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El Sevilla echa a Álvarez y contrata a Manzano

  • La derrota en Alicante y, sobre todo, la paupérrima imagen de un equipo sin poder de reacción finiquitan al marchenero · Manzano toma las riendas desde hoy mismo

José María del Nido decidió anoche cortar la sangría que venía padeciendo el Sevilla. Tras reunirse con sus dos directores generales, Manuel Vizcaíno y Monchi, el presidente del club nervionense decidió destituir a Antonio Álvarez y sustituirlo por Gregorio Manzano, que hoy mismo dirigirá su primera sesión de entrenamiento, pospuesta a las siete de la tarde para que sea presentado a mediodía. Pese a la inminencia de la cita de la Liga Europa en Dormund, la cúpula ejecutiva decidió cortar por lo sano ante las pésimas sensaciones que estaba dando el Sevilla.

La noticia fue hecha pública en la web del club unos minutos después de las doce de la noche, con una escueta nota. La temporada no ha hecho más que empezar, pero el Sevilla que se vio ayer en Alicante, como el del Racing, el PSG o el de los choques con Barcelona y Braga, tiene el norte perdido y su entrenador no mostraba síntoma alguno de poder darle un rumbo. Por ello, y ante el calado de las dos próximas citas, en Dortmund y frente al Atlético, Del Nido decidió tomar una decisión drástica en pleno viaje de vuelta de Alicante.

Es la realidad de la que estaba pendiente todo el sevillismo. Cuándo iba a ser sustituido y por quién. Gregorio Manzano es el candidato que más gustaba antes de la derrota de Alicante, donde Del Nido estuvo reunido con Monchi y Vizcaíno al término del encuentro. En ese momento decidieron que había que darle un radical cambio de rumbo al equipo, aunque al salir del estadio alicantino no quisieron realizar declaraciones y esperaron a hacer oficial la noticia de la destitución horas después, una vez tomada tierra en Sevilla.

En pleno relevo generacional, Álvarez estaba condicionado por muchos factores. De entrada, el equipo de ayer estaba bastante mermado en forma de bajas de ilustrísimos como Kanoute, Renato y Jesús Navas, amén de Martín Cáceres, el adalid de ese cambio que como toda transición requiere tiempo. Y el marchenero estaba inmerso en esa encrucijada cuando más aprieta el calendario. Apostar por darle su sitio a una figura como Luis Fabiano no le funcionó. Como tampoco realizar rotaciones, obligado por las citas de Dortmund y Atlético, para volver a confiar en dos jugadores que llegaron a estar descartados como Romaric y Acosta. Porque el problema de trasfondo es que el Sevilla no es fiel a ninguna identidad, a ningún esquema claro de juego, con un mal que se lo está comiendo como un cáncer maligno: la nulidad de un sistema defensivo que ya hizo aguas en la fase interina de Álvarez al final del curso pasado y que ha vuelto a manifestarse ahora.

Decía Álvarez que su equipo no tiene ningún problema físico, sino que puede parecerlo porque sus jugadores, mal ubicados en el campo, siempre llegan tarde. Eso mismo sucedió ayer, cuando, tras otro prometedor arranque, todo se fue por el sumidero de la descomposición en cuanto Zokora, fuera de sitio, hizo un penalti infantil. A partir de ahí, el Sevilla se cayó como un castillo de naipes al primer zamarreoncillo de un rival que, con muchos jugadores de vuelta, desde Trezeguet a Calatayud, Portillo o Peña, le dio un meneo táctico. Y eso es mano de entrenador. 

Ante la pésima imagen, Del Nido no tuvo más remedio que tomar una fulminante decisión. Manzano, por su conocimiento de la Liga y su buena labor en el Mallorca, ha sido el elegido para enderezar el rumbo desde ya, casi sin tiempo.

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