Lo bien que se ve el mundo desde arriba. Que se lo digan a Neil Armstrong. Así estaba el Covirán Granada hace cuatro jornadas, cuando se había encaramado en el primer puesto de la tabla de clasificación.
Es cierto que empatado con buena parte de la liga, pero ahí estaban los granadinos. Entonces, por delante tenían un panorama exigente con cuatro partidos de esos que gustan jugar, según dicen los deportistas de cualquier disciplina, porque eran ante equipos de gran nivel en la LEB Oro. Todos ellos se mostraban ambiciosos y, como lo políticamente correcto es lo que prima en esta sociedad nuestras, decían que podría ser posible un 4-0.
Lo que a nadie, ni dentro ni fuera del club se le pasaba por la cabeza, es que el saldo iba a ser tan negativo como el duro 0-4 que ya es una realidad.
Agua pasada...
... ya no mueve molinos. Como bien dice el técnico del Covirán, Pablo Pin, hay que aprender de los errores, intentar corregirlos y salir de un bache que haberlo, haylo. Es cierto que los equipos han sido de aúpa, pero el conjunto granadino también debería serlo.
A remar
Desde que se saboreó el liderato durante una semana, el cuadro nazarí ha ido perdiendo en la tabla hasta tener demasiado cerca el corte del descenso.
Queda mucha liga y no hay duda de que el Covirán tiene mimbres para estar más arriba. Tras este fatídico ciclo de cuatro derrotas consecutivas, los de Pin inician otro en el que la primera cita será este sábado ante el Lleida (Palacio de Deportes, 18:30). El partido hay que ganarlo sí o sí, sobre todo para evitar que empiecen a aparecer nervios innecesarios.
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