Eurocopa de leyenda (8)

1972: La máquina alemana llega para quedarse

  • Se abre un ciclo. Los germanos inician dos décadas repletas de éxitos ante una URSS que cierra su mejor etapa tras disputar cuatro fases finales.

ALEMANIA llevaba años buscando un lugar al sol entre las mejores selecciones del mundo. Había estado a punto de lograrlo en el Mundial de Inglaterra, donde fue finalista, y cuatro años después, en México, cayó en semifinales en un extraordinario partido con Italia (3-4). En el Campeonato de Europa, sin embargo, las cosas no le habían ido tan bien. Ausente las dos primeras ediciones, un inopinado empate en Albania la dejó fuera de la del 68, en beneficio de Yugoslavia, así que se presentó en esta cuarta Eurocopa con un bagaje más bien pobre.

Claro que, para entonces, la selección que desde el 64 adiestraba Helmut Schoen ya había reunido a un grupo de jugadores que poco tiempo después harían historia. Hasta seis futbolistas del Bayern Múnich que reinaría en la Copa de Europa entre el 74 y el 76 formaban parte ya del combinado germano -Maier, Beckenbauer, Breitner, Schwarzenbek, Hoeness y Müller- y a ellos se añadían los pilares del otro gran equipo alemán de la época, el Borussia Mönchengladbach (Netzer, Wimmer, Heynckes, Vogts, Bonhof, Sieloff...) y veteranos de dos Mundiales como Overath o Sigi Held. Un equipazo, en suma.

Y así se mostró en la clasificación, a pesar de dos empates caseros ante Turquía y Polonia, y sobre todo en el Inglaterra-Alemania de cuartos disputado en Wembley, un gran partido que siempre quedará en la memoria de los aficionados.

Junto a Alemania llegaron a la fase final, que se iba a disputar en Bélgica, la selección anfitriona (lo que fue una constante hasta que, a partir de 1980 y con la ampliación de la fase final, se clasificaba de oficio), Hungría y, cómo no, la Unión Soviética en su torneo favorito. Guiada por Paul van Himst y con la base del Anderlecht y el Standard de Lieja, Bélgica se había deshecho de Italia en cuartos, mientras que la URSS derrotó sin palitativos a Yugoslavia y Hungría y Rumanía disputaron la eliminatoria más igualada, hasta el punto de que se tuvo que resolver en un partido de desempate con un gol del magiar Szoke en el minuto 89. Hungría, hoy día una selección de nivel medio-bajo -jugó su último Mundial hace 30 años-, todavía era alguien en el fútbol y en Bélgica 72 contaba con casi toda la delantera del Ujpest Dosza (Bene, Antal Dunai, luego técnico del Betis, Zambo...) y aún con el Balón de Oro Florian Albert, ya con menos protagonismo a sus 31 años.

En las semifinales se impusieron los favoritos, aunque ambos por la mínima. La URSS batió a Hungría y Alemania a un buen equipo belga con el goleador Gerd Müller en su papel -hizo los dos tantos a Bélgica y otros dos a los rusos en la final-. La máquina alemana ya estaba donde quería, y esta vez no iba a ser circunstancial, como en el 54. Dos años después ganaría su Mundial, sólo los penaltis en la siguiente Eurocopa le impedirían encadenar tres títulos, como en los últimos años ha hecho la España de Luis y Del Bosque, y en las dos décadas siguientes sólo faltó a tres finales, ganando tres títulos, de los diez grandes torneos que disputó.

El personaje: Netzer, año de gloria tras un gran día en Wembley

Günter Netzer (Mönchengladbach, 1944) fue un futbolista atípico, un centrocampista excelso que, sin embargo, sólo brilló esporádicamente en la selección alemana, en la que, aunque jugó 37 partidos, apenas tuvo continuidad a pesar de que debutó en 1965 y la abandonó una década después. Netzer, uno de los ejes del Borussia Mönchengladbach que le discutía el dominio al Bayern, se perdió los Mundiales del 66 y el 70, en los que Alemania fue segunda y tercera, y su papel en la Mannschaft parecía destinado a ser secundario hasta que llegó la fase de clasificación para la Eurocopa 72, y en particular un Inglaterra-Alemania en Wembley (1-3) que lo pasaportó a la fama. Ese día, Netzer dirigió la orquesta alemana ante unos ingleses rendidos a la evidencia -bien es cierto que el resultado no se decidió hasta que el propio Netzer y Müller hicieron los dos últimos goles en los minutos 84 y 88- y, en un partido que en España se pudo ver por televisión, lo que no era nada usual en aquellos tiempos si no jugaba España, Alemania se mostró como el gigante que a partir de ahí casi siempre ha sido. En la fase final, con casi 28 años, Netzer completó dos excelentes partidos, sería segundo en el Balón de Oro de ese año junto a Müller, tras Beckenbauer, y al verano siguiente, en gran parte como producto de aquellas exhibiciones, ficharía por el Real Madrid, contratación con la que Bernabéu quiso contrarrestar la llegada a Cruyff al Barcelona. 

 

Pero Netzer no triunfaría en el Madrid. Ganaría dos Ligas, sí, pero su juego nunca volvió a ser el de Wembley y la consecuencia fue que su papel en la selección de Schoen fue siendo cada vez más residual, hasta el punto de que en el Mundial 74, que Alemania acabaría ganando ante su afición, apenas dispuso de minutos en el duelo fratricida, y con derrota, ante la República Democrática Alemana. Poco después jugaría su último partido como internacional.

La final: Triunfo al estilo alemán ante unos rusos impotentes

La selección de Helmut Schoen, con seis jugadores del Bayern Múnich que en el 74 serían titulares en la final del Mundial -los otros cinco cambiaron-, barrió a una URSS muy renovada respecto a la que dejó fuera a España y que apenas resistió hasta el primer gol de Torpedo Müller. 

Alemania Federal: Maier; Höttges, Schwarzenbeck, Beckenbauer, Breitner; Wimmer, Hoeness, Netzer; Heynckes, Gerd Müller y Erwin Kremers. Unión Soviética: Rudakov; Dzodzuashvili, Kaplichiniy, Khurtsilava, Istomin; Konkov, Kolotov, Troshkin; Baidachny (Kozynkevich, 66'), Banishevski (Dolmatov, 46') y Onyshchenko. Árbitro: Ferdinand Marschall (austriaco). Amonestó a Kaplychniy. Goles: 1-0 (27') Müller. 2-0 (52') Wimmer. 3-0 (58') Müller. Incidencias: Final de la Eurocopa de naciones disputada el 18 de junio de 1972 en el estadio Heysel de Bruselas ante 43.000 espectadores.

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