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La lucha antidopaje se rearma

  • La agencia francesa podrá controlar ya una sustancia indetectable hasta ahora

Hace apenas dos semanas, Pierre Bordry, el zar de la lucha antidopaje en Francia, hacía un anuncio enigmático con la clara intención de sembrar la incertidumbre entre los protagonistas que mañana empiezan a rodar el Tour de Francia. El jefe de la agencia antidopaje francesa AFLD anunció que disponía de nuevas herramientas para detectar una sustancia dopante hasta ahora considerada indetectable. Bordry no dijo más, a sabiendas que dejaba sembrada la inseguridad al no explicar de qué se trataba.

"No voy a hablar absolutamente nada al respecto", aseguró con hermetismo Bordry, pero no para quedarse callado, sino para lanzar una nueva advertencia: "Si les damos demasiadas pistas a los tramposos, sabrán encontrar algún mecanismo para reacomodarse".

Ni siquiera está confirmado que el nuevo mecanismo anunciado por la AFLD esté en plena capacidad de funcionamiento cuando el Tour arranque con una contrarreloj individual de 15,5 kilómetros, en Mónaco. Por eso, Bordry le pidió a la Unión Ciclista Internacional que preserve para el futuro las pruebas que se saquen en los controles durante la prueba ciclista.

La estrecha cooperación entre UCI y AFLD es otra de las novedades en este Tour. Las constantes disputas jurisdiccionales entre ambos organismos los habían enfrentado, en vez de convertirse en aliados. Las diferencias fueron superadas, sostiene con satisfacción Bordry.

Entre los datos que se intercambiarán están los pasaportes biológicos, es decir, el registro de los valores de cada corredor obtenidos en controles distribuidos a lo largo del tiempo. De esta forma, es más fácil detectar signos anómalos en los índices biológicos de un ciclista.

Bordry está convencido de que con los datos que tendrá a su disposición podrá detectar incluso las controvertidas manipulaciones con transfusiones de sangre propia, algo difícil de controlar hasta ahora.

La AFLD fue fundada en abril de 2006 con el expreso objetivo de luchar contra el dopaje y proteger el estado de salud de los ciclistas. Coincidencia o no, las dos siguientes ediciones del Tour fueron de las más escandalosas.

En 2007, el gran favorito Alexandre Vinokourov y la totalidad de su equipo Astana fueron suspendidos del Tour y el danés Michael Rasmussen fue apartado por su equipo Rabobank cuando se perfilaba como el ganador de la carrera.

En la edición 2008 se detectaron seis corredores dopados, entre ellos tres ganadores de etapas y el ciclista que se había subido al podio final, como tercero, el austríaco Bernhard Kohl. En la carrera pasada se hicieron 250 controles y este año "el número será similar, o tal vez mayor", advierte Bordry.

Después de cada una de las 21 etapas del Tour se harán controles a entre ocho y doce competidores. Y además, cada uno de los 180 ciclistas participantes deberá entregar dos pruebas de sangre el día de la primera etapa. Pero eso no será todo. Un grupo de 50 ciclistas deberá estar a disposición de análisis adicionales. Se trata de los corredores considerados favoritos para ganar etapas, las puntuaciones especiales o la prueba general. Y además, algunos que llegan ya como sospechosos.

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