Álex Rovira Celma | Empresario, consultor y escritor

"Sin manejo de la psicología no puedes manejar la economía"

Álex Rovira Celma.

Álex Rovira Celma. / Juan Carlos Muñoz

Vivió entre imprentas desde niño, pues el padre de Álex Rovira Celma (Barcelona, 1969) era impresor de catálogos de empresas como Exin o Borrás, por eso los libros -y los Madelman- estuvieron muy presentes en su infancia. Estudió Ciencias Empresariales -es además MBA por Esade-, pero acabó por centrarse en su pasión, la psicología. Como consultor empresarial, decidió objetar respecto a clientes que no se ajustaban a sus valores. Escritor de éxito, acaba de publicar Amor (Zenith, 2019).

-Un buen día decidió dejar de hacer parte de su trabajo. ¿Fue por ética?

-En parte. Como consultor de marketing, junto a dos socios que siguen siendo amigos, empecé a objetar. Había según qué tipo de actividades [de clientes] a las que no quería contribuir. No podía ignorar que contribuía a fomentar la ludopatía o al consumo precoz de alcohol entre los jóvenes. Llegó un punto que esa objeción de conciencia y mi interés por la psicología provocaron un cambio. Tenía 38 años, pero se venía fraguando de antes. Me fui alejando del marketing para centrarme en la psicología y la economía trenzada.

-¿En el fondo no se dedica más a la ética?

-En el fondo, la comprensión psicológica de un ser humano tiene que tener una mirada profundamente ética. Podemos poner esa etiqueta. A mí me gusta llamarla psicoeconomía.

-¿El mundo de los negocios ha perdido la ética?

-Hay de todo. En la economía puramente especulativa no hay lugar para la ética. Pero hay cada vez más iniciativas incipientes de personas que buscan no sólo la rentabilidad económica sino también la social, que piensan no sólo en salarios, sino en remuneración que dé sentido a la vida. En la batalla por el talento habrá cada vez más vectores de captación centrados en esa mirada ética.

-Los cazatalentos dicen que ahora les cuesta enfocar a los candidatos más jóvenes porque los valores de éstos han cambiado...

-...es verdad.

-...valoran mucho más el tiempo libre, la calidad de vida, el sentido del trabajo.

-Celebro que lo constate. Está habiendo un cambio en los valores, especialmente en los perfiles con mucho talento. Antes, el mercado laboral se movía más por un gran variable y, ahora, sin descontar eso, se tiene en cuenta un salario emocional. Estar en una empresa sana, con buen ambiente, donde crecer, realizarse. -¿Y está preparado el empleador para ese cambio? -¡Ja! [ríe] Ésa es la pregunta del millón. Algunos sí, y otros no. Hay a quien le está pillando a contrapié y otros ya lo veían venir. El gran debate y la palabra que emerge ahora es cultura. Cultura empresarial. Una mala cultura hunde la estrategia y el clima laboral. Y una buena cultura, impulsa la estrategia y mejora el clima laboral. Si bien es muy importante la estrategia, igual que la definición de la misión y la visión, la clave es la cultura. Y la cultura es lo que hace el empleado cuando nadie le ve. Y se nutre de actitud, conocimiento, habilidad, compromiso y ética.

-Parte de su faceta profesional es crear esa cultura empresarial, ¿no?.

-Sí señor.

-¿Y es más relevante que la literatura que produce?

-Soy consultor. Aparte de escribir libros de vez en cuando, mi actividad cotidiana pasa por la formación ejecutiva, las conferencias y la formación psicoafectiva.

-¿Cómo está afectando lo tecnológico a esa tarea, porque la digitalización está cambiando a la mayoría de las empresas?

-La digitalización es una herramienta. Pero digitalizar supone un cambio cultural.

-¿Es una oportunidad?

-Es una oportunidad para que la empresa no sólo incorpore la tecnología a la cadena de valor de manera multidisciplinar integrada, sino para que en ese proceso de incorporación se haga una revisión de qué quiere ser, de cómo quieren relacionarse. Muchas veces, un proceso de digitalización va ligado a un cambio cultural.

-¿Y, entonces, por qué escribe de sentimientos?

-Porque para hacer un buen cambio cultural tienes que ser consciente... [pausa]. ¡Es la pregunta! Si no gobiernas bien la naturaleza humana no integrarás jamás un cambio cultural. El problema no es la digitalización, nunca lo son las herramientas. El problema son las actitudes, los valores, los principios, la creencias, las resistencias, las filiaciones, las emociones vinculadas al proceso. Si no manejas bien la psicología no puedes manejar bien la economía.

-Su anterior libro...

-Alegría...

-... era casi un manual para diferenciar alegría de felicidad, ¿no?

-Una de las ideas del libro es que la felicidad se piensa y la alegría se siente. El muro de la felicidad se construye con ladrillos de alegría, utilizando el símil.

-Y este nuevo, Amor, ¿es un manual para diferenciarlo del deseo?

-Es una de las ideas fundamentales. Amor es mucho más que deseo. No es cierto que el amor sea ciego. El amor revela. El deseo ciega.

-¿Falta amor?

-Depende de dónde, mucho. Entendiendo el amor como voluntad de comprender, de cuidar y de inspirar, vamos muy necesitados. De deseo erótico vamos sobrados como especie. Lo que falta es la manifestación de ese amor operativo que permita que el ser humano pueda realizarse. Y eso es aplicable en la pareja, con los hijos y no digamos en los entornos profesionales.

-¿Hay algo que castre el amor?

-Por supuesto.

-¿La religión?

-No estaba pensando en eso, pero también.

-¿En qué pensaba?

-En el miedo, la mentira, la desidia, la pereza, la cobardía, la inercia. Quien ama cuida. Eso requiere persistencia, propósito, humildad, confianza, voluntad de cooperar y dialogar.

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