Granada 74 | antequera · la crónica

Un caramelo para el viaje al infierno

  • Última victoria El '74' se despide de la categoría con un triunfo por la mínima conseguido desde el punto de penalti Purgatorio El Antequera, que dependía de sí mismo, se ve sobrepasado por su propia presión y jugará la promoción por la permanencia

Si, como le ocurrió al Baza la temporada pasada, al Antequera le termina saliendo cruz la moneda en su doble enfrentamiento por la permanencia (hoy conocerá a su rival entre el Sporting B, el Las Palmas Atlético y el Terrassa) y acaba bajando a Tercera, recordará con una mezcla de amargura y rabia la preciosa tarde de ayer. Los antequeranos llegaron a Pinos Puente arropadísimos por los suyos, para medirse a un equipo ya descendido con la certeza de que ganar era sinónimo de permanencia. Llegar a la última fecha dependiendo de las posibilidades propias ya lo hubieran firmado muchos. Pero al atoramiento ofensivo de los malagueños -derivado, sin duda, de sus extremos nervios- se le unió una polémica decisión del colegiado madrileño López Puerta (penalti que no pareció, anotado por Milla) y una profesionalidad intachable de los jugadores rojillos, que no hicieron como el Madrid en Valencia. Si estaban primados y algo 'engancharon', como murmuraban los seguidores malagueños en las gradas, para sus maltrechas arcas queda, piensan los que, como quien suscribe, no criminalizan los premios por ganar.

La introducción de esta crónica se escribe en clave antequerana porque si había algún actor que se jugara la vida en la película de ayer, ese era el rival del '74'. Así que el segundo párrafo, para el secundario, que en cambio se convirtió en el protagonista preferido de escuadras como el Lucena, quien acaba salvado de cualquier riesgo tras haber apuntillado al mismo '74' días antes, en el mismo escenario, y haberse beneficiado del 1-0 de ayer, tras arañar ellos un punto en Cuenca. Se merecían los rojillos acabar con una victoria, aunque para nada sirva. Carlos María dijo tras el final que nunca había dirigido un grupo humano como el que barajó desde la marcha de Rivera. La entrega, constancia y unión demostrada por el vestuario, incluso la apuesta por el buen juego pese a vivir día a día en la inanición, merecían otro resultado en la Liga de los justos, pero la competición, los fallos o aciertos entre las líneas del rectángulo, terminan decidiendo, y en los momentos claves el '74' falló en la Liga real, la que da y quita categorías. El punto que arañó el Cádiz en el 'descuentísimo'; o los tres de El Puerto, cuando el partido estaba más que encarrilado ante un rival hundido; el penalti de Sergio Molina ante el Ceuta; o el del mismo protagonista en San Fernando... Grabadas quedan todas esas jugadas en la retina de aquellos que han seguido la trayectoria del equipo. En lo positivo, lo ya repetido mil veces: haber visto en acción a granadinos con ganas de comerse el mundo, presenciar a uno de los nuestros jugarse los cuartos con muchos de los nuestros, (de los nuestros, pese a los pocos que confunden Murcia con el barrio de Cartuja). "Ha sido a costa del descenso, pero la experiencia que tienen ya esos jugadores, el bagaje que han acumulado, no se lo quita nadie", vino a añadir el mister en la sala de prensa.

Falta un elemento que añadir a la visión global de lo que sucedió ayer en Pinos. Con el Antequera cayendo en el marcador, evidentemente dejaba de depender de sí mismo, así que el vértigo de pensar que un tanto ajeno en otro estadio les podía dar desde la permanencia hasta el descenso, pasando por la bola extra de la promoción, desquiciaba y animaba a partes iguales tanto a los hinchas como a los jugadores, los del banquillo y los del campo. Así que en la grada se vivió como una fiesta la remontada del Puertollano en San Fernando, lo que dejaba a su equipo, al menos, en la promoción. Mientras, en Cuenca ganaba el Lucena, lo que salvaba a los cordobeses. Empató el Conquense, lo que dejaba las cosas igual, pero la noticia del empate fue confundida en la grada, que pensó que el gol que se cantaba era el 3-2 para los de Cuenca, lo que automáticamente salvaba a los antequeranos. Así que, hasta que alguien no lo aclaró, pasaron dos minutos de algarabía con resultado amargo. La de Massa en Sao Paulo el año pasado, vaya.

Del partido no hay mucho que decir. El Antequera gozó de las mejores ocasiones, hasta cuatro muy claras, dos en cada periodo. Popo fue el protagonista de tres de ellas. Se entiende que terminara hundido y llorando sobre el verde, sin consulo tras el pitido final. En la primera se la quitó a Choco junto al área, regateó a dos defensas más y tiró fuera con Darío batido (15'). La segunda la mandó al lateral de la red como culminación defectuosa a una contra bien llevada (44'). La tercera llegó en la recta final del partido, cuando se encontró a Darío en un mano a mano que requería un rápido disparo. Una cuarta ocasión clara acabó con un tiro fuera, demasiado cruzado ante la salida de Darío (72').

El '74' defendió bastante mejor de lo que atacó. Marcó de penalti, falta que no pareció, cometida por Richard sobre Juanma Ortiz. Milla no perdonó desde los once metros y lo celebró como si, efectivamente, estuviera primado.

Así se tira un penalti. Que quede al menos como lección de lo que pudo ser y, por desgracia, no fue.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios