Entrevistas

"Si Cataluña logra el pacto fiscal, otras regiones ricas la imitarán"

-Si uno atiende a las cifras que esgrime CiU para avalar la necesidad del pacto fiscal, parecería que el Estado "expolia" a la comunidad.

-CiU se apoya fundamentalmente en las estimaciones que ha hecho la Generalitat del déficit fiscal de Cataluña, esto es, de la diferencia entre los impuestos estatales que se pagan en la comunidad y lo que la Administración central gasta en ella. Según sus cálculos, el déficit fue de unos 16.400 millones en 2009, lo que supone un 8,4% del PIB.

-Pero...

-Esta estimación tiene trampas. La principal es que sólo considera el dinero que vuelve físicamente a Cataluña y no los beneficios que llegan en especie, es decir, la parte que le toca a Cataluña del coste de los servicios generales que el Estado nos presta a todos pero que no se producen físicamente en la región. Ese paquete incluye muchísimas cosas: las embajadas españolas en el extranjero, casi todas las bases militares del país, la contribución española a la UE, el coste de los servicios de los ministerios que llevan temas de interés general desde Madrid, etcétera. Si quitamos la parte que le toca a Cataluña del coste de estos servicios comunes de acuerdo con el propio Gobierno catalán, el déficit fiscal de la comunidad se reduce en un tercio y se queda en unos 11.000 millones o un 5,8% del PIB.

-O sea, que sí hay agujero.

-Sí, Cataluña tiene un déficit fiscal considerable, aunque no tan grande como afirman los nacionalistas. Sin embargo, tratándose de una comunidad rica, es lo lógico. Lo preocupante sería que no lo tuviera, que es lo que pasa en el País Vasco y Navarra gracias al concierto. El déficit fiscal catalán refleja fundamentalmente la redistribución de la renta a nivel individual, esto es, el hecho de que la gente que más tiene paga más impuestos y recibe menos a través de ciertas prestaciones sociales. El tamaño de este déficit, correctamente medido, está en línea con lo que cabría esperar dado el nivel de renta de Cataluña dentro de España. Además, el déficit de Madrid y Baleares es mayor proporcionalmente y ambas CCAA lo llevan bastante mejor.

-No hay pues nada excepcional en que Cataluña reciba menos de lo que da.

-No, no es un caso raro a nivel internacional. Es difícil encontrar datos homogéneos, pero no veo cómo la situación puede ser distinta en países que cuentan con impuestos más o menos progresivos y un sistema de protección social a la europea. Algún listo se ha inventado que en Alemania existe un tope máximo del 4% a los déficits fiscales regionales y todo el mundo lo repite en la prensa local, pero no es verdad.

-Imaginemos que Cataluña logra el pacto fiscal. ¿Cuáles serían las consecuencias para el resto del país?

-Habría menos dinero que repartir entre los demás. ¿Cuánto? Dependería de las condiciones que se fijasen, incluyendo la valoración de las competencias estatales no cedidas y la cuota de cooperación interterritorial que Cataluña tendría que pagar. Por otra parte, y esto es quizás más importante, se abriría un proceso de reivindicaciones similares en otras regiones ricas que no querrían ser menos. El resultado sería un Estado disminuido y asimétrico, muy difícil de gestionar y seguramente sin los recursos necesarios para ejercer sus competencias constitucionales, incluyendo la de garantizar una cierta igualdad entre todos los españoles en términos de su acceso a los servicios públicos fundamentales.

-Habla de cooperación interregional, no de solidaridad.

-La solidaridad tiene connotaciones de ayuda voluntaria al necesitado que no tienen nada que ver con el tema del que estamos hablando. La Constitución dice que todos tenemos los mismos derechos y deberes y de eso se trata: ¿vamos a poder tener colegios y hospitales parecidos en toda España o tendremos que emigrar a las regiones ricas si queremos tener buenos servicios?

-¿Cuál es la alternativa razonable al pacto fiscal?

-Revisar el sistema de financiación que tenemos, que es enormemente complejo, nada transparente y muy mejorable. Entre otras cosas porque genera desigualdades grandes y difíciles de explicar. Algunas regiones ricas están bien tratadas y otras mal. Lo mismo sucede con las pobres. Extremadura, por ejemplo, siempre ha estado muy bien tratada, pero Andalucía ha salido muy mal parada de la última reforma y ahora está claramente por debajo de la media. Cataluña se siente maltratada porque está entre las regiones que más impuestos pagan, pero no entre las que mejor financiación tienen. Al menos en parte, tiene razón. Hay margen para una reforma del sistema que, sin dinamitarlo como hace la propuesta de pacto fiscal, incorpore la parte razonable de las reivindicaciones catalanas.

-¿Qué parte de culpa tiene la Generalitat en la actual bancarrota de la región?

-Toda, pero no es un problema sólo catalán. Las autonomías han gastado temerariamente en los últimos tiempos. Han consolidado en gasto recurrente ingresos no sostenibles ligados a la burbuja inmobiliaria y a la parte alta del ciclo, y ahora pasa lo que pasa.

-¿Cuál sería el impacto económico de la independencia de Cataluña?

-En principio quedaría excluida de la UE y tendría que solicitar su entrada, lo que exigiría la aprobación de España. Aunque fuera sólo unos pocos años, las consecuencias de no ser socio del club podrían ser desastrosas para su economía. Pero incluso aunque se quedase en la UE, los efectos adversos sobre el comercio entre la región y el resto de España serían muy significativos.

-¿Por qué? ¿Entraría el juego el factor emocional?

-Aun sin aranceles, la existencia de fronteras desincentiva mucho el comercio. Los estados del norte de EEUU tienen una relación comercial mucho más intensa con otros estados del sur del país que con sus vecinos canadienses, aunque los segundos están mucho más cerca, hablan el mismo idioma y tienen una cultura muy similar. Y, por supuesto, las cosas serían peores si entra en juego el factor cabreo.

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