin a angustiantes 21 años de sequía de títulos. 

El desafío y las presiones son enormes para el porteño de 59 años. Después de su familia, el fútbol es para él todo. "Tuve dos o tres veces la imaginación de ser campeón del mundo", reconoce.

Su objetivo público es que Argentina esté entre los cuatro mejores del mundo, una instancia a la que hace muchos años no llega. Y conseguir el tricampeonato sería el máximo galardón para quien hace apenas cinco años debutó como técnico de un equipo de primera.

Pero para Sabella hay algo más: "Mostrar profesionalismo, idoneidad, honestidad, equilibrio. Estar tranquilo con mi conciencia de que di lo mejor de mí. Dar la imagen y ser consecuente con lo que soy yo, no pedirle a los jugadores algo que yo no pueda hacer". 

"Una cosa es el resultado y otra, la opinión que el grupo pueda tener de vos", señala y recuerda el paso de Marcelo Bielsa por la selección. "No escuché a ningún jugador hablar mal de Bielsa como ser humano o como profesional, y sin embargo Argentina se fue en la primera fase" en el Mundial de 2002. 

Sabella no genera esas acaloradas discusiones que provocaban algunos de sus antecesores, ni sacude el amperímetro pasional del clásico hincha argentino, más allá del enojo de muchos por no citar a Carlos Tevez. Pero llega a Brasil 2014 habiendo conseguido lo que ninguno hasta ahora: que Messi juegue con la camiseta albiceleste como en el Barcelona. 

Él lo adjudica al "crecimiento personal, una madurez que le trae paz interior". Pero también a que como técnico pudo "crear un clima propicio para que él se sienta feliz". 

"Sabella es un buen tipo, inteligente, con un bagaje futbolístico superior al promedio. Extremadamente leal, perfil bajo, trabajador, motivador, un fanático futbolero", lo define Pablo Hacker, autor junto a Javier Saúl de "Pachorra, historias para conocer a Sabella". 

De Pachorra, su apodo, que significa “pereza” en lunfardo argentino, en verdad tiene poco. Sufre cada vez que ve a sus dirigidos jugando en sus respectivos clubes, se despierta de noche pensando en cuestiones tácticas y es un hombre nervioso en el banquillo. El riesgo de lesiones antes del Mundial lo mantiene en "estado de alerta, en vigilia". 

"Hay dos cosas que a mí en el fútbol en general me molestan, una es que el equipo contrario me llegue fácil a mis defensores, y la otra es que cuando yo tenga la pelota no pueda dañar al rival, así que en ese equilibrio están las cosas que me desvelan", según confesó a la agencia dpa. 

Nada de esto llega sin embargo a sus dirigidos. Es un gran motivador de planteles, llega al corazón de los jugadores, genera una mística que conmueve y convence con sus planteos tácticos, coinciden muchos de los que han sido dirigidos por Sabella. 

Estratega, observador, metódico, con la selección hizo un trabajo especial. 

Es cierto que llegó en el momento justo al lugar indicado, con Messi en su madurez y un plantel con una de las delanteras más poderosas de la historia. Pero también recibió un grupo desunido, desalentado por la falta de títulos y sacudido por las turbulencias de las eras de Alfio Basile, Diego Maradona y Sergio Batista. La "Pulga" arrastraba frustraciones con Argentina y no encontraba su lugar. 

Probó una buena cantidad de jugadores, se jugó por un grupo pese a ciertas debilidades -en particular en la defensa- y una vez que el equipo consiguió su punto de inflexión, en un triunfo clave ante Colombia en Barranquilla en noviembre de 2011, supo que podía convertir ese montón de estrellas en un conjunto con identidad y armonía. 

Lo esencial fue que convirtió a Messi en el auténtico capitán argentino y, siguiendo las recomendaciones de Josep Guardiola, le dio libertad. Potenció a "los cuatro fantásticos" (Messi, Gonzalo Higuaín, Sergio Agüero y Ángel Di María) para hacer estragos. 

"El grupo es como una casa. Lo importante es lo que no se ve, los cimientos. Como dijo Antoine de Saint-Exupéry, lo esencial es invisible a los ojos", fundamenta Sabella, un ex estudiante de derecho y fanático de los libros de historia capaz de citar en conferencias de prensa a Mahatma Gandhi, al prócer argentino Manuel Belgrano o parafrasear al ex presidente Juan Domingo Perón. 

Llegó a la dirección técnica de Argentina por caminos poco habituales. 

Tras retirarse del fútbol profesional, en 1990 su amigo y ex compañero Daniel Passarella le abrió las puertas de River Plate para que dirigiera la Reserva. Luego, en 1994 se sumó como segundo ayudante de campo al cuerpo técnico de Passarella al frente de la selección argentina, en una relación laboral que se mantuvo durante otros 13 años y lo llevó también a la selección uruguaya, el Parma de Italia, el Monterrey de México, Corinthians de Brasil y de regreso a River. Estuvo en Mundiales, Juegos Olímpicos y las más diversas ligas de fútbol. 

Sólo cuando el Kaiser decidió dejar el banquillo para presidir River Plate, Sabella, quien ya era para entonces un obsesivo por lo táctico, aceptó a los 54 años asumir por primera vez un papel protagónico como técnico de Estudiantes de La Plata. 

En los dos años que estuvo ganó la Copa Libertadores 2009 y el torneo Apertura 2010. Recibió un buen grupo y dejó un equipo que hizo historia. Cuando tenía las maletas armadas para viajar a los Emiratos Árabes para dirigir a Al Yazira, llegó el llamado de Julio Grondona, el poderoso jefe de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que cansado de los conflictos buscaba otro perfil. No pudo decir que no. 

Sabella nació el 5 de noviembre en 1954 en la ciudad de Buenos Aires en el seno de una familia de clase media. Empezó a jugar de pequeño al fútbol en el club GEBA y se convirtió en un enganche habilidoso. Era diestro pero como en sus inicios jugaba de diez, y en aquel momento los diez eran todos zurdos, se acostumbró a patear con la izquierda hasta que lo adoptó como algo natural.

Fanático de Boca cuando era joven, se probó pero no quedó y las vueltas de la vida hicieron que debutara en primera en River Plate. Jugó en Inglaterra, a donde lo fue a buscar Carlos Salvador Bilardo -actual director general de la selección- con sólo unos dólares para pagarle el boleto de regreso y llevárselo a Estudiantes de La Plata. También jugó en el Gremio de Brasil y el Irapuato de México, donde se retiró en 1989. 

Estudiantes se convirtió en su pasión y La Plata, en su hogar. Allí conoció a su segunda esposa, Silvana, con quien tuvo dos hijos, además de las dos primeras fruto de un matrimonio anterior.

En Belo Horizonte Sabella ganó en 2009 la Libertadores. Amante de las cábalas, regresar a Cidade do Galo, el complejo de Atlético Mineiro, sólo le trae buenos recuerdos.

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