Elecciones

El eterno joven

  • Curtido en mil batallas políticas, lo mismo reparte juego, que remata o achica balones. Un todoterreno de los de antes

LUIS Pérez Montoya quiere ser alcalde de su pueblo. Opta a ocupar el sillón de la alcaldía por segunda vez y tiene -dice- razonadas esperanzas de lograrlo, aunque sabe que la tarea es ardua.

Vicepresidente de la Diputación los últimos cuatro años, Pérez Montoya es visto por sus compañeros como el "eterno joven". Un apelativo cariñoso, atendiendo a sus muchos años al frente del Instituto Andaluz de la Juventud de Almería (IAJ). Peinaba alguna cana cuando dejó el cargo para dedicarse por completo a la política en Adra.

Ha tenido como "maestros" a muchos de los clásicos de la política socialista en Almería como Joaquín Navarro Imberlón, José Antonio Amate, Antonio Bonilla o el propio Juan Antonio Segura Vizcaíno, con el que ha tenido en la última legislatura en la Diputación alguna que otra diferencia.

Curtido en mil batallas y hombre de la radio, Luis Pérez Montoya sabe manejar los tiempos, se sitúa casi siempre bien en el terreno de juego. A veces reparte y otras achica balones. Lo que toque, si el objetivo es trabajar por su pueblo, su provincia o su pueblo y crecer en política.

Decía Darwin que lo importante no es ser el más fuerte ni el más listo para sobrevivir en la tierra, sino saber adaptarse a los tiempos. En esto el candidato socialista a la alcaldía de Adra es un maestro. Camaleónico, astuto y con un buen olfato, el dirigente socialista vive la política, aunque no deja al margen la vida familiar y personal. La concilia a la perfección e incluso ahora, ya con alguna entrada, no tiene reparos para estudiar en la Universidad y tratar de concluir su carrera.

El estrés es su mundo, tratando de conciliar las mil y una historias de cada día. Aunque de forma paralela es capaz de cerrar persianas y adentrarse en la cotidianeidad, en la normalidad que se ancla en el ejercicio puro y simple de vivir, de disfrutar con una buena mesa o con un partido de fútbol.

Conciliar ambos mundos es tan difícil como tratar de mezclar el día y la noche. Y aquí es donde se conjuga el verbo atardecer o amanecer, en los que la mezcla de sol y sombra se vierten al 50 por ciento. Ahí, quizá ahí, es donde podemos enconttrar al verdadero candidato. Aquel que sigue sacandole jugo a su pueblo.

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