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Un baño en el Mediterráneo

  • El cuadro rojiblanco ofrece una paupérrima imagen en el primer duelo del año

El conjunto de Lucas Alcaraz en teoría terminó sus vacaciones el pasado lunes pero por lo visto anoche en el estadio de los Juegos del Mediterráneo, los jugadores prolongaron su asueto uno días más. La actitud que mostró el Granada ayer no parecía ser la idónea para afrontar el regreso a la competición. Sobre todo en los primeros cuarenta y cinco minutos, en los que fue desbordado en todo momento por un Almería más metido, intenso y cohesionado en todas sus líneas. Un baño en toda regla del que habrá que aprender para no volver a repetirlo.

Aplatanados

La primera media hora del Granada fue, probablemente, la peor de toda la temporada o poco le faltó. Falto de chispa y sin ideas, la presión del Almería provocó que no se dieran dos pases seguidos. Los de Francisco se adelantaban en todas las acciones simplemente por intensidad y ganas, algo que se echó en falta y de qué manera en el cuadro rojiblanco. Tuvo que transcurrir 40 minutos para ver al Granada de anteriores jornadas pero eso sí, con dos goles en contra.

Un coladero

Sea con envíos desde los flancos o con cambios de orientación, en especial hacia la zona ocupada por Foulquier, lo cierto es que la zaga rojiblanca dejó mucho que desear a lo largo de los 90 minutos. Descoordinados por completo, a la media hora ambos centrales ya tenían amarilla. En el cuerpo a cuerpo el duelo se lo llevaban siempre los almerienses. En definitiva, parecía un duelo de un equipo de Primera con otro de muy inferior categoría sobre todo en cuanto a posicionamiento, velocidad y control del partido.

El único

No hay duda que si hay un jugador capaz de desequilibrar en el Granada, ese es Brahimi. Con 2-0, se echó el equipo a sus espaldas y fue el único que, al menos, intentó algo en ataque. Su verticalidad quedó demostrada en la recta final del primer acto y con destellos en la segunda mitad, pero sirvieron de poco. Cuando le suministran balones él ya se encarga de eludir a cuantos rivales le salen al paso pero tuvieron que pasar 37 minutos para ver una jugada con posesión prolongada, una idea que ayer apenas se puso en práctica.

Ni con los cambios

Alcaraz quiso cambiar la dinámica del choque en el descanso dejando a El Arabi en la caseta (y quien sabe si por un largo periodo de tiempo) en busca de un revulsivo, pero ni quitando a un defensa para dar entrada a Buonanotte el equipo mejoró. Es más, fue Karnezis el que tuvo más trabajo que Esteban. Un intento en vano de un partido del que hay que sacar muchas conclusiones para no volver a repetirlo. Pero sobre todo quedó algo claro: sin intensidad hay poco que hacer en la Liga BBVA.

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