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Una final con guiños a la historia

Cuando en la noche del domingo España y Holanda pisen el césped de Soccer City, el fútbol tendrá ante sí una final mundialista rica en guiños a la historia. A España y Holanda las une un nombre grande, Johan Cruyff, y un pasado de frustraciones, aunque el holandés fuera sólo en cuanto a resultados. Los oranje, al fin y al cabo, se dieron el lujo de marcar una época del fútbol pese a caer en dos finales consecutivas, 1974 ante Alemania y 1978 ante Argentina.

Pero el choque entre españoles y holandeses incluye cierta confusión e intercambio de roles, porque la España de Vicente del Bosque tiene derecho a sentirse holandesa. España cuenta con siete jugadores del Barcelona en su equipo, ese Barça que viene maravillando en las últimas dos temporadas y que, con matices, es heredero directo del Dream Team que en los 90 creó Johan Cruyff como entrenador.

"La selección no es sólo el Barcelona, es mucho más. Es un entrenador y unos jugadores que representan unos valores", dijo en Sudáfrica Josep Guardiola, actual técnico del Barcelona y producto de aquel Dream Team. Pero esos valores se parecen mucho a los que defiende el Barcelona: posesión de la pelota, protagonismo y compromiso con el fútbol ofensivo. Valores defendidos, tras Cruyff, por otros entrenadores holandeses que tuvo el Barcelona, como Louis van Gaal o Frank Rijkaard.

España, que nunca se midió con Holanda en un Mundial, reconoce que los oranje dejaron una huella profunda en la historia del fútbol. "Holanda ha seguido fiel a su estilo, a jugadores técnicos, a un fútbol que siempre ha gustado", dijo Del Bosque, que relativiza lo del pragmatismo: "Conservan su estilo, con juego de toque y de contacto entre ellos. Y tiene jugadores decisivos y otros con agresividad".

Pese a la gentileza de Del Bosque, el Mundial demostró que Holanda, quizás cansada de jugar bonito y no sentarse a la mesa de los grandes desde hace más de tres décadas, apeló decidida a ese pragmatismo. La decisión le dio resultado: tras 32 años de espera vuelve a estar en una final. "El once holandés ha elevado el fútbol resultadista a una extraña forma de arte moderno. El equipo de Bert van Marwijk es un maravilloso popurrí de caprichos, clase individual, calma, goles incomparables, errores, enfados y espíritu de lucha. El fútbol bonito claramente ya no es necesario para llegar a la final", publicó el diario holandés De Volkskrant tras la victoria sobre Uruguay.

Y mientras holandeses españoles como Van der Vaart, Sneijder, Robben o Van Bommel preparan el asalto final a un título que Holanda rozó en dos ocasiones, otras perlas condimentan la final.

Una: Van Bommel, hombre clave en el pragmatismo holandés, es yerno de Van Marwijk. Peleado con Marco van Basten, no jugó la Eurocopa 2008, en la que Holanda jugó con el brillo de siempre para caer en cuartos de final. Dos: Holanda no quiere convertirse en la primera selección en perder tres finales y no ganar ni un título. Hasta ahora comparte con Checoslovaquia y Hungría el logro de jugar dos finales y perder ambas. Una tercera la dejaría en soledad en la cima de los récords negativos.

Tres: Europa ya se garantizó el primer título mundial fuera de sus fronteras, pero si lo conquista finalmente España, el toque latino será innegable. Aunque sea una España holandesa.

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