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El pelotón padece las alertas ante un Froome inalterable

  • El temporal no hace temblar el dominio del británico, que continúa firme con el maillot rojo de líder

Los 178 ciclistas supervivientes en el pelotón de la 72 Vuelta a España no están viviendo una carrera plácida y a las alertas que soportan constantemente por las exigencias deportivas se ha unido la alerta amarilla meteorológica.

El que parece impasible y no se altera por nada es Chris Froome. Se ha convertido en un auténtico martillo pilón sobre sus rivales, a los que cada día que pasa ve un poco más lejos. Vincenzo Nibali es el que más cerca tiene en la general y ya está a más de un minuto. El resto ceden más de dos minutos.

A la gran cantidad de agua caída, se le une la disputa de la primera etapa con final en alto

Los competidores llevan dos días consecutivos padeciendo inclemencias meteorológicas en forma de agua. Camino de Alhama de Murcia les cayeron hasta 50 litros y ayer hasta la parte final la lluvia ha sido constante.

"Las patas se quedan duras e hinchadas", comentaron una y otra vez los ciclistas, lo que complica el descanso y la recuperación. En cualquier momento, estas penurias pueden comenzar a pasar factura y todos quieren estar ojo avizor por si se presenta la oportunidad para no desaprovecharla.

A todo ello se ha unido la disputa de la primera etapa con un final en alto en un puerto largo que dio un vuelco muy importante a la clasificación general. Ahora las distancias ya empiezan a ser considerables.

Es probable, a pesar de lo mucho que falta, que más de uno ya empiece a pensar en conservar lo que puede tener en lugar de buscar una hipotética y a lo mejor envenenada mejoría en la clasificación general.

Tampoco ayuda la dictadura a la que está sometiendo desde que la carrera empezó, el pasado 19 de agosto en Nimes (Francia), el equipo Sky y su líder Chris Froome con su elevadísimo ritmo de carrera desde que en la tercera etapa, en la llegada al Principado de Andorra, se hicieron con el maillot rojo.

Nadie olvida que Froome ha sacrificado incluso algo de su preparación del Tour de Francia, en el que su cuarta victoria ha sido algo más ajustada que las tres anteriores, para poder convertir en realidad "el desafío" que "no una obsesión" de ganar la Vuelta a España.

A pesar de todo, los hechos le contradicen, porque hasta en al menos un par de ocasiones ha visto demasiado cerca sus aspiraciones de ganar y finalmente no las ha podido hacer realidad.

El ritmo de competición en la carrera española es tan elevado que, en la época en la que todo está bajo control, todos se refieren a que los vatios que precisan alcanzar para estar a la altura de los mejores son muy altos.

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