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Un espejo a 528 kilómetros

  • Getafe y Betis, llamados a ser alternativa para la zona alta, siguen en caída libre y mientras Torres mantiene el crédito a Víctor Muñoz, Lopera se lo retira a Chaparro

Dos casos paralelos se viven a unos 528 kilómetros de distancia, los que separan Getafe de Sevilla por carretera según el Google Maps. Getafe y Betis están a un punto del descenso. El equipo de la ciudad-dormitorio madrileña arrancaba la temporada con aspiraciones europeas, pero jamás terminó de carburar y se ha hundido, con lo que a Víctor Muñoz no le respalda ya nadie dentro del club... salvo su presidente, Ángel Torres; y el Betis soñaba con volver a Europa tras conformar una plantilla aparente, pero en esa huida de la quema, Manuel Ruiz de Lopera ha tardado, pero al final ha dejado de confiar en Paco Chaparro. Acabó su etapa.

En esos análisis de pretemporada que luego acaban trufados de errores, getafenses y béticos estaban llamados a ser dos de los animadores de la Liga BBVA, dos de esos outsiders con capacidad para inmiscuirse en la lucha de Barça, Madrid, Sevilla, Villarreal, Valencia y Atlético. Azules y verdiblancos tienen plantillas aparentes, con nombres. Pero el juguete no le ha funcionado ni a Víctor Muñoz ni a Chaparro. En otros equipos, una marcha menos errática ha provocado relevos en los banquillos, pero Torres llegó a afirmar hace unas semanas, con los nubarrones ya en el horizonte, que la marcha de Víctor llevaría aparejada la suya.

Y en Heliópolis, se ha confirmado que Chaparro no gozaba ya del mismo respaldo de su mandamás que el técnico del Getafe. De ahí que fuera destituido ayer, en pleno Lunes Santo sevillano. La afición, la mayoría de los allegados a Lopera y parte del vestuario bético retiraron su crédito al entrenador trianero antes que Lopera, pero éste terminó de convencerse por el peso irrefutable de los datos objetivos. De los números.

Esos números desarman tanto a Chaparro, pero también a Víctor. El Getafe es ya el peor equipo de 2009 junto con el Numancia (10 puntos en 13 partidos) y el tercero por la cola en esa tabla parcial es el Betis con 11 puntos. Los madrileños no ganan fuera desde la jornada quinta (Athletic); los béticos no lo hacen en casa desde la jornada undécima, ante el rival que ahora visita, el Racing, con lo que se cumple nada menos que una vuelta sin hacerlo.

El Getafe jamás estuvo en puesto de descenso y el Betis los abandonó en las primeras jornadas de la temporada, pero las sensaciones son cada vez peores. Los azules ya no son el equipo alegre y desenfadado que jugaba sin complejos, como en la época de Schuster o Laudrup; en defensa sólo Cata Díaz mantiene un rendimiento regular este año, en la portería reina la inestabilidad (Abbondanzieri se marchó, Ustari se acaba de recuperar de una larga lesión y Jacobo es un tanto irregular) y el equipo es frágil atrás. En ataque, Granero se ha estancado en la temporada de su confirmación y echa de menos a De la Red, sobre todo, y a Pablo Hernández, mientras que la apuesta por Guerrón, como la de Kepa en su día, ha resultado fallida. La afición madrileña tiene muy frescas las finales de Copa y el pulso con el Bayern en los cuartos de la pasada UEFA, y por ello su actitud crítica pronto afloró.

El caso del Betis es distinto. En el Getafe no ha cuajado el proyecto, pero hay una sólida estructura, una estabilidad institucional. El Betis es todo lo contrario: un club de un calado en el fútbol español muchísimo mayor que el del madrileño por historia y masa social, pero con una crisis institucional, una estructura tan cogida con alfileres, que ha acabado en la misma batalla que el Getafe, la de la salvación. Hace tiempo que el Betis no juega con equilibrio, con las líneas juntas y sin concesiones al rival. Su tendencia a la dispersión, tanto táctica como mental, le ha llevado a meterse en un pantano del que debe salir por capacidad. Pero esa dinámica es peligrosa en gente llamada a otras batallas más nobles, y además perderá para cuatro o cinco semanas a su mejor referencia actual en ataque, Sergio García.

El Getafe, su espejo en esta Liga, lo tiene peor: también le faltan jugadores curtidos en ese fútbol de los sótanos, pero encima no tiene el respaldo social del Betis ni ha cruzado el Tourmalet (Sevilla, Barcelona, Real Madrid y Villarreal), como los verdiblancos.

De momento, ambos miran con inquietud al Recreativo, el que marca la zona de descenso y que está a un solo punto. Uno tiene a un entrenador cuestionado por todos salvo por el presidente; el otro se apresta a dar un golpe de timón con el técnico del filial bético, Josep María Nogués.

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