Resulta prácticamente insólito que Lionel Messi integre el podio de candidatos para ganar el Balón de Oro 2014 y que sea el candidato con menos posibilidades de los tres finalistas. El argentino, que ganó los últimos cuatro Balones de Oro consecutivos y ostenta el récord de ser el mayor galardonado con dicho premio, protagonizó un 2013 tan cambiante que sus posibilidades de triunfo en la gala de hoy resultan un misterio.

El argentino inició el año pasado con un ritmo habitual, goles de todos los colores y establecimiento de nuevos récords estadísticos, y lo terminó con un panorama absolutamente adverso: atestado por constantes lesiones, problemas judiciales y lejos, muy lejos de este estadio Camp Nou donde brilló a lo largo de la última mitad de década.

"Es un placer, un orgullo estar de nuevo entre los tres finalistas. Para mí, los premios importantes son los grupales, pero éste es un reconocimiento muy lindo. Si no se gana, tampoco pasa nada", afirmó el argentino de 26 años hace unos días.

Messi competirá hoy con Franck Ribery y Cristiano Ronaldo en la nueva entrega del premio que entregan en conjunto la FIFA y la revista France Football.

Será interesante, ya que el resultado final de Messi servirá para descifrar con claridad los motivos del común denominador de los votantes.

Hoy se sabrá si el multitudinario jurado, entre periodistas, entrenadores y jugadores, vota en base al que fuera mejor futbolista del 2013 o al que consideran mejor futbolista del planeta.

De acuerdo a lo estrictamente deportivo, Messi parte en desventaja respecto a Cristiano o a Ribery, pero su consideración para muchos como el mejor futbolista del mundo aún lo mantienen con posibilidades.

"Cristiano Ronaldo se merece ganar el Balón de Oro este año. Messi se lesionó mucho", dijo nada menos que Diego Maradona, ex entrenador del rosarino en la selección argentina y el otro gran emblema futbolístico del país sudamericano.

El 2013 fue para Messi una montaña rusa. Entre enero y abril, el astro argentino vivió unos meses dentro de su "normalidad": igualó a Alfredo di Stéfano como máximo goleador en los clásicos Real Madrid-Barcelona y batió el récord de ser el primer jugador de la Liga en marcar goles en 19 partidos consecutivos, es decir, una vuelta completa.

Los problemas se iniciaron en la ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones, cuando el argentino sufrió un desgarro en el bíceps femoral de la pierna izquierda. Hasta el final de temporada jamás recuperaría su plenitud. Terminó el año con el título de Liga bajo el brazo y consagrado como máximo goleador del torneo, con 46 tantos.

Poco después llegaría una acusación por defraudación fiscal, una inmensa seguidilla de amistosos alrededor de todo el mundo y una pretemporada por lo menos agitada. Messi padeció dos lesiones en la pretemporada y luego sufrió dos desgarros musculares en la Liga, que lo mantuvieron fuera de los campos casi todo el primer trimestre de la actual temporada.

La última lesión fue el 19 de noviembre contra el Betis, un desgarro en el muslo de la pierna izquierda. El golpe anímico fue tal, que el argentino decidió mudarse los dos últimos meses del año a Argentina para realizar el proceso de recuperación en su país natal junto al cuerpo médico de la selección albiceleste y al preparador físico del Barcelona, Elvio Paolorosso.

Su figura llegó a encontrar contradicciones hasta en los balances anuales de medios periodísticos extranjeros. La Gazzetta dello Sport no incluyó al argentino en su habitual once ideal del año. Sin embargo, el periódico inglés The Guardian eligió, mediante un jurado de 12 especialistas, a Messi como el mejor jugador del mundo en una lista de 100 futbolistas.

Messi estará en Zúrich con un esmoquin rayado de Dolce & Gabbana y con la ilusión de enlazar su quinto Balón de Oro. Pero una derrota del argentino no sorprendería a nadie. Ni a él.