Tribuna Económica

gumersindo ruiz

La inyección de moral que necesitamos

En toda situación de conflicto sociopolítico se necesita un apoyo extraordinario de los presupuestos para evitar que el deterioro económico la agrave aún más. Desde hace semanas hay un retraimiento en las decisiones de compra de bienes y servicios, sin que haya razones claras para ello; primero era sólo en Cataluña, pero lo que ocurre en una parte significativa del país acaba afectando al resto.

La recuperación de la actividad económica y el empleo se está dando sobre bases precarias, y prácticamente con el soporte de la formidable batería de medidas del Banco Central Europeo (BCE). Mi propuesta es compensar los efectos negativos del conflicto independentista y sus secuelas con unas medidas temporales presupuestarias que favorezcan los contratos de personal sanitario y educativo en aquellas áreas que más lo precisan, así como en otras acciones que tengan un efecto inmediato sobre la empresa, el empleo y las rentas medias.

Aunque me inclino habitualmente por la reducción de la deuda, las circunstancias en que vivimos hacen necesario y posible un impulso, sin obsesionarnos con el compromiso -con Europa- de reducir ya el déficit público. Mario Draghi, presidente del BCE, en todas sus intervenciones, dice que el peso de la recuperación de las economías no debe caer sólo en el BCE, sino que los gobiernos deberían promover "una política fiscal amigable con el crecimiento". El Banco ha tenido que lidiar con la crisis financiera, bancaria y de deuda, el Brexit, los populismos, la inmigración, el terrorismo, y ahora el separatismo -al que se refería la semana pasada diciendo que lo siguen de cerca y lo tienen en cuenta-, comprando deuda pública y privada, cobrando a los bancos por los depósitos, y poniendo tipos de interés en negativo. La política fiscal consensuada de los gobiernos puede echar una mano impulsando de verdad la economía. Hay un argumento poderoso que se sostiene en dos pilares: uno, que el aumento de precios al consumo -deseado y temido- no va a descontrolarse por una política presupuestaria más relajada, ya que la fortaleza del euro, que se aguanta frente a viento y marea alrededor de 1,20 dólares, nos permite importar barato materias primas y petróleo, sin que hasta el momento se hayan resentido las exportaciones, que sigue su camino. Y otro, que si conseguimos con el impulso fiscal que la economía crezca a un ritmo nominal del 5% (sin quitar el efecto de los precios), superior al aumento del coste medio de la deuda, que es 2,6%, la deuda y el déficit respecto al producto puede mantenerse.

El impulso fiscal es necesario y posible, estaría bien visto por el BCE y podría defenderse ante los países europeos, pues el déficit medio en el área del euro es 1,3% del producto, inferior al de Estados Unidos, China, o Japón. Alemania, por su parte, no tendrá más remedio que expandir el gasto tal como le exige la coalición de partidos que formarán el nuevo gobierno. Por muy preocupante que sea lo que está ocurriendo no podemos dejar que se deprima también la economía, y el efecto más rápido se consigue con un apoyo extraordinario de los presupuestos, animando los espíritus abatidos de los ciudadanos.

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