granada cf | celta

Cuando el destino parece estar escrito

  • El Granada sigue sin poder ganar al conceder el empate al Celta en el tiempo de descuento La errónea expulsión de Murillo condena a los rojiblancos, que merecen vencer, a defender toda la segunda mitad con diez

Arreciaba la lluvia sobre Los Cármenes cerca ya de la medianoche. Una precipitación más propia de las Rías Baixas que de la ciudad de la Alhambra. Como si las nubes lo hubiera querido, el Celta empató en el descuento y dejaba al Granada sin el triunfo. Si no creen en el destino, empiecen a hacerlo. Cuando un equipo está negado tiene todas las papeletas para bajar. Ayer el Granada dio otra justificación más para descender, aunque esta vez no fue un equipo de Segunda. Lo fue el árbitro, para empezar, el mismo chufletero que hundió a los rojiblancos ante el Levante. Se sacó una tarjeta amarilla de la manga a Murillo en una riña con Cabral, y a los dos minutos el colombiano hizo una falta desesperada que le mandó a la calle. Así de fácil mató el partido del Granada Álvarez Izquierdo. Con una segunda parte con uno menos y los jugadores dejándose la piel y la energía, el Celta se encontró el 1-1 con el partido casi acabado. Otro palo más. Otro golpe más. La Liga se muere y, con ella, el Granada.

Finalmente fueron siete los cambios que realizó Abel Resino en el once titular. Sólo repitieron del escarnio en el Bernabéu Babin, Iturra en detrimento de un Fran Rico que se quedó directamente fuera de la convocatoria, Robert Ibáñez, y El Arabi en punta. Aparte de la ausencia de Fran, tampoco estuvieron ni en el banquillo Rochina y Foulquier. Quizás la titularidad que más se notó fue la de Iturra. El chileno parecía no contar para Abel pero ahora puede ser una pieza clave. No fueron razones futbolísticas, sino psicológicas. La garra del chileno dibujó a un Granada cien veces más intenso que en Madrid y lideró la presión inicial de un equipo que vio puerta muy pronto. Piti corrió por la banda izquierda para meter un centro raso que El Arabi dejó pasar en el primer palo pero que encontró a Robert Ibáñez. El primer remate golpeó en Fontàs pero el rechace le cayó de nuevo al valenciano para fusilar a puerta vacía y hacer el 1-0.

Sin embargo, al Granada pareció sentarle mal marcar tan pronto. El Celta, a pesar de no tener a Krohn-Dehli, se hizo con el control de la pelota ante un equipo granadino que rebajó el nivel de presión y renunció al esférico. Una película que ya se había visto antes en Los Cármenes. El primer aviso gallego llegó en el 11': error en el despeje de Murillo que le dejó la pelota a Santi Mina, el sustituto de Orellana en el once, que se llenó de balón para marrar un tiro franco ante Roberto.

La producción ofensiva del Celta fue inversamente proporcional al peligro que creó. Pese a acabar con más de un 70 por ciento de posesión en la primera parte, el Granada tuvo más peligro, casi todo protagonizado por Javi Márquez. Sus tres chuts desde fuera del área que salieron fuera por poco.

El partido cambió al mismo tiempo que Álvarez Izquierdo quiso labrarse un hueco en la historia negra del Granada. Al igual que hizo contra el Levante, solucionó con sendas amarillas una riña tonta de Murillo y Cabral. Esta vez no fueron rojas, como con El Arabi y Ramis. Pero una tarjeta completamente evitable, tanto por el jugador como por el colegiado, tuvo sus peores consecuencias dos minutos después. El colombiano hizo una falta clara sobre Pablo Hernández al tapar un agujero en banda dejado por Insúa. Esa sí era de tarjeta, lo que sumado a la de dos minutos antes, daba con resultado una roja con toda la segunda parte y sin poder jugar en Almería. Encima se fue lesionado. A ver qué tiene.

Abel reorganizó el equipo quitando a Piti para darle entrada a Mainz, colocando un 4-1-4-1 sobre el campo dedicado única y exclusivamente a defender. Se le iba a hacer eterno el partido a los rojiblancos. Dos minutos se llevaban de juego tras el descanso cuando Nolito remató sólo de cabeza un centro por la banda de Insúa, que no se había enterado de que esta vez debía ser más defensivo que nunca. Y muy poco después, Cabral disparó fuera en el área pequeña, la mejor oportunidad viguesa hasta el momento.

El Granada tuvo que jugar toda la segunda parte en el filo de la navaja, equilibrando los ataques con la defensa extrema. El apuro inicial se palió, en cierta forma, saliendo de la cueva. Abel cumplió con los protocolos de emergencia y dio paso a la velocidad de Jhon Córdoba por El Arabi. De forma agradable, el equipo no sufría en exceso, incluso algunas galopadas del colombiano llevaron la esperanza a una grada temerosa pero volcada.

El problema fue esa inferioridad numérica del equipo rojiblanco, que hacía que en cada ataque celtiña toda la zaga tuviera que funcionar a la perfección. Larrivey tuvo una clarísima en el 83', aunque a la contra un balón luchado por Córdoba mereció acabar en gol.

Un gol que hubiera venido de escándalo. Con el partido agonizando empató el equipo visitante en una acción a balón parado, Larrivey y Nolito tocaron a placer dentro del área y Bongonda sólo tuvo que empujarla. Dos minutos le faltaron al equipo para ganar. El palo ya sí que es terrible. Otro más en la línea de flotación de un equipo que podía haberse quedado a un punto de la salvación tras el empate del Deportivo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios