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Un descenso anunciado tras cuatro temporadas en el filo de la navaja

  • El Betis inició una cuesta abajo sin remedio después de su año más glorioso, con el título de Copa y la clasificación para la Champions, poniendo fin a ocho años en Primera.

El Betis ha culminado con el descenso a Segunda División confirmado en la última jornada de Liga, la crónica de una tragedia anuncia, después de cuatro temporadas consecutivas en las que el equipo verdiblanco ha vivido 'al filo de la navaja'.

La debacle deportiva de este cuatrienio no ha sido sino el más visible reflejo del deterioro de todos los estamentos de un club, que sufre una incuestionable esclerosis en sus estructuras pero en el Manuel Ruiz de Lopera, sigue, impasible, aferrándose al poder que únicamente le confiere su condición de máximo accionista.

Este descenso, que pone fin a un periodo de ocho años consecutivos en Primera, comenzó a gestarse justo cuando el Betis acababa de hacer la mejor campaña de su historia, en la primavera de 2005, en la que consiguió el título de Copa del Rey y ser el primer equipo andaluz en jugar la 'Champions League'.

Sin embargo, desde entonces, el Betis entró en picado en todos los sentidos, en una dinámica que coincide con los problemas legales (juicio y condena por problemas con Hacienda) de su máximo dirigente, Manuel Ruiz de Lopera, que en los últimos meses ha debido superar, además, una enfermedad que le mantuvo hospitalizado en estado grave.

Si hace dos años los verdiblancos se salvaban 'in extremis' en Santander, pese a tener una plantilla carente de los 'mimbres' necesario para ello, en esta ocasión no se ha podido repetir el milagro, a pesar de que el club ha desembolsado, desde el pasado verano, 36 millones de euros en fichajes, culminados con la llegada, en el mercado de invierno, del añorado Ricardo Oliveira.

Especialmente llamativo ha sido el rendimiento en casa, donde los albiverdes sólo han sido capaces de ganar cuatro partidos en toda la temporada, algo que ha lastrado decisivamente los números de un conjunto, al que ni Paco Chaparro, cesado el pasado 6 de abril, ni su sucesor en el cargo, José María Nogués, han sido capaces de levantar.

Como suele suceder en estos casos, el futuro de la entidad bética pasa por la ineludible obligación de ascender. Pero este descenso puede agilizar, de paso, la tan necesaria renovación en la dirección del Betis, a la que se mantiene aferrado un Ruiz de Lopera más solo que nunca y de espaldas a una afición que ha manifestado en innumerables ocasiones su hastío hacia él.

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