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El fortín rojiblanco cae a manos del Puertollano

  • El Granada CF sufre de forma merecida la primera derrota de la temporada en Los Cármenes Inoperancia Los locales tuvieron el punto de mira desajustado

El Granada CF perdió su condición de invicto en Los Cármenes en esta temporada, arrancó mal la segunda vuelta, emulando el titubeante inicio de Liga, y abandonó la zona de fase de ascenso en la que se mantenía desde la décima jornada. La derrota ante el Puertollano, merecida y sin objeciones, no debe suponer más que un serio toque de atención a todo el plantel, jugadores y técnico, quienes deben sacar lecturas positivas del fiasco. La más importante, que para ganar hay que hacer mucho más que correr, luchar y entregarse al máximo. Esas virtudes en el Granada no faltan nunca, pero ayer sí se evidenció la ausencia de recursos para paliar la enorme empanada mental y falta de ideas del centro del campo, sobre todo en la segunda mitad. Y también para presentar una alternativa goleadora a Gorka Pintado. Porque el vasco, que remató y mucho, no tuvo esta vez bien enfocado el punto de mira. Y eso lo notó en demasía el equipo.

De inicio, Milla volvió al once titular para sustituir al sancionado Ruano, mientras que Cano premió a Otiñano por su buena actuación ante el Linares, y mantuvo a Salva como pareja de Suárez, también como reconocimiento a su buen papel en los dos últimos encuentros.

Manolo Hierro apostó por un once ofensivo, con un 4-4-2 que dejaba en punta a Gallo y Andrés. Y no fue un farol su intención, pues desde el inicio el Puertollano se hizo con el control del esférico, con el equipo abierto, con mucho toque y en los primeros quince minutos toreó  a los  rojiblancos, aunque sus llegadas no fueron envenenadas. Valdés (5’) avisó con una internada que no supo resolver ante Félix Campo cuando ya se había escorado demasiado.

El primer atisbo de peligro local, como en casi todo el partido, lo protagonizó Gorka. No se lo piensa, y cada vez que tiene la oportunidad dispara a puerta. En esta ocasión aprovechó un envío largo de Suárez para, tras parar con el pecho, disparar conforme le caía, pero Rojas detuvo, no sin dificultades.

Se desembarazó del agobio el Granada a partir del cuarto de hora. Se hartó de correr tras el balón y decidió apropiarse de él. Así, empezó el juego de toque, aperturas a las bandas y aproximaciones al área, aunque hubo demasiadas imprecisiones innecesarias en los pases. El Puertollano fue dando pasitos atrás y los locales, con paciencia, buscaron huecos una y otra vez. Javi García los encontró en la derecha, y un centro suyo al segundo palo fue cabeceado por Gorka, pero el esférico lamió el poste derecho de Rojas (17’).

Cinco minutos después, otra vez Gorka fue quien aprovechó un pase al espacio para disparar, esta vez demasiado alto. El color del choque ya era rojiblanco, con buenas internadas de Javi García y arrancadas de Milla, pero con el cerebro Jorge García muy perdido.

Volvió a amenazar el Puertollano, con un disparo de Valdés (24’) desde la frontal del área que obligó a Félix Campo a desviar a córner, por encima del travesaño. Replicaron los rojiblancos con un córner ejecutado por Pinto y un cabezazo de Salva, llegando desde atrás, que se le desvió demasiado.

Conforme pasaban los minutos, los locales eran más dueños de la situación, y el porcentaje de posesión era cada vez más elevado. Pinto centró desde la izquierda y otra vez Gorka remató alto (34’). Y cuatro minutos después, tras otro saque de esquina, el vasco sirvió con la testa a Vicente, quien algo escorado disparó fuera cuando tenía una clara opción de gol, la mejor del partido.

Sin embargo, y pese al dominio claro, fue el Puertollano quien se adelantó en el marcador en la jugada clave del partido. Valdés, el mejor futbolista ayer sobre el césped, realizó una gran jugada por la derecha, se apoyó en Gallo y el pase atrás de éste dentro del área fue desviado con la mano por Suárez, que se había lanzado en racha para tratar de desviar la trayectoria. El colegiado decretó penalti y Andrés lo ejecutó raso y pegado al poste derecho de Félix Campo, quien adivinó la intención del delantero, pero no acertó a desviar.

El periodo finalizó con una buena combinación local que Vicente culminó con un mal disparo desde la frontal del área, cuando otra vez tenía mejores opciones.

Dio la sensación de que el Granada salía en la reanudación con mayor brío contra el portal del Puertollano, pero fue un espejismo. Los de Manolo Hierro, muy bien plantados, no perdieron en ningún momento el sentido del juego, y abortaron casi sin despeinarse los baldíos intentos locales. Es más, Valdés (56’) obligó a Félix Campo a desviar a córner un golpe franco ejecutado con mucha intención.

El Granada no encontraba vías de entrada en la defensa local, y los flojos disparos o remates de Pinto (58’) Ocaña (63’) y Otiñano (71’) no inquietaron lo mínimo a Rojas. Y es que entre el exceso de centrocampismo, el buen control de la situación de los visitantes, la falta de ideas de los locales, los cambios y las tarjetas, desperdiciaron 25 minutos insulsos que de nada sirvieron.

Ni Zúñiga ni Israel aportaron algo diferente que sus compañeros, aunque se entró algo más por banda y, mientras, los manchegos se dieron cuenta de que podía hacer daño a la contra, como en un buen remate de Andrés (72’) a centro de Candela que salió fuera por poco.

Los intentos granadinistas por crear peligro fueron infructuosos, y los centros de Zúñiga (82’) y Ocaña (85’) rematados como siempre con la testa por Gorka no fueron suficientes para vislumbrar siquiera la posibilidad del empate.

Y mucho menos cuando, tras perder los rojiblancos de forma absurda el esférico en el centro del campo, el Puertollano ejecutó una contra mortal, en la que Carlos Sanz sirvió de forma magistral a la espalda de la defensa, donde Andrés le ganó la partida a Félix Campo, al que batió por bajo (86’).

Fue la puntilla definitiva para un Granada que acabó el partido con la misma tónica que lo desarrolló. Un centro desde la banda, esta vez de Zúñiga, un nuevo remate desviado con la cabeza de Gorka.

El colegiado prolongó siete minutos el choque, pero igual podían haber sido setenta. Cuando uno no tiene su día...

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