Es lo que se suele llamar efectividad máxima. El único tiro a puerta del Granada en el segundo tiempo sobre el marco realista sirvió para que los rojiblancos se llevaran de Anoeta un punto que puede ser clave en la pelea por la permanencia. Los de Alcaraz merodearon mucho el área de Bravo durante todo el choque, incluso tras el descanso llegaron tanto como el cuadro local, pero no fue Ighalo hasta el minuto 93 cuando atinó a mandar la pelota al sitio justo.

La primera parte terminó con el resultado inicial de 0-0 por la falta de puntería de ambos conjuntos, ya que es muy difícil ver unos 45 minutos con tantas llegadas al área, tantos disparos y tan pocas intervenciones de los porteros.

Y es que el conjunto donostierra salió al campo lanzado. En los primeros once minutos llegó cinco veces al área rojiblanca y efectuó cinco tiros, mientras que la cuenta se elevó a ocho acercamientos y siete chuts en el veinte de juego para llegar al intermedio con un doble doce, incluyendo sendos chuts a los palos de Bergara y Canales.

El Granada tardó en entonarse, pero al final fue capaz de finalizar el primer tiempo con diez llegadas al área de Bravo y siete lanzamientos, aunque solo dos fueron a meta. Esas fueron precisamente las dos únicas intervenciones del meta chileno mientras que Karnezis apareció cuatro veces, muy poco trabajo real para todo lo que asedió y disparó el cuadro local.

La reanudación trajó más tranquilidad para el que toma las estadísticas, aunque las expulsiones volvieron a desatar a los dos conjuntos, que al final sumaron casi medio centenar de llegadas a las áreas y más de treinta lanzamientos, mucho más de lo que se suele ver en un encuentro.

El partido tuvo de todo, hasta acontecimientos poco habituales como lanzamientos a los postes -un total de tres- o las dos expulsiones citadas. El espectáculo fue mayor si se tiene en cuenta que el discutido Teixeira Vitienas paró poco el duelo porque apenas hubo una veintena de faltas.

Y algo también poco usual: solo un fuera de juego del Granada en los noventa minutos, mientras que los realistas cayeron hasta cinco veces en posición antirreglamentaria.