Christopher Maurer. Hispanista

"Todos tenemos que decir nuestro propio Lorca"

"Todos tenemos que decir nuestro propio Lorca"

"Todos tenemos que decir nuestro propio Lorca" / Carlos Gil

-Como uno de los más importantes hispanistas mundiales y especialista en Lorca, ¿qué supone la llegada de su legado al centro dedicado al poeta?

-El momento está cargado de simbolismo por el regreso y la recuperación. Pero, como reconoce la profesora Melissa Dinverno, no es el final de un proceso, sino el comienzo. Vuelve a Granada el archivo de Lorca. Pero un archivo no es sólo un monumento ni un depósito del pasado; es un organismo vivo con una proyección hacia el futuro. En este momento en que el archivo regresa a Granada debemos recordar la universalidad de Federico y darnos cuenta de que pertenece a todo el planeta. Es el granadino, el andaluz universal.

-¿Se abren nuevas perspectivas de estudio, nuevas tesis, o de Lorca ya está casi todo dicho?

-Como dijo Borges, el tiempo enriquece los versos. Cada generación va a leer a Lorca de otra manera. El texto puede ser el mismo, pero el significado cambia. Cada cual se acerca a Lorca a su manera, según sus propias necesidades, y no se podrá nunca decir que todo está dicho. Todos tenemos que decir nuestro propio Lorca.

-¿Sería necesario un equipo estable de investigadores para este centro o para eso ya están las universidades?

-Un centro de investigación de esta importancia requiere un equipo dedicado de archiveros, bibliotecarios, administradores y un director o directora que defina su misión y que marque su dirección intelectual y su grado de integración con la comunidad y con las artes contemporáneas. Van a acudir investigadores de todo el mundo. Pero no todo debería ser investigación. Espero que el Centro sea un estímulo para la creación y la recreación.

-¿De dónde viene su pasión por las letras hispanas?

-La cosa empezó en el instituto. Viajaba por el sur de España, y a un profesor mío se le ocurrió recitarnos un poema de Lorca: "Córdoba, lejana y sola..." Me fascinó. Desde entonces he estudiado con una serie de profesores que me han inspirado, desde mi primer año de universidad, donde tuve la suerte de recibir clases de literatura de José Antonio Pascual, hasta la tesis doctoral, dirigida por Gonzalo Sobejano, mi maestro. Desde el comienzo de mi carrera, me ha inspirado mi mujer, María Estrella Iglesias, y, por supuesto, los amigos, entre ellos Mario Hernández, el primero en editar a García Lorca con acceso a los manuscritos, de manera fidedigna.

-¿Qué le llevó a estudiar a Salamanca?

-Un impulso romántico. Llegué solo, no como parte de un programa. La había visitado durante unos días, y me había hechizado su belleza y su melancolía histórica. El centro monumental estaba poco restaurado todavía y siempre me han atraído las ruinas. No habían descubierto Salamanca los norteamericanos, y durante un año no hablé con ninguno. ¡Qué privilegio estudiar allí!

-Ha investigado y traducido la obra de Baltasar Gracián, Quevedo, García Lorca o Juan Ramón Jiménez. ¿Qué debe de tener un autor para que usted decida poner su foco en él?

-Ante todo, tiene que ser una buena compañía. Traducir a alguien, o estudiarlo de cerca, supone una convivencia intelectual bastante íntima. Y tenemos que necesitar a un autor en un determinado momento de nuestras vidas... Es más, al estudiar a cualquier autor te unes a cierta comunidad de lectores. En el mejor de los casos, un autor genera amistades. No sabes a cuanta gente interesante -poetas, artistas visuales, músicos o actores- he podido conocer gracias a Federico García Lorca, a Jorge Guillén o a la poesía áurea.

-Sus trabajos se centran en la literatura española del Siglo de Oro y la Generación del 27. ¿Por qué ha elegido esos momentos históricos y no otros?

-Quizás porque la poesía española de estos dos períodos se relaciona estrechamente con la pintura y con la música.

-El español está viviendo un auténtico boom en Estados Unidos en las últimas décadas. Como hispanista, ¿qué cree que lo ha hecho posible?

-El boom se debe seguramente a varios factores: la mayor presencia (unos 41 millones) de hispanohablantes en Estados Unidos; el prestigio de la cultura española y latinoamericana (e incluyo en el concepto de cultura la popular, como el deporte, la moda, la música). En Boston, donde enseño, hay un grupo muy importante de investigadores en el campo de la Medicina y de la Biología, y tenemos un Observatorio de la Lengua del Instituto Cervantes, que está constantemente haciendo actividades culturales.

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