Colombia

Los secretos de James Rodríguez

Rodeado de soledad en un apartamento de Buenos Aires, un James Rodríguez de 17 años se echó a llorar: quería volverse a Colombia y rendirse, olvidarse de su sueño de futbolista en la primera división del fútbol argentino. Aquello fue el 12 de julio de 2008 y duró sólo una noche. Seis años después, James es la gran estrella del Mundial y hoy buscará ante Brasil llevar a su país más lejos de lo que probablemente se hubiera atrevido a soñar.

¿Podría haberlo hecho sin la ayuda de Jorge Burruchaga? El autor del gol del triunfo argentino en la final de México 86 no quiere colgarse medallas, pero tiene bien presente el momento en el que descubrió la prodigiosa zurda del colombiano. Eran los días de aquel cumpleaños triste. Burruchaga era por entonces el entrenador de Banfield. James se entrenaba con los juveniles y alternaba con el equipo de primera.

"James iba y venía a las selecciones juveniles de Colombia, ése era el arreglo que habían hecho con los dirigentes del club. Hasta que en un momento le dijimos a él, como al club, que lo íbamos a apoyar, que íbamos a hacer una buena pretemporada". "Era diciembre de 2008, lo empezamos a mirar, a trabajar con él. Jugó su primer partido y ya demostraba sus cualidades, una técnica muy especial, gran pegada en movimiento y una convicción para llegar a posiciones de gol que eran muy interesantes con sólo 17 años".

Burruchaga se iría, pero James seguiría en el club para convertirse a los 18 años en un jugador imprescindible. Y entonces llegó el 13 de diciembre de 2009, una fecha que nunca olvidarán los hinchas de Banfield, porque fue el día de su primer título en el campeonato argentino. Tampoco la olvidará Rodríguez, que tuvo la autoridad para instar a su equipo a abortar la vuelta olímpica en la Bombonera, donde la barra brava de Boca insultaba a los campeones, que lo eran pese a haber perdido por 2-0.

"Pensar que estuve a punto de salir corriendo para el aeropuerto y devolverme a Colombia...", recordó tiempo después James aquel llanto de cumpleaños solitario. Hasta que Burruchaga se fijó en él, la vida del mediocampista no era sencilla. Su novia estaba en Colombia, su madre -a la que lo une una íntima complicidad- también, y algún técnico en las juveniles lo despreciaba: "Ey, colombiano". Nunca su nombre.

"Nunca manifestó un desarraigo ni problemas, siempre alegre, estaba bien", afirma Burruchaga. "Tenía a los 17 años una personalidad fuerte, ganadora". Esa personalidad quedó bien patente con sus dos goles en el Maracaná para eliminar a Uruguay en octavos de final. Y Burruchaga cree que la historia acaba de empezar...

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