Miguel Ángel Martínez-González | Epidemiólogo y nutricionista

"El coronavirus se acabará, pero la obesidad se quedará"

El doctor Martínez-González

El doctor Martínez-González / Miguel Garrote

El doctor Miguel Ángel Martínez-González (Málaga, 1957) publica ¿Qué comes? (Planeta) junto a la investigadora Marisol Guisasola, un libro donde se defiende la necesidad de seguir el patrón alimentario de la dieta mediterránea para prevenir las complicaciones derivadas del coronavirus. Empezó sus estudios de Medicina en Sevilla y Granada, y hoy es epidemiólogo, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Navarra, investigador en nutrición y catedrático visitante de Nutrición en la Harvard T.H. Chan School of Public Health.2.

–¿Esperaba que llegara una pandemia así?

–Sí. No esperaba que fuese tan fuerte, sobre todo porque había habido avisos de pandemias repetidos, pero luego, cuando llegaba la realidad, esos avisos eran un poco exagerados.

–¿La gestión de esta segunda ola es imperdonable?

–Parte de lo que estamos viviendo ahora es consecuencia de la mala gestión inicial. Es como un incendio. Si tomas medidas drásticas al principio con una chispa, se apaga. La segunda oleada es consecuencia de la primera. España tuvo que cerrarse más y hasta el 30 de marzo no hubo un confinamiento estricto.

–¿Qué consejo le daría al doctor Fernando Simón?

–No sé si estoy cualificado para dárselo. Creo que hay muy buenos epidemiólogos en España. El famoso consejo científico tiene que quedarse totalmente al margen de la política. Sí le diría al doctor Fernando Simón que o es capaz de decirle a los políticos que no le den órdenes, porque esto hay que resolverlo científicamente, o dimita. En el momento que todo está mediatizado por banderías políticas baratas, que es lo que da la impresión en España, los epidemiólogos se han largado.

–Una tragedia.

–Hay que hacer las cosas científicamente correctas. Lo peor que ha pasado en esta pandemia es que está todo mediatizado por sacar rédito político de esta situación desgraciada.

–¿No importan las vidas?

–Lo primero es ver cuántos minutos de televisión aparece cada uno y ver si esto le da popularidad. En EEUU está mal, pero se están apoyando más en las sociedades científicas y en gente independiente de la política.

–Se ha puesto de manifiesto que era necesario una buena epidemiología.

–Tenemos carencias en nuestro sistema sanitario. Estábamos muy autocomplacientes pensando que teníamos el mejor sistema sanitario del mundo y se está viendo que toda la Atención Primaria está infradotada para hacer el rastreo de contactos. Se necesitan más recursos, los médicos están desbordados.

–Su libro ¿Qué comes? relaciona Covid con obesidad, hipertensión y diabetes. ¿El confinamiento ha jugado en contra de nuestra dieta?

–Un patrón alimentario de alta calidad, como es la dieta mediterránea o la comida tradicional, está muy bien fundamentado científicamente como prevención de la diabetes, de las enfermedades cardiovasculares, de la hipertensión y también de la obesidad. Todos estos son factores que hacen que cuando alguien se infecte evolucione peor.

–Califica la obesidad como la pandemia silenciosa.

–El daño sanitario que lleva haciendo la obesidad en las últimas dos o tres décadas es muy superior a lo que ha hecho este año el coronavirus. Las estimaciones más rigurosas son de 4 millones de muertes al año en el mundo por obesidad. Además, no se le ve el fin a la obesidad.

–Eso parece.

–Así como el coronavirus en año y medio o dos años, con la vacuna, acabará, la obesidad está aquí para quedarse. Hay mucha autocomplacencia, pero estamos en cifras de obesidad que nunca ha tenido la humanidad. Nunca ha habido un país que tenga un 42% de obesos como tiene ahora la población adulta de EEUU o que nos estemos acercando al 70% entre obesidad y sobrepeso en España. Es una barbaridad sin precedentes que lo raro sea estar en el peso normal. Y va a causar un daño que no hay sistema sanitario que lo soporte.

–¿Prohibiría los refrescos azucarados?

–No soy partidario de prohibir, me parece demasiado dictatorial. En el libro hablo de poner impuestos a las bebidas azucaradas, a la comida basura y usar esos impuestos para abaratar los alimentos que la mejor ciencia epidemiológica ha demostrado que son sanos como las frutas, las verduras, el aceite de oliva, los frutos secos...

–Si tan claro está que los productos ultraprocesados son perjudiciales, ¿por qué están en el mercado y a precios tan baratos?

–Porque en estos alimentos se usan las materias primas más baratas. Si se vieran esas materias en directo, no apetecerían. Con el proceso químico se hacen atractivas, se disimulan, tienen conservantes y son muy convenientes para cierta parte de nuestra industria alimentaria. Cierto sector, no hay que demonizar a toda la industria alimentaria.

"Un euro por persona y día es lo que cuesta pasar de una dieta basura a una dieta mediterránea sana"

–¿La solución de nuestra dieta es volver a la comida de nuestro abuelos y olvidar las hamburguesas?

–Es una forma muy sencilla de resumir una gran verdad. Estoy totalmente de acuerdo con esa frase.

–Pero comer sano es caro.

–Un euro por persona y día es lo que cuesta pasar de una dieta basura a una dieta mediterránea sana.

–Una familia de cuatro personas...

–Son cuatro euros más al día, 120 al mes. Es así. Lo que se recauda con los impuestos de las bebidas azucaradas y las comidas basura habría que usarlo para subsidiar los alimentos que son más sanos.

–¿Preferimos una pastilla a un buen consejo médico?

–Claro que sí. En ningún terreno hay tanta pseudociencia y mito como en la alimentación y salud.

–¿Por qué nos dejamos encantar por charlatanes?

–Porque es más cómodo. Nos halagan los oídos. Uno se deja llevar por un espejismo: “Come lo que quieras que vas a adelgazar con esta pastilla”. Y hay gente ingenua que se lo cree. En los congresos de obesidad, hablar del patrón de comidas adecuado es marginal, se habla de todas las pastillas milagrosas. Son las grandes ganancias para ciertos sectores de la industria farmacéutica. Es un engaño.

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