Granada CF-Las Palmas

Una locura para seguir creyendo (3-2)

  • El Granada remonta dos goles en contra antes del primer cuarto de hora y logra un triunfo vital con el que se plantará en Sevilla con opciones de lograr la permanencia de forma matemática

Hace mucho tiempo que no se recuerda un partido así en Los Cármenes. Un encuentro que no entró en el guión preestablecido de antemano, y en el que prevaleció un espíritu indomable que ni siquiera en la milagrosa salvación del año pasado se respiró. Los rojiblancos no habían remontado un sólo partido esta temporada y ayer no sólo volteó el electrónico, si no que levantó un 0-2 de Las Palmas a los 13 minutos que ni en las peores pesadillas del peor agorero entraba. Un festival de coraje y desenfreno que eleva al Granada por encima del descenso para desesperación de sus rivales y que le hace llegar con vida a estas dos terroríficas últimas jornadas ante Sevilla y Barça.

El comienzo del partido es bastante difícil de explicar. De hecho, podría decirse que a los 22 minutos empezó de verdad el encuentro. Porque hasta ese instante, que fue el del empate de El Arabi, lo que había pasado era una locura, una bacanal de goles en la que el Granada pudo salir muy golpeado, pero que remendó en un ataque de furia pocas veces visto en Los Cármenes. La única explicación a ese frenesí es que se unió la necesidad de irse arriba de los locales con la enorme facilidad para jugar de los canarios.

Los goles condicionaron la primera lectura del choque. En un encuentro de esta gravedad para el Granada, comenzarlo encajando un gol a los tres minutos pudo ser brutal. Fabricó el equipo visitante una contra con doble robo a Doucouré, que cogió a los locales descolocados. Lo condujo Viera, pero se equivocó en el pase. Cortó Lombán pero se le quedó muerta la bola al canario, que a placer desde la frontal la colocó en la escuadra de Andrés. Era imparable. Y era una desgracia que además fue a peor nueve minutos más tarde con una nueva genialidad del nacido en La Feria. Se filtró Viera entre los dos centrales y en posición correcta pero por poco, y rematando en semifallo, remató una pelota elevada por Roque Mesa. El peor de los guiones para el Granada: ir perdiendo 0-2 en el último partido factible para sumar.

Sin embargo, le tocó el turno un minuto después a Rochina en una individualidad que acabó con un trallazo cruzado que batió a Raúl Lizoain. Un gol clave porque de no haber recortado distancias tan pronto, Los Cármenes hubiera vivido un drama larguísimo. El culmen de la histeria colectiva de los primeros veinte minutos llegó entre el 19' y el 22', cuando se pasó de un testarazo de Araujo al larguero en el área pequeña y sin portero al golazo de El Arabi. Córner botado por Rochina que peina Doucouré y el marroquí, entrando en el primer palo, fulmina la red. El partido empezaba de nuevo.

A partir de ahí pasó más o menos lo esperado, con un Granada tratando de hacerse fuerte en la medular y contragolpeando en un buen trabajo coral. El problema fue que Las Palmas llegaba con mucha facilidad al marco de Andrés. Araujo tiró fuera una contra en la que se quedó sólo ante el murciano. Esa sensación es la que martirizó a la hinchada. No tanto al equipo, que estaba más pendiente de ganar. Con un tirazo de Rochina desde fuera del área que acabó con Lizoain mandando a córner y varios disparos fáciles de Doucouré y El Arabi se llegó a un necesario descanso.

La segunda mitad despertó con un Granada buscando el gol de la victoria pero cada vez más cansado. Peñaranda simuló un penalti que le conllevó la amarilla en el 52' y sólo tres minutos después Los Cármenes cantó gol en un remate al palo que detuvo Raúl Lizoain cuando la pelota se paseaba sobre la línea de gol. Parecía gol fantasma pero las repeticiones esclarecieron la legalidad de la decisión arbitral.

Esa fue la última ocasión clara del Granada hasta el gol. Lo que vino después fue un padecimiento. La Unión Deportiva Las Palmas se hizo con la pelota y atacaba tanto con verticalidad como con toque. Roque Mesa encontró siempre con facilidad a Jonathan Viera, y a partir de ahí todo podía pasar. Pero los amarillos finalizaron poco y mal, tanto que ocasiones en sí tuvieron pocas. Acercamientos, muchos. Peligro y fuego real, poco. Les faltó remate. Araujo no estuvo al nivel que se esperaba y la defensa aguantó, incluso con Biraghi, que siguió dejando agujeros pero ayer se notaron menos.

Con Las Palmas poniendo el corazón en un puño a Granada entera, se barruntaba que cualquier contra rojiblanca podría dar sus frutos. Pero fue a balón parado. En un córner magistralmente botado por Rochina, que puso el esférico en la cabeza de un desmarcado Ricardo Costa, el luso marcó el gol de la victoria que en otras jornadas mereció pero no logró (71').

Los Cármenes se volcó con los suyos siendo de verdad 'la 12'. Maldijo a Doucouré cuando mandó alto un balón servido atrás por El Arabi a puerta vacía y que hubiera evitado que los últimos quince minutos hubieran sido un sinvivir. A diferencia de muchos partidos, esta vez el Granada defendió con orden y Las Palmas ni siquiera tuvo la última.

Superado con sufrimiento el escollo de Las Palmas, ya sí se puede pensar en Sevilla. Allí será otro tema. Ojalá salir de allí con la permanencia matemática.

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