Economía

Siempre es tiempo de una buena inversión

  • Jaime García. Responsable de Banco Mediolanum en la Zona Sur

Inversiones en Banco  Mediolanum

Inversiones en Banco Mediolanum

Jaime García Jaime García

Jaime García

Con la situación actual de incertidumbre producto de la pandemia global no resulta extraño que muchos ahorradores crean que es mejor esperar a que se calmen las aguas. A diario estamos sometidos al sobresalto de una campaña de vacunación llena de reveses que retrasan la ansiada recuperación económica. Además, convivimos con indicadores que podrían parecer desincentivadores. 

 Por un lado, unos tipos de interés negativos que ofrecen una rentabilidad nula en los depósitos y negativa en la deuda pública y privada. Por otro, algunos índices y valores —especialmente estadounidenses— están en máximos, alentados por los planes económicos de Joe Biden y las políticas expansivas de los bancos centrales. Es lógico que muchos clientes me pregunten si este es un buen momento para invertir

Y mi respuesta es que “siempre” es un buen momento para los inversores que piensan a largo plazo, aunque muchos piensen que “siempre” hay razones para esperar. En la profesión se sabe que el miedo nos hace perder oportunidades porque, lejos de actuar mediante decisiones racionales, la Economía Conductual demuestra que mucha gente decide e invierte movida por las emociones.  

La actual crisis ha afectado a muchas familias laboral y económicamente. Pero para aquellas que gracias al confinamiento han aumentado sus ahorros y cuentan con liquidez, es tan buen momento como cualquier otro para empezar a invertir. Porque la clave no es cuándo hacerlo, sino cómo y con qué objetivo. Eso nos lleva a seguir una estrategia, un método probado, que huye de las bolas de cristal que señalan los “momentos perfectos” y de las apuestas a corto plazo, que suelen generar más disgustos que alegrías. 

No obstante, conviene tomar precauciones que eviten errores que, con aguas turbulentas, son fáciles de cometer. Con tal propósito se deben seguir varias pautas esenciales. 

Primero, una diversificación temporal en las inversiones, estableciendo cuáles son los objetivos a corto, medio y largo plazo. ¡Vaya, para qué invertimos! 

Segundo, para el largo plazo –que debe ser la meta de todo ahorrador–, hay que tener en cuenta la revalorización de las empresas a nivel mundial. Para ello se recomienda como instrumento de inversión la renta variable para así anclar nuestras inversiones al progreso de la economía global. Ahora bien, un profesional acreditado debe medir el perfil de riesgo de cada ahorrador para que se sienta cómodo con esta elección. 

Tercero, disciplina y paciencia. Se debe establecer un plan y no abandonarlo. Como ya he dicho, se fija qué cantidad se irá invirtiendo cada mes en busca de un precio medio que nos dé rentabilidad. 

Cuarto, la herramienta más eficiente para los inversores es el fondo de inversión, pues diversifica el riesgo al estructurarse con muchos valores que cotizan en diversos índices mundiales. 

Quinto, nunca invertir todo el dinero disponible, pues hay que contar con un remanente (liquidez) para aprovechar oportunidades de inversión que puedan producirse. 

Y sexto, todo este proceso hay que recorrerlo de la mano de un profesional formado, un asesor financiero certificado que te acompaña de forma permanente para que tomes las mejores decisiones y estés más cerca de tus metas.