Francisco Gallardo | Médico y escritor

"El deporte te pone en tu sitio"

Francisco Gallardo.

Francisco Gallardo. / José Ángel García

Baloncesto, medicina y literatura. Francisco Gallardo (Sevilla, 1958) habla con entusiasmo de sus pasiones. Grato conversador cerveza en mano (y sin ella), despacha como galeno del deporte, especializado en Traumatología, en su céntrica consulta. Lo mismo nos vamos por las ramas con Díaz-Miguel y Corbalán o con los libros que ha escrito: las novelas El rock de la calle Feria, La última noche y Áspera seda de la muerte, y Cuaderno de San Lorenzo, una memoria de infancia. El "doctorcito", como lo llamó Maradona, tiene ojo con los huesos y con la pluma.

–Paco Gallardo. ¿Cuántas veces lo han confundido con el ex futbolista del Sevilla, hoy entrenador de su filial?

–Muchísimas. Somos buenos amigos porque el Sevilla hacía los controles donde yo trabajaba. Él se queja de que cuando pone Paco Gallardo en internet a veces salgo yo y no le gusta.

–Estudió en los Maristas y jugó al baloncesto. Nunca se quitarán esa fama de juego de colegio de curas.

–Los Maristas tenían una tradición tremenda. Recuerdo el Campeonato de España de baloncesto de 1971 que en el Maristas de Barcelona jugaba un tal Nacho Solozábal. Confieso que pasaba a mi lado y no lo veía.

–José Joaquín (abogado), Miguel (periodista), Paco (médico) y Jesús (profesor). Sus padres se quedaron cerca de un quinteto de su amado baloncesto.

–Somos muy diferentes, pero estamos muy unidos. Dicho esto, Jesús es el mejor.

–Fue jugador y luego médico del Caja San Fernando, ¿qué vio en el baloncesto en una ciudad tan futbolera?

–Dos entrenadores, Miguel Rodríguez y Alfredo de la Cerda, me enseñaron la belleza de este juego. Me gustan todos los deportes, pero en el baloncesto había algo especial. Pude ir al Real Madrid, pero no fui. El deporte te pone siempre en tu sitio.

–¿Qué baloncestista profesional le impresionó más?

–En el Caja San Fernando, Abdul Jeelani, un NBA con unas rodillas ortopédicas que nos subió a la ACB. Un tío peculiar. Vestía unos trajes magníficos de músico de jazz. De fuera, Delibasic, que lo he conocido más a través de Juan Corbalán, que tiene una novela bellísima sobre su decadencia. Por cierto, el baloncesto es tan grande que Aleksandar Petrovic hizo el Camino de Santiago con Corbalán y le pidió perdón por el feo comportamiento de la Cibona en aquellos duelos con el Madrid.

–Hizo controles antidopaje en el fútbol, entre ellos a Maradona. ¿Pone la mano en el fuego de que no le dio gato por liebre con la orina aquel Domingo de Ramos?

–Maradona, que en paz descanse, era lístísimo. En la vida era igual que lo que se veía en el campo. Conmigo fue muy correcto. Una cadena autonómica me llamó cuando se fue del Sevilla para ir a un debate sobre él. Me preguntaron si estaría a favor o en contra. Dije que a favor y no me llamaron más. El gran Antonio Leal Graciani fue a por bocadillos de jamón que compartimos un Domingo de Ramos a mediodía y nos reímos mucho con Maradona.

–¿Algún episodio sobre los análisis a otros futbolistas que haya prescrito?

–Hicimos muchísimos análisis y ninguno dio positivo.

–Es heredero de una larguísima tradición de doctores-escritores. Su vecino de consulta Ismael Yebra, sin ir más lejos. ¿Los nuevos planes de estudios nos dejarán sin médicos humanistas?

–Espero que no. Mi hija está en cuarto de Medicina y tiene muchísimo interés por otras cosas. Creo que la curiosidad del médico va a estar por delante. Con Ismael preparo un eterno libro de médicos escritores. Chejov pidió una copa de champán antes de morir. Fue un gran escritor que nunca dejó de ejercer. Pío Baroja fue lo contrario, estuvo seis meses en un pueblo, y vio que la medicina no era lo suyo, sobre todo el dolor.

"Nos reímos mucho compartiendo con Maradona un bocadillo de jamón tras hacerle un control de orina"

–¿Son los Gallardo la saga que pisa más tabernas de Sevilla?

–Yo aporto mucho en esa proporción. Me gustan las bodegas antiguas, quizás sea una herencia de mi padre, que me llevaba muy pequeñito, y era como una forma de vida; no es por tomarte la cerveza, sino dónde y con quién. También me gusta mucho leer.

–Demos por zanjado que las tascas son saludables.

–Es obvio que el alcoholismo es un gravísimo problema de salud pública. Pero en Andalucía y en España la mayoría sabemos dosificarlo, y tenemos una relación más o menos saludable con el alcohol. Y es importante para socializar.

–Su mujer, Mamen, trabaja en banca. ¿Por qué no montan un gabinete: ella asesora con hipotecas y usted ausculta y receta?

–Sería una buena fusión. Mi mujer es la gran suerte de mi vida.

–¿El coronavirus deja más secuelas en los huesos o en la mollera?

–En los huesos está dejando muchas. La población está cansada, hay una fatiga pandémica, pero también el aparato locomotor se ha visto afectado y tenemos mucho trabajo ahora.

–Antes se rompían el lomo los españoles en el campo, ¿ahora nos dejamos la espalda en las sillas de las oficinas?

–El sedentarismo es terrible para todo el organismo. A partir de los 50 las patologías de la columna vertebral se disparan.

–Sevillano y cosmopolita. ¿El Chaves Nogales de los fonendos?

–El capítulo de la calle ancha de Feria del niño que intuye el fallecimiento de su madre me parece uno de los pasajes más hermosos de la literatura universal. Chaves Nogales es inmenso. Tengo la escritura como una forma de vida para reafirmarme como doctor. Pero los médicos escritores a los que antes aludió me han enseñado mucho: Luis Martín Santos, que cambió la novela en España, hizo trabajos sobre psiquiatría muy importantes.

–Tres hijas forman su prole, ¿la familia lo deja solo en casa el 8-M?

–Jajaja. Mi familia es feminista pero no radical.

–Residente y paseante del centro. ¿Qué hacemos con el turismo en los cascos históricos?

–Contra eso me he vacunado; he sido turista y he pensado lo mismo pero al revés. Es un mal o un bien de la globalización. Cuando yo era joven, para llegar a Praga eran tres días de tren. Ahora peco de lo mismo que los turistas aquí, por eso soy más comprensivo.

–¿Chipiona es más barrio de Sevilla que San Lorenzo, república independiente hispalense?

–Sin duda alguna.

–Ya que estamos, doctor, tengo las cervicales hechas un cristo. ¿Me da una bajita?

–Hablaré con su médico de cabecera, no se preocupe.

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