Tribuna Económica

joaquín aurioles

El leve enfriamiento de la economía

La economía española creció siete décimas en el cuarto trimestre de 2018 y un 2,5% en el conjunto del año. Estos datos indican un debilitamiento de seis décimas en el ritmo de actividad con respecto al nivel medio desde el inicio de la recuperación (2014), pero mantienen el perfil característico de una economía instalada en la expansión: crece por encima de su potencial, más que las economías del entorno y a tasas compatibles con la creación de empleo.

De un tiempo a esta parte, el consenso sobre el crecimiento potencial, es decir, a medio plazo, de la economía española está en torno al 1,5% y lo más probable es que hasta 2021 se mantenga por encima de ese nivel. Para la agencia Fitch supone una ligera mejora con respecto a su anterior estimación, que atribuye básicamente al crecimiento del empleo de los últimos años y a las expectativas para este y el que viene.

También se sigue creciendo a mayor ritmo que los países de nuestro entorno. Según el Banco Central Europeo, un 1,1% en el conjunto de la Eurozona en 2018, del que 0,25 puntos, es decir, casi una cuarta parte, se debió a la contribución de la economía española.

Por otro lado, la creación de empleo no parece haber notado, al menos por el momento, la desaceleración de la actividad. En 2018 se crearon 566.200 empleo (crecimiento del 3%), mientras que el de parados descendió en 462.400, consiguiendo que la tasa de paro se redujera en 2,1 puntos, hasta situarse por debajo del 15%.

Para la mayoría de los analistas resulta evidente que la reforma laboral ha permitido reducir la tasa de crecimiento compatible con la creación de empleo y la reducción del paro, aunque sin despejar del todo algunas incertidumbres, como la rigidez al alza de los salarios en las nuevas contrataciones, aparentemente descolgados del ritmo de actividad en el conjunto de la economía, o los efectos sobre el empleo de algunas de las recientes incursiones gubernamentales en el mercado laboral, como la subida del salario mínimo o la pretensión de revisar el marco de la negociación colectiva.

La desaceleración se presenta acompañada del relevo de la demanda externa por la interna. El cambio es consecuencia, por un lado, del fuerte incremento de la inversión (4,5%), especialmente en inmuebles (4,8%), pero, por otro, de que las importaciones crecieron el doble (3%) que las exportaciones (1,8%). La debilidad del crecimiento en la Eurozona, especialmente en las grandes economías, y la caída del comercio internacional han provocado que las exportaciones españolas hayan reducido en 2018 su ritmo de crecimiento en algo más de tres puntos, con respecto al promedio de los últimos cuatro años, mientras que la fortaleza del consumo interno y la inversión ayudan a entender el mantenimiento de las importaciones. A pesar de ello, 2018 se ha cerrado con saldo positivo en la balanza de bienes y servicios, aunque inferior en una tercera parte al de 2017.

El problema está en que el tradicional déficit en el intercambio de bienes se ha incrementado en casi ocho mil millones de euros, mientras que el superávit en servicios se ha reducido, a pesar del buen año turístico, en 3.500 millones.

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