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El duro camino del maestro

  • Francisco Rodríguez López, pentacampeón de España, es el primer judoca andaluz en acudir a unos Juegos Olímpicos y el único malagueño en hacerlo · Actualmente es entrenador del equipo de la UMA

"Lo importante de unos Juegos es la lucha que hay antes. El camino. Ese camino en el que tienes que luchar día a día, levantarte temprano, entrenar, correr... es el viaje más duro, pero a la vez, el más reconfortante". Esta es la profunda reflexión con la que se queda Francisco Rodríguez López, el primer andaluz en competir en unos Juegos Olímpicos en la disciplina de judo. Y es que el trayecto que recorrió el malagueño para alcanzar Los Ángeles 1984 estuvo plagado de trabas. Unos Juegos que de por sí ya nacieron en pleno conflicto con el boicot soviético a la organización estadounidense.

Pero para poder cruzar el Océano Atlántico, Paco Rodríguez tenía que ser seleccionado. Primer obstáculo para un judoca que en cinco años había ganado cuatro campeonatos nacionales.

"En el campeonato de Europa previo a los Juegos había que jugarse las cinco plazas españolas. No conseguí un buen resultado y los otros compañeros se clasificaron. Entonces, el seleccionador vio que era injusto quedarme sin los Juegos siendo el judoca con mejor historial. Habló con la federación y se consiguió", manifiesta Rodríguez. Así, con la confianza de su entrenador, el malacitano formó parte de una de las mejores representaciones que el judo español ha podido contar en toda su historia.

El siguiente freno vino por problemas internos entre la Federación Española de Judo y el Comité Olímpico Español. En plena preparación olímpica, ambas instituciones realizaron un cruce de reproches por desacuerdos en las ayudas económicas al equipo español. Un conflicto que para Francisco Ortega generó "una situación nociva a nivel psicológico para ir a unas olimpiadas".

Otro socavón en el camino era el escuálido estado del deporte español, muy diferente a la edad de oro actual. "En 1984 el deportista español no era lo que es ahora. Estábamos acomplejados. Cuando viajábamos fuera no nos sentíamos importante. No nos cuidaban bien. Esas cosillas siempre afectan a la confianza", asegura el judoca.

En tierras norteamericanas y encima del tatami, esa falta de seguridad y de relevancia internacional del deportista español pudo ser clave en la derrota del malagueño en los Juegos. En el Eagle's Nest Arena de la Universidad de California, Francisco Rodríguez se enfrentó al italiano Bandro Rosati en la categoría de menos 65 kg. Durante los cinco minutos reglamentarios la igualdad entre los dos combatientes fue latente. El fallo final cayó del lado transalpino.

"Perdí por una decisión arbitral un poco injusta. Rosati era tercero del mundo, el combate era muy igualado y desgraciadamente en aquellos tiempos el judo español no tenia la fuerza que tiene ahora. Al finalizar el combate, el árbitro tiene que elegir un ganador y decidieron penalizarme por una acción sin importancia. Tuve mala suerte en ese sentido", sopesa el malagueño.

Tras la experiencia olímpica, el judoca siguió cosechando éxitos deportivos. Actualmente es entrenador del equipo de judo de la UMA y entre sus alumnos más aventajados está la campeona paralímpica Carmen Herrera. En definitiva, una vida ligada al judo, una disciplina que el malagueño explica de forma muy singular: "El deporte es una representación de la naturaleza. Los animales para fortalecerse y coger habilidades luchan. Por eso el judo es la actividad más completa, viene de la propia naturaleza".

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