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La fragilidad defensiva mata a España

  • Las chicas de Dueñas, incapaces de frenar a Montenegro, lucharán por el bronce

La selección española femenina de balonmano deberá conformarse con pelear mañana ante Corea del Sur por el bronce, tras caer ante Montenegro en una semifinal en la que nunca pudo encontrar la solvencia defensiva que le había permitido llegar a la lucha por las medallas.

Sobrepasada por el exceso de ganas con el que afrontó la semifinal, el conjunto español fue incapaz de inicio de dotar a su sistema defensivo de la solidez que le había caracterizado hasta el momento en el torneo. Esta circunstancia cargó en exceso la responsabilidad sobre la portera Navarro, que, pese a mantener la misma brillante línea que ha mostrado durante todos los Juegos, no pudo repetir el increíble partido que protagonizó ante las balcánicas en el pasado Mundial de Brasil.

Y es que era imposible que la guardameta española, como ocurrió el pasado mes de diciembre en Sao Paulo, volviera a contabilizar las cuarenta y tres paradas que acabaron por desquiciar a las temibles lanzadoras montenegrinas. Estas cañoneras parecieron querer tomarse ayer la revancha por lo ocurrido en el Mundial brasileño, especialmente Popovic, la estrella del equipo balcánico, que en la primera mitad ya sumó el doble de goles que hace unos meses en Sao Paulo.

Una muy mala noticia para el cuadro español, que se vio abocado al peor encuentro posible ante una selección del poderío anotador de la balcánica, a la que no le importa convertir sus duelos en un constante intercambio de goles. Todo lo contrario que España, que como siempre advierte el seleccionador, Jorge Dueñas, ve disminuir considerablemente sus opciones de victoria cuando los partidos, como ocurrió ayer, se deciden con marcadores altos.

De la mano de una impresionante Nely Carla Alberto, que sumó cinco goles en la primera mitad, España se mantuvo siempre viva en un marcador, llegando a gozar de una máxima renta de dos goles (12-10), a seis minutos para el descanso. Esta ventaja, que como todas las que alcanzó en los primeros treinta minutos la escuadra española, acabó engullida por el carrusel de goles que deparó el empate (13-13) con el que se llegó a la conclusión de la primera mitad.

La dinámica no cambió tras el descanso, al menos en el caso de Montenegro, que siguió martilleando puntualmente la portería española, a la que cada vez le costaba seguir más el ritmo goleador de las balcánicas. Esto permitió al equipo montenegrino adquirir a los once minutos de la reanudación una ventaja de dos goles (15-17) en el marcador, que obligó a pedir con urgencia un tiempo muerto al técnico español, consciente de que se le podía escapar el encuentro.

Pero ni las palabras de Jorge Dueñas bastaron para dotar a la defensa española de la solvencia necesaria a la defensa española, que pese a que logró (18-18) igualar de nuevo la contienda con dos acciones de casta de Macarena Aguilar, siguió mostrándose excesivamente permeable. La endeblez defensiva acabó lastrando definitivamente las opciones de victoria del combinado nacional, que en el momento que no pudo seguir intercambiando gol por gol, tras estrellar tres balones casi consecutivos en la madera, se encontró con una desventaja de cinco tantos (19-24) en el tanteador.

Pese a que España llegó a recortarla a tres tantos (22-25), las montenegrinas, perfectamente dirigidas por la veterana Popovic, supieron administrarla con diligencia hasta el final (26-27).

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