Entrevistas

"El cine español está cerrado por defunción"

-A Casablanc le falta una letra para la mítica película de Michael Curtiz...

-Mi caso es como el de Antonio Mairena. Yo soy Ortiz Domínguez. Lo de Casablanc es porque en Casablanca se conocieron mis padres, es donde nací y viví hasta los 18 años. En cuanto a la película, no deja de ser un título.

-¿Se viene por el teatro?

-No. Vine a estudiar Bellas Artes a Sevilla y empecé con La Jácara.

-¿Los actores con sus muchas vidas se ahorran el psicoanalista?

-Cada vez son más los actores que van al psicólogo. Efectivamente, el trabajo que tenemos es muy terapéutico, te da la posibilidad de vivir otras vidas, de ser mucha gente. Pero te tienes que conocer mucho a ti mismo, tus partes débiles, tus partes fuertes. Los actores del método americano, Marilyn Monroe, Monty Clift, Marlon Brando, no podían dar un paso ni decir una frase sin llamar al couch.

-¿Cuál es su método?

-Que cuanto más honesto y más desnudo te presentes, mejor te saldrá.

-¿El teatro es el hogar, el cine, la casa; y la televisión, la segunda residencia?

-La televisión ha cobrado un tremendo protagonismo con productos de indudable calidad. El cine tiene glamour y el teatro aquí no goza de consideración. Hay mucha ignorancia.

-¿El prestigio de actores andaluces coincide con la agonía del cine español?

-En ese prestigio tuvo mucho que ver Benito Zambrano con Solas o Padre Coraje. El cine español, por una temporada, va a estar cerrado por defunción.

-¿Cuál es su autopsia?

-Que para nuestros gobernantes los actores tenemos fama de ser gente que ganamos muchísimo dinero, trabajamos muy poco y estamos siempre de vacaciones. Es el lugar que le dan a la cultura. ¿Dónde queda el legado de Machado, de Unamuno o Lorca? Vengo de cuatro meses en Francia y veneran a sus autores. Aquí hay actores jóvenes criados en los pechos de la televisión incapaces de recitar a Machado.

-Sus compañeros lo premiaron por su papel de arzobispo Carrillo de Acuña en la serie Isabel...

-Era un religioso ambicioso, con ejército y castillo, un personaje crucial que propicia que se casen Isabel y Fernando.

-Gente que trabajó con Saura (Cristina Hoyos) o con Armiñán (Rafael Álvarez El Brujo), cineastas que le han dirigido a usted (Fernando Colomo) han sido jurados de Master Chef. ¿Lo reprueba?

-No deja de ser parte de nuestro trabajo, porque supongo que van allí cobrando. Yo hace tres años que dejé de ver la televisión.

-¿Cómo vivió Andalucía en Marruecos?

-Mi padre nació en Granada, pero en Casablanca se hizo francófilo. A mi abuela paterna, que fue maestra en Granada y después en Melilla, le debo mi relación con la cultura, con los libros, el hecho de ser actor. Mi madre es tremendamente andaluza. Hija de un sevillano y una rondeña, como siempre he sido muy niño de mamá, crecí en esa nostalgia de las Siete Revueltas, de los programas de Radio Sevilla.

-¿Qué Andalucía conoce?

-Llego en 1981 a estudiar a Sevilla. Conocía mejor Málaga o Vélez-Blanco, en Almería, donde íbamos de vacaciones.

-¿Dejó la pintura?

-Me gusta mucho pintar, pero el hecho de ser actor no me deja tiempo para dedicarme a un trabajo más solitario, más reflexivo, más introspectivo. Me presenté a unas oposiciones para profesor de Dibujo cuando se creó el Centro Andaluz de Teatro. Compañías como Esperpento o La Jácara pasaron por una crisis tremenda y yo pensé que se acababa mi relación con la farándula. Afortunadamente, suspendí esas oposiciones, porque me llamó José Luis Castro para Ligazón de Valle. Ese sueño de un teatro andaluz ha desaparecido. Creo que la famosa tradición del teatro español no existe. Se acabó cuando La Barraca de Lorca se fue al garete con la Guerra Civil. Hubo un teatro militante contra el franquismo de Els Joglars o La Cuadra. Me llama la atención que no arraigue nada de eso, no hay relevo para los que tenían una formación clásica y van desapareciendo. El último, Miguel Narros. Me dirigió en Las de Caín, de los Quintero.

-¿Qué le lleva a Madrid?

-Ciutti, el criado de Juan Tenorio, una producción de Ángel Facio, de los Goliardos, con el que coincidí cuando hice El Gran Inquisidor en la Expo.

-¿Se siente reconocido?

-Alfredo Alcón, el actor argentino, me contaba que en Argentina cuando un taxista coge a un actor le invita a la carrera. En España, si te ven por el retrovisor, te dan vueltas para cobrarte más. No te consideran transmisor de los clásicos. Entramos en un terreno cenagoso que no existe en Viena o en Berlín. Aquí impera cada vez más la comedia barata de fácil digestión, ya me cansa el humor chabacano. La única razón de la crisis no es que hayan subido al 21% el IVA de la cultura.

-Pierde Nadal en Wimbledon, España en Maracaná. ¿Los humaniza o se degrada la marca España?

-La noche que ganamos el Mundial hacía en el Teatro Español El arte de la comedia, de Eduardo de Filippo. Estaba llena la sala. A la salida, en la plaza de Santa Ana, seis o siete energúmenos se subieron a la estatua de García Lorca, le colocaron una bandera de España y gritaban yo soy español, español... se me revolvió el alma. España de charanga y pandereta, de fútbol y raqueta. Si somos primeros en tenis, automovilismo o fútbol, pues muy bien, yo prefiero ser austriaco.

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