Antonio de la torre , actor

"Al final he hecho carrera callándome la puta boca y poniendo cara de malo"

  • El prolífico intérprete abre mañana la Semana Negra de Punta Umbría con una conferencia en la sala Colón del hotel Barceló (19:00) que no dejará indiferente a sus incondicionales

Antonio de la Torre (Málaga, 1968) es de esos artistas a los que la fama y los laureles no parecen habérseles subido a la cabeza. Uno tiene la sensación de que lo conoce de toda la vida. Por expreso deseo del periodista radiofónico que migró a la dramaturgia nos tuteamos desde el inicio. De plumilla a plumilla, de tú a tú, se disfruta más a un lado y al otro del teléfono.

-¿Cómo es la vida de un actor como Antonio de la Torre?

"La vida es poliédrica. Cumplo años y más claro lo tengo; ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos"

-Por un lado hay un tiempo que me ocupa con rodaje -aunque ahora no estoy rodando-, con entrevistas, promoción, leer guiones… por suerte derivado del privilegio de estar entre ese 8% de la profesión que vive de esto. Y eso parece que no pero lleva un montón de tiempo. Es el pequeño inconveniente de ser un actor que trabaja. Por ejemplo, tenía un Facebook que terminé cerrando porque perdía mucho tiempo de mi vida.

-Lo gana en lo personal.

-Vivo en Sevilla y tengo dos niños chicos a los que atiendo mucho, Martina y Daniel. Me intento cuidar porque ya a cierta edad como no te cuides eres un cadáver político, pero te ponen un churrito por delante y, como soy una persona muy educada, pues me lo como con alegría.

-¿Qué hobbies tienes?

-Una cosa que intento hacer bastante es ir a correr cuando puedo. Si estoy currando y fuera, aunque parezca paradójico, tengo más tiempo. Trato de leer literatura, ensayos o información, que me interesa mucho. Leo muchos periódicos, sobre todo digitales. Por supuesto trato de ver todo el cine y el teatro que puedo. Y me sigue gustando mucho el fútbol. Soy muy del Málaga. Iba mucho al Colombino, pero mucho, cuando era periodista deportivo. Me suena mucho tu nombre, pensaba que nos habíamos conocido. Quizá porque he leído algo que has escrito. Me he dicho: «Raquel Rendón, creo que la conozco». Si no hemos hablado antes será porque te he leído en Huelva Información, que es un periódico histórico, un clásico.

-Qué honor. Estás vinculado a Huelva entonces.

-Mi relación con Huelva, por tirar de memoria, arranca cuando vivía en Sevilla a principios de los 90, que me acuerdo que iba a Punta Umbría a la playa. Recuerdo de decir, «vamos al mar», sobre todo cuando la Expo 92, con Alberto San Juan, el actor, o con mi hermano. En mi época de periodista deportivo iba mucho a Huelva a currar en el Colombino, como te dije. Estaba con la gente, me quedaba a cenar o a comer. Y luego, por circunstancias personales, mis suegros se compraron una casa en Isla Cristina.

-Isla Cristina es mi pueblo.

-¡Ostras, qué bueno! Pues la última vez que estuve fue en el puente de la Hispanidad. Hacía bueno y me bañé y todo. Y me voy a correr desde Isla Cristina a Islantilla y vuelvo. En definitiva, he viajado mucho a Huelva, la conozco bien y tengo el recuerdo maravilloso del primer premio que me dieron por mi trayectoria en el Festival de Cine Iberoamericano. Recuerdo que estaba Eduardo Trías de director del certamen. Me dio alegría y al mismo tiempo me dio bajón. Porque le dije: «Tío, soy todavía muy joven para que me deis el premio por mi trayectoria». Me explicó que la idea que tenía el Festival en aquel momento no era tanto dar un premio a alguien que ya estuviera consagrado, sino a alguien como que intuyes que... no que sea una promesa, porque yo ya había currado mucho en 2013 y estaba en casi todo (risas). Ya me estaba ganando el tuit ese que he compartido hace poco y que reza algo así como que «Dice la leyenda que hubo una época en la que se hacía cine español y no salía Antonio de la Torre». Es muy bueno.

-Mañana te veremos en Punta Umbría, donde estrenas las Conferencias en Negro de la Semana Negra de la localidad. ¿Qué le espera al público que asista?

-Como actor no admitiré nunca el encasillamiento, aunque sea así. Pero es cierto y, entendiendo la temática de la Semana, que como he protagonizado algunos thrillersúltimamente tengo un poco el sambenito de actor de thrillers. Manda narices, ¿eh? Yo que cuando empecé creí que iba a hacer carrera en la comedia... De hecho, me definía como bastante locuaz, y al final he hecho carrera callándome la puta boca y poniendo cara de malo.

-(Risas).

-No somos nadie. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Conclusión: supongo que intentaré dar mi opinión sobre las características del género y hablar de lo que yo más pueda saber, que es de lo que se trata, de cómo afronto lo de ser actor.

-Me lo has puesto en bandeja. ¿Cómo lo afrontas?

-Para mí es una conexión muy importante que igual tiene que ver con mi pasado plumilla, ¿no?

-¿Ah, sí?

-Abordo los papeles de una forma prácticamente periodística. Intentaré contar anécdotas que a la gente le interesen. En Grupo 7, por ejemplo, tuve ayuda profesional de la Policía. La verdad es que en esta última de El Reino he hablado con un montón de gente de la política, de la judicatura, gente incluso que está incursa en procesos judiciales. Siempre intento rebuscar a través de la vida para que las películas sean sinceras.

-Y no todas lo son.

-La gente cuando ve una película y dice «es que me ha resultado muy aburrida», pues aburrida no, es que no se ha creído un carajo. ¿Te ha resultado lenta? Es que no te has creído una mierda lo que te están contando. Por eso no te gusta. Creo que si haces una interpretación auténtica, desde las tripas y con honestidad, te termina atrapando. Intentaré hablar de todo esto con el público. Abordo todas las películas, independientemente del género, tratando de ser lo más realista y auténtico posible.

-Para El Reino, que habla de una trama de corruptela política, llegó a entrevistarse con Álvaro Pérez El Bigote. ¿Cómo fue la cita?

-Lo conocí en el juicio de la Gürtel y ahí nos vimos. Rodrigo (Sorogoyen, director de la cinta) y yo íbamos con esa idea. Estuvimos hablando con él. Es familia de Andrés Pajares. Le dije que quería saber cómo se sentía. Estaba allí el abogado muy atento a ver qué coño queríamos. Nuestro interés no iba más allá de sacar algo que no se fuera a contar en sede judicial. Sino que aunque haya en la película elementos de ficción y otros que puedes decir que han sido sacados de un telediario o de un sumario, queríamos que hubiera una mirada desde dentro. La vida es poliédrica, Raquel. A medida que voy cumpliendo años más claro lo tengo. Y ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. Por eso yo a este hombre le llamo Álvaro Pérez.

-Le conquistó.

-A ver, no quiero que se confunda nada. Si ha cometido un delito, pues que lo pague y será condenado por ello. Pero Álvaro Pérez para mí es un señor que tuvo la deferencia de verse conmigo cuando teóricamente no tenía nada que ganar. En definitiva pues tiene una familia ahí. Mira, hubo otro político con el que me vi pero lo dejo en secreto de sumario. Vi una foto saliendo de la cárcel y abrazándose a sus hijas y recuerdo que llamé a Sorogoyen y le dije: «¿Ves esta foto? Esta foto es la película, un padre que quiere abrazar a sus hijos». Como hagas una peli de malotes, haces una peli maniquea, barata. Ellos son los malos y nosotros los buenos. Me hubiera parecido torpe abordar la peli desde ahí. Porque el cine ya tiene la etiqueta de progre y rojo. Me parece más interesante el intento que hemos hecho con El Reino. Aunque habrá gente que piense que no. No decimos que es la peli de un partido. Decimos que es la peli de un país.

-Totalmente. Se reconoce al PP pero también al PSOE.

-Hombre, también tenemos los EREs pendientes de juicio, a ver qué pasa. Y había uno de Izquierda Unida con una tarjeta black.

-No se libra ni el Tato.

-Es verdad que en determinados grupos o sectores es más fácil que aparezca un partido que otro, pero esto es, entre otras cosas, porque hay algunos partidos que pillan más poder que otros. Como decía Giulio Andreotti, «el poder no desgasta, lo que desgasta es no tenerlo». (Risas) Esa frase dicha por un gran cínico como él… Grande.

-Entiendo que entonces le cogiste aprecio a Manuel López Vidal, ese personaje al que das vida en El Reino.

-¿Te acuerdas de Fernando Lugo, el presidente de Paraguay, cuando le pillaron el hijo ilegítimo?

-Recuerdo, sí.

-Dijo una frase que pensé que era de él pero era de Terencio: «Soy humano; por lo tanto, nada humano me es ajeno». Mítica. El otro día hablaba con una política amiga mía y le dije: «No se te ocurra nunca mencionar mi nombre, porque como me hagan un Villarejo...». ¿Quién se libra?

-Ni dios.

-Los políticos no salen como hongos. Si una corrupción tan sistematizada es posible es porque, de alguna manera, el país lo permite. Es evidente. En un país donde la formación intelectual y moral, política y ética es más firme, más clara, es más difícil que ocurra esto. Ya sabes lo de la frase «tenemos los políticos que nos merecemos».

-¿Qué receta aplicarías para combatir la corrupción?

-La cultura. Cultura. Como dice la Real Academia de la Lengua: "Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico". Con valores, con educación, con empatía...

-Estás en todas las quinielas para ganar el Goya al Mejor Actor Protagonista por El Reino.

-Me han nominado un montón de veces y lo gané una vez por Azuloscurocasinegro, que está genial. Pero en realidad es todo lo contrario, nunca gano.

-Has hecho mucho cine negro. ¿Pero es tu género favorito?

-No especialmente, la verdad. Es una muy buena pregunta que no te sabría responder. Uno de los géneros que siempre me ha gustado es el de terror. El otro día vi Verónica y me gustó muchísimo. Es la última peli que he visto. La vi en el iPad. Porque la última vez que estuve en el cine creo que fue para ver la mía y porque la estaba presentando (risas). Y la anterior fue para ver una de dibujos con mi Martina. Porque Daniel es que es más chico. Total, que me enrollo.

-Se van a proyectar también en Punta Umbría dos cintas en las que apareces, La isla mínima y Que dios nos perdone. ¿Qué recuerdas de ellas?

-De La isla mínima, a nivel de rodaje para mí solo fueron cuatro días, pero volví a rodar con Alberto (Rodríguez, el director), con el que me gustaría trabajar una y otra vez. Él tiene a los niños en el mismo cole que los míos y nos vemos. El recuerdo que tengo más así del rodaje es que me abrí la cabeza, pero por culpa mía, ¿eh? Fui a darme un cabezazo contra una puerta y me rajé la cabeza. Heridas de guerra.

-¿Y de Que dios nos perdone?

-Pues más que una anécdota recuerdo un trabajo muy intenso. Hubo un policía que nos ayudó mucho, que ha tenido mucha experiencia en Científica y en algunos de los casos más mediáticos que ha habido en este país. En la secuencia de la linterna que entro y empiezo a mirar, pues él lo hizo que te cagas de bien… Si hubieras visto el original el mío era de coña, pero más o menos sabes lo que estás haciendo. Me horroriza la idea de un actor disfrazado. Esto es como el Mito de la Caverna; al final es una sombra de la idea que quieres llegar a ser, pero por lo menos hay que intentarlo. Lo bueno es que a Sorogoyen y a mí nos gusta jugar al mismo juego: nos apasiona la realidad, nos gusta ir a atraparla, somos muy currantes… Él tuvo claro que me gustaba un asesor más que a un tonto los palotes. Y luego recuerdo mi amistad y mi gran complicidad con Isidoro Ruiz, el portavoz de la Fundación Española de la Tartamudez. Estuvo en el rodaje día tras día conmigo ayudándome a no hacer un cliché y no ser un actor haciendo de, o al menos a intentarlo.

-Te iba a preguntar que si sigues alguna liturgia a la hora de preparar un papel, pero ya has contestado.

-Sí, pero no es liturgia en plan beso a los santos. No creo en eso, creo en el trabajo, en la pasión, en la entrega por las cosas que te gustan.

-¿Alguna vez te has planteado dirigir una película?

-Me encantaría dirigir a actores. Y creo -perdón por la falta de humildad- que se me daría bastante bien. A veces me pasa en los rodajes que me pongo a proponer cosas a los compañeros.

-He echado un ojo a tu perfil de Twitter y deduzco que eres una persona comprometida. ¿Pero qué temas son los que más te molestan o te preocupan de la actualidad?

-He compartido algo sobre el periodista asesinado en Turquía. Y por qué este, pues por la libertad de prensa. Es algo que nace de las tripas. Entre mis grandes anhelos está que salvemos el planeta antes de que sea demasiado tarde. Mi gran sueño se resume en uno y es asumir que estamos en una era donde los problemas de la humanidad hay que verlos de forma global.

-¿Eres de los que se enfada cuando escucha a Tejerina despotricar de los alumnos andaluces?

-Bueno… me parece un tema recurrente. Son meteduras de pata. El PP que lleva 40 años intentando ganar en Andalucía y no lo consigue. Es verdad que también no pasaría nada porque hubiera un cambio. Yo, particularmente, voy a votar a Adelante Andalucía. Me siento muy orgulloso de Andalucía, de ser andaluz, pero hay muchas cosas que arreglar en Andalucía. Necesita dinamismo. Tampoco es el fin del mundo si un año no gana el PSOE (risas).

-Te veremos próximamente dando vida al expresidente uruguayo Pepe Mújica en La Noche de 12 años. ¿Cuándo se estrena?

-El 23 de noviembre.

-¿Y qué ha supuesto para ti dar vida a semejante personaje?

-Imagínate. Es un referente. Y quizá la persona más coherente que he conocido.

-Dile algo a los onubenses que quieran compartir mañana tu Conferencia en Negro.

-Queridos amigos onubenses, aunque esté yo, seguramente sea interesante (risas).

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