ascenso a leb oro Covirán granada

Las fiestas improvisadas son las mejores

  • Algo más de un centenar de aficionados del Covirán Granada acuden a recibir al equipo a su llegada a la ciudad, que se produjo cerca de las tres de la tarde

El Covirán Granada se ha dado bastante prisa. Después de dos temporadas de sinsabores, a la tercera se lo han querido quitar rápido, y a la primera que han tenido la opción de conseguir el ascenso directo a LEB Oro, lo han certificado. Con esa premisa, las ganas de llegar a Granada eran enormes y no tardaron mucho en poner rumbo a la ciudad desde la lejana Pamplona. Eso sí, mediante una larga noche de celebración. Cosas de la euforia incontenible. Aún con el subidón en la cabeza tomaron el bus hacia casa, y tan rápido se pasó todo que hasta tuvieron que pararse en la Venta de la Nava para hacer algo de tiempo. Y es que a las tres de la tarde habían citado a sus incondicionales en las oficinas del club, y no era cuestión de llegar antes de tiempo.

No faltaron a su palabra. A las tres y poco, el bus verde que les llevaba dobló la esquina de las taquillas de Los Cármenes y los algo más de cien aficionados que esperaban a sus héroes empezaron a aplaudir, entonar cánticos y gritarle a todos que eran campeones. Porque solo suben así los equipos que quedan primeros en la clasificación. Como el Covirán.

Fue una fiesta improvisada, y esas son las mejores. Incluso hubo más gente de la esperada, se llegó a escuchar en una cita a la que acudieron los más acérrimos, aquellos que creyeron desde Primera Nacional que algún día de estaría de nuevo a las puertas del cielo. Un día que fue el sábado pasado. Tan desorganizada estaba la fiesta de recibimiento del equipo que conforme se bajaban los jugadores del autobús, el pasillo de los aficionados les mandó al centro de la calle, la Avenida Salvador Allende, que no estaba cortada para la ocasión. Los coches que circulaban por ahí tenían que irse al carril contrario para poder continuar su camino. Los másmalafollás pitaban con el claxon en señal de desaprobación. Los que sabían de qué iba la película también hacían sonar las señales acústicas de sus vehículos, pero en modo celebración.

Recibió un baño de masas Pablo Pin, el máximo representante del equipo presente (el presidente Óscar Fernández-Arenas regresó de Pamplona por otra vía). Fue el primero en bajarse del colectivo y una aficionada de cierta edad le agarró del brazo, mientras en el otro sostenía a su hija, a la cual no soltó en ningún momento. Como siempre, con las gafas puestas. Una noche larga. Que se lo digan al jefe de prensa, que a las tres de la tarde no se había quitado aún la camisa... Que llevaba puesta desde las once de la noche del día anterior.

Fotos y más cánticos, todos los jugadores en comunión con sus aficionados. Eloy Almazán y Carlos de Cobos, serios en la pista como se les ve, sacaron de la bodega del bus un cono de circulación levantándolo como un trofeo. Un "¡campeones, campeones!" le acompañó de forma lógica. Animado por la excentricidad de sus compañeros, Maodo Nguirane, el último en llegar, cogió el bombo. Cuentan las leyendas que fue el rey de la noche pamplonesa. A las tres y pico de la tarde de ayer todavía tenía ganas de más. Eso parece. Lo cierto es que todos los componentes de la plantilla tenían en mente en la juerga y la verbena, pero sus ojos delataban una solicitud inmediata de cama. Cuando Fernando Bailón empezó a bajar edredones del autobús quedó clara que esa no es forma de recuperar a un deportista. Pero vamos, no será el último festejo. Unas cuántas fotos de familia, autógrafos para los más jóvenes, y a terminar el viaje, que ya estaba bien. Uno de los viajes más largos. También el más bonito.

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