Tribuna Económica

gumersindo ruiz

Montalbano, Montalbán

Tampoco en julio de 2012 Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), hizo nada, sólo decir que haría "lo que fuera necesario" para preservar el euro -añadiendo: "y créanme, será suficiente"-; en ese momento la deuda pública española a diez años, que había superado el 7% de interés y se disparaba ante la impotencia del nuevo gobierno, bajó hasta los niveles actuales, en los que apenas llegan al 0,4%. No haría falta contar una vez más esta historia, si no fuera porque la semana pasada Draghi sólo anunció el estudio de un paquete que podría poner aún más en negativo los tipos actuales, comprando deuda pública y privada y otros activos financieros; no olvidemos que el Banco de Japón compra incluso acciones, y el BCE mantiene más de 200.000 millones de deuda pública española, lo que nos ahorra un montón de intereses. Sin embargo, Mario Draghi insistió en que los países del euro, con prudencia, deberían seguir una política fiscal más amigable con el crecimiento, lo que supondría -esto es mío, pues no entró en detalle- aumentar el gasto en inversión, e impuestos que no tengan un impacto directo sobre el trabajo y la inversión de las empresas. Con estos datos, no entiendo por qué algunos partidos en España hacen causa general contra los impuestos, pues en sus gobiernos regionales o locales siguen manteniendo políticas contrarias, mientras demonizan a otros partidos que intentan buscar una cohesión social muy necesaria en España.

Andrea Camilleri ha muerto a los 93 años dejándonos 27 libros del inspector Montalbano, que toma su nombre de Manuel Vázquez Montalbán, creador del entrañable detective Pepe Carvalho. Ambos autores mantuvieron en su vida y obra posiciones de izquierda política y crítica social, los dos pertenecieron al partido comunista, y eran personas sensibles, con una humanidad desbordante. Vázquez Montalbán quiso criticar "el sentido religioso de la militancia" en su novela Asesinato en el Comité Central, aunque sus personajes son arquetipos y él siempre fue más allá de la pequeña política. Casi 40 años después los partidos de izquierda siguen teniendo dificultades para remediar los desequilibrios sociales, sobre todo porque no incorporan a sus estrategias y políticas la reacción que provoca cualquier progreso social.

Montalbano es un policía incorruptible, individualista, detesta la burocracia, se siente incómodo entre los políticos, pero es un eficaz funcionario comprometido con lo público; además, tiene una vida sentimental algo complicada y es un buen gourmet, lo que comparte con Carvalho. Nos resulta cercano no sólo por la técnica y trama de las novelas -que son entretenidas pero en ocasiones previsibles-, sino por la vida y verdad que hay en ellas, pues por mucho sexo, violencia, o situaciones límite que se metan en un libro, nada es comparable con el humor, sarcasmo, ironía, romanticismo y coloridos personajes secundarios, que llenan de calidez las historias de Andrea Camilleri. Y también, como recoge Tony Barber en su obituario, por el propósito de Camilleri de que "aunque en muchas novelas de crímenes los acontecimientos parecen separados del contexto económico, político y social, yo he decidido -dice- meter de contrabando algún comentario crítico sobre mi tiempo".

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